José de Acosta
Historia natural y moral de las Indias

Libro cuarto

Capítulo XL

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Capítulo XL

 

De las vicuñas y tarugas del Perú Entre las cosas que tienen las Indias del Perú notables, son las vicuñas y carneros que llaman de la tierra, que son animales mansos y de mucho provecho. Las vicuñas son silvestres, y los carneros son ganado doméstico.

Algunos han pensado que las vicuñas sean las que Aristóteles, Plinio y otros autores tratan191 cuando escriben de las que dicen capreas, que son cabras silvestres; y tienen, sin duda, similitud por la ligereza, por andar en los montes, por parecerse algo a cabras. Mas, en efecto, no son aquéllas, pues las vicuñas no tienen cuernos, y aquéllas los tienen, según Aristóteles refiere. Tampoco son las cabras de la India oriental, de donde traen la piedra bezaar; o si son de aquel género, serán especies diversas, como en el linaje de perros es diversa especie la del mastín y la del lebrel. Tampoco son las vicuñas del Perú los animales que en la provincia de la Nueva España tienen las piedras, que allá llaman bezaares, porque aquéllos son de especie de ciervos o venados. Así que no que en otra parte del mundo haya este género de animales, sino en el Perú y Chile, que se continúa con él.

Son las vicuñas mayores que cabras, y menores que becerros; tienen la color que tira a leonado, algo más clara; no tienen cuernos, como los tienen ciervos y capreas; apaciéntanse y viven en sierras altísimas en las partes más frías y despobladas, que allá llaman punas. Las nieves y el hielo nos les ofende, antes parece que les recrea; andan a manadas y corren ligerísimamente. Cuando topan caminantes o bestias, luego huyen, como muy tímidas; al huir echan delante de sí sus hijuelos. No se entiende que multipliquen mucho por donde los reyes Ingas tenían prohibida la caza de vicuñas, si no era para fiestas con orden suyo. Algunos se quejan que después que entraron españoles se ha concedido demasiada licencia a los chacos o cazas de vicuñas, y que se han diminuido.

La manera de cazar de los indios es chaco, que es juntarse muchos de ellos, que a veces son mil, y tres mil y más, y cercar un gran espacio de monte, y ir ojeando la caza, hasta juntarse por todas partes, donde se toman trescientas y cuatrocientas, y más y menos, como ellos quieren, y dejar ir las demás, especialmente las hembras para el multiplico. Suelen tresquilar estos animales, y de la lana de ellos hacen cubiertas o frazadas de mucha estima, porque la lana es como una seda blanda, y duran mucho; y como el color es natural y no de tinte, es perpetuo. Son frescas y muy buenas para en tiempo de calores; para inflamaciones de riñones y otras partes las tienen por muy sanas, y que templan el calor demasiado; y lo mismo hace la lana en colchones, que algunos usan por salud, por la experiencia que de ello tienen. Para otras indisposiciones, como gota, dicen también, que es buena esta lana o frazadas hechas de ella; no en esto experiencia cierta.

La carne de las vicuñas no es buena, aunque los indios la comen, y hacen cusharqui o cecina de ella. Para medicina podré yo contar lo que vi: Caminando por la sierra del Perú llegué a un tambo o venta una tarde con tan terrible dolor de ojos, que me parecía se me querían saltar; el cual accidente suele acaecer de pasar por mucha nieve y miralla. Estando echado con tanto dolor, que cuasi perdía la paciencia, llegó una india y me dijo: Ponte, padre, esto en los ojos y estarás bueno. Era una poca de carne de vicuña recién muerta y corriendo sangre. En poniéndome aquella medicina se aplacó el dolor, y dentro de muy breve tiempo se me quitó del todo, que no le sentí más.

Fuera de los chacos que he dicho, que son cazas generales, usan los indios particularmente para coger estas vicuñas, cuando llegan a tiro, arrojarles unos cordelejos con ciertos plomos, que se les traban y envuelven entre los pies, y embarazan para que no puedan correr; y así llegan y toman la vicuña. Lo principal porque este animal es digno de precio son las piedras bezaares que hallan en él, de que diremos luego. Hay otro género que llaman tarugas, que también son silvestres, y son de mayor ligereza que las vicuñas: son también de mayor cuerpo y la color más tostada; tienen las orejas blandas y caídas. Estas no andan a manadas, como las vicuñas; a lo menos yo no las vi sino a solas, y de ordinario por riscos altísimos. De las tarugas sacan también piedras bezaares, y son mayores, y de mayor eficacia y virtud.





191

Arist., lib. 3, de part. animal, cap. 2. Plin., lib. 10, cap. 72.



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