Libro, Capítulo

1   II,       X|    día se templa mucho con el frescor de la noche. Donde los días
2   II,       X| mayormente interpolándose con frescor. Puestas, pues, en una balanza
3   II,    XIII|      frescos, para que con su frescor se templase el ardor del
4   II,    XIII|       abrasa; en volviendo el frescor del aire, luego se aplaca
5   II,    XIII|    misma razón, en el Perú el frescor del viento hace que, en
6  III,    XXII|     olivas, sino mucha hoja y frescor de vista, y no llega a fruto.
7   IV,     XXI|   celebra mucho la grandeza y frescor de sus hojas, también ser
8   IV,   XXVII|    suave, especialmente en el frescor de la mañana. Por cosa digna
9    7,     XII|   sombra de tu manto, y en el frescor de tu benignidad. Y a este
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