Acto, Escena

 1   I,    II|         decir estas palabras: « ¡Dios guarde al rey!» Pero ahora
 2   I,     V| regresaba de la Grève, rogando a Dios que os concediera muchos
 3   I,     V|         de lecho a la hija. ¡Oh, Dios, que nos juzgáis! ¿Qué os
 4   1,   III|     jardines.~ ~TRIBOULET. -¡Por Dios, no subas a la terraza! (
 5   1,    IV|           Berarda! ¡No está! ¡Oh Dios!~ ~REY. (Siempre de rodillas.) -
 6   1,    IV|        si os amo.~ ~BLANCA. -¡Oh Dios, tened compasión de mí!
 7   1,    IV|            BLANCA. -Dejadme, por Dios.~ ~El REY la estrecha al
 8   2,    II|             Parece que se burla, Dios mío! ¡Quisiera morir en
 9   2,    II|      humana se reduce a honrar a Dios Padre, a amar, comer, beber
10   2,   III|       séquito:~ ~ ~¿Qué capitán, Dios bendito,~ ~ ~ ~en la ciudad
11   2,    IV|       Rey Francisco I! ¡Plegue a Dios que me escucha, que pronto
12   2,    IV|        los ojos al cielo.) -(¡Oh Dios! ¡No le escuchéis, porque
13   3,    II|     mismo que me ha dicho a mí! ¡Dios mío, a una mujer tan desvergonzada! ¡
14   3,    IV|          noches.~ ~SALTABADIL. -¡Dios os guarde! (Deja la luz
15   3,     V|         oficial.~ ~BLANCA. -(¡Oh Dios! Sin duda queréis que yo
16   3,     V|   sacrificio por un ingrato. ¡Oh Dios! No me impulséis a sacrificarme.)~ ~
17   3,     V|         sin hacerme sufrir! ¡Oh, Dios mío!)~ ~SALTABADIL. -Es
18   3,     V|        hierro.~ ~BLANCA. -(¡Gran Dios! ¡Afilan el arma homicida!)~ ~
19   3,     V|           Cayendo de rodillas.) ¡Dios mío, al presentarme ante
20   3,     V|           Retrocede un paso.) -(¡Dios me ampare!)~ ~MAGDALENA. -
21   3,     V|         al hermano! ¡Perdónales, Dios, Y tú perdóname, padre mío!)~ ~
22   4,     I|     noche relampaguea como la de Dios!... Inmolo a un rey, del
23   4,     I|        Europa se desquiciará. Si Dios mañana preguntase a la tierra: «¿
24   4,    IV|      late su corazón! ¡Vive aún, Dios mío!~ ~BLANCA. (Incorporándose
25   4,    IV|     propia venganza! ¡Eso es que Dios me castiga! ¿Cómo ha sido
26   4,    IV|      sola; háblame, por piedad. ¡Dios mío, no he de volver ya