Libro, Capítulo

1  III,   XXVII|           con echar a la mar unas puntas que llega a sus entrañas.
2  III,   XXVII|         son como unos espigones o puntas de tierra, que suben del
3   IV,    XXVI|      erizos algo mayores y de más puntas que los de castañas. Cuando
4    V,      XV| sacrificándose con herirse en las puntas de las orejas en la parte
5    V,     XVI|          de los molledos con unas puntas duras y agudas; y la sangre
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