Xavier de Maistre
Expedición nocturna alrededor de mi cuarto

Capítulo XI

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Capítulo XI

 

En cuanto me sentí algo repuesto de la turbación que me había causado el aspecto de mi paloma artificial, el dolor de la contusión que había recibido se dejó sentir vivamente. Me pasé la mano por la frente y reconocí una nueva protuberancia precisamente en esa parte de la cabeza en la cual el doctor Gall ha colocado la protuberancia poética; pero en aquel momento no pensaba en esto, y únicamente la experiencia debía demostrarme la verdad del sistema de este hombre célebre.

 

Después de haberme reconcentrado en mí mismo un instante para hacer el último esfuerzo destinado a la epístola dedicatoria, cogí un lápiz y me puse a la obra. ¡Cuál no fue mi asombro!... Los versos fluían espontáneamente bajo el lápiz; llené dos páginas en menos de una hora, y saqué la conclusión de esta circunstancia: que si el movimiento era necesario a la cabeza de Pope para componer versos, no era preciso menos de una contusión para que salieran de la mía. No daré, sin embargo, al lector los que hice entonces, porque la rapidez prodigiosa con la cual se sucedían las aventuras de mi viaje me impidió corregirlos debidamente. A pesar de esta reticencia, no hay duda de que haya que considerar el accidente que me había sucedido como un descubrimiento precioso, y del cual los poetas harán bien en servirse cuanto quieran.

 

Estoy, en efecto, tan convencido de la infalibilidad de este nuevo método, que en el poema en veinticuatro cantos que he compuesto desde entonces, y que será publicado con la Prisionera de Pignerol, no he creído necesario hasta ahora comenzar a hacer los versos; pero he puesto en limpio quinientas páginas de notas, que constituyen, como es sabido, todo el mérito y el volumen de la mayor parte de los poemas modernos.

 

Como me entregase profundamente a los ensueños de mis descubrimientos, yendo y viniendo por mi cuarto, tropecé con la cama, sobre la cual caí sentado, y cayendo mi mano por casualidad sobre mi gorro, tomé el partido de ponérmelo en la cabeza y de acostarme.

 

 

 

 


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