Victor Hugo
Cromwell

Acto tercero

Escena XIV

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Escena XIV

CROMWELL, el Parlamento, el CONDE DE CARLISLE, WHITELOCKE, STOUPE y

THURLOE.

A una señal de CROMWELL, CARLISLE y THURLOE se acercan al Protector.

   CROMWELL.- (Bajo a Carlisle.) Arrestad al instante a los soldados que están de guardia esta noche en la puerta del parque. (Lord Carlisle se inclina y se va.) Lleva esto en seguida a Bloum, en Strand: ahí verás dónde vive lord Ormond. (A Thurloe, entregándole el pergamino de Rochester.) Para que se realicen mejor mis deseos, que te acompañe sir Ricardo Willis.

   THURLOE.-Está bien, milord. (Toma el pergamino y se va) Ahora, señores, podéis hablar. (Al Parlamento.)

   EL ORADOR DEL PARLAMENTO.-Milord, os traernos los bills de la Cámara; dignaos sancionar estas leyes.

   CROMWELL.-Veámoslas.

   ORADOR.-Abogado del Parlamento, cumplid vuestro deber.

   EL ABOGADO.-El día 25 de junio del año noveno de la libertad que disfrutamos, por la gracia de Dios, ha votado el Parlamento los siguientes bills: -Primo. Considerando que imprudentemente se puede pecar como pecó Noé, comiendo el fruto de la viña, y jurar sin voluntad maligna por los santos, el Parlamento cree, deseando dulcificar en este punto la legislación, que debemos concretarnos a castigar con misericordia a los borrachos con la pena de azotes, y a los que juren, con la cuerda.

   CROMWELL.-Eso es poco. El que blasfema de nuestro Dios puede equipararse con los asesinos y hasta con los histriones; ¿por qué castigarle menos? Esas leyes son transitorias, por lo que las consentimos.

   ABOGADO.- (Leyendo.) Secundo. Para celebrar las victorias que acaba de conseguir nuestro almirante Roberto Blake, decretamos un día de ayuno general. La Cámara, después de consultar los Libros Santos, le regala un diamante de valor de quinientas libras, y prescribe además que sus hazañas se inmortalicen en sus procesos verbales.

   CROMWELL.-Consentimos esa ley.

(Entra Thurloe y se coloca cerca del Protector, diciéndole):

   THURLOE.-Cumplí la orden de vuestra alteza.

   ABOGADO.-Tertio. Como los tumultos que excitan en York ocultos malévolos causan sobresalto en los corazones ingleses, el Parlamento acuerda, para poner sin dilación a los rebeldes de York fuera de la ley civil, lanzar un quo warranto.

   CROMWELL.- (Bajo a Thurloe.) Veinte soldados los compondrían mejor que un quo warranto; ya arreglaré yo eso. (En voz .) Consentimos.

   ABOGADO.-Cuarto. La humilde petición que el Parlamento dirige al héroe de Sion. Considerando que es antigua costumbre que cierre un rey todo debate doméstico; que hasta el mismo Dios, después de dictar leyes a su pueblo, cambió el púlpito en trono y a los jueces en reyes, y después de haber oído a los oradores que hablaron en pro y en contra, el Parlamento ha acordado que el pueblo necesita por jefe a un solo individuo, y que milord Protector, a quien antiguos títulos hacen acreedor a esta honra, acepte la corona de Inglaterra a título hereditario.

   CROMWELL.-Bien; lo pensaré.

   ORADOR - ¡Qué Oigo!

   WHITELOCKE.- (Bajo a Thurloe.) ¿Qué dice? ¿Rehúsa?

   THURLOE.-Vacila; teme algún peligro.

   CROMWELL.-Ahora idos en paz a implorar del Señor lo más conveniente para Inglaterra.




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