Libro, Capítulo

 1    1,      II|      Decir, pues, que aquellos cuerpos celestes son corruptibles,
 2   II,     XIV|      aire. Este rodea nuestros cuerpos, éste nos entra en las mismas
 3  III,      VI|  circularmente como los mismos cuerpos celestes. Del fuego no hay
 4  III,      VI|       la impresión de diversos cuerpos celestes a la esfera del
 5  III,      IX|      aire sin sentir corta los cuerpos y vidas humanas.~ ~En tiempos
 6  III,      IX|     allí muerta, y que vió los cuerpos tendidos por allí y sin
 7  III,      IX| juntamente, para conservar los cuerpos muertos sin corrupción.
 8  III,      IX|     juntó cantidad de aquellos cuerpos muertos que había al derredor
 9  III,      IX|       no corrompe ni pudre los cuerpos muertos, porque la corrupción
10   IV,       X|    cualesquier otros metales o cuerpos en que está mezclado, por
11   IV,      XI|     Júpiter los romanos, y los cuerpos de los que triunfaban, y
12   IV,      XI|   teñirse con él los rostros y cuerpos suyos y de sus ídolos: lo
13    V,      VI|   idolatrías. Primeramente los cuerpos de los reyes y señores procuraban
14    V,      VI|       que causó admiración ver cuerpos humanos de tantos años con
15    V,      VI|      con esta idolatría de los cuerpos de los difuntos, sino que
16    V,      VI|   naciones gran cuenta con los cuerpos de los antepasados y sus
17    V,     VII|     dificultad. Mas de que los cuerpos hubiesen de resucitar con
18    V,     VII|        dicho, en conservar los cuerpos, y honrarlos después de
19    V,    VIII|  responsos, y levantaban a los cuerpos de los difuntos muchas veces,
20    V,       X|     tristes almas y miserables cuerpos que le ofrecen, quedándose
21    V,    XIII|       almas, y consumilles los cuerpos; y con esto muy contentos,
22    V,     XIX|      de los hombres en almas y cuerpos, por el rabioso odio que
23    V,      XX|       un puntapié, echaban los cuerpos por las gradas abajo. Y
24    V,      XX|   muertos, y echados abajo los cuerpos, los alzaban los dueños,
25    V,   XXIII|    aquel manjar estaría en sus cuerpos para testimonio de su fidelidad
26    6,      XX|       lo remedió con los demás cuerpos de Ingas, que con admirable
27    6,    XXII|         llamóse Mamaocllo. Los cuerpos de ésta y del Guaynacapa,
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