IntraText Índice | Palabras: Alfabética - Frecuencia - Inverso - Longitud - Estadísticas | Ayuda | Biblioteca IntraText | Búsqueda |
Link to concordances are always highlighted on mouse hover
TRIBOULET y BLANCA fuera, SALTABADIL dentro de la casa TRIBOULET está inquieto y preocupado; SALTABADIL, sentado junto a la mesa, se ocupa en limpiar su tahalí.
BLANCA. -Le amo y no le puedo olvidar.
TRIBOULET. -En vano dejé que pasara el tiempo para que te curara de ese amor insensato.
TRIBOULET. -Explícame al menos por qué la amas.
BLANCA. -No, no, no es por eso. Hay hombres que salvan las vidas a sus esposas, maridos que las hacen opulentas, pero no por eso les aman. Ese hombre sólo me ha causado daño, y sin embargo, le quiero sin saber por qué. Y llega a tal punto mi locura, que a pesar de ser vos tan tierno para mí y él tan cruel, lo mismo moriría por él que por vos.
TRIBOULET. -Eres muy niña y te perdono.
BLANCA. -Pero él también me ama.
TRIBOULET. -No lo creas, hija mía.
BLANCA. -Me lo dijo y me lo juró. Además, sus palabras convencen y avasallan el corazón, ¡porque es tan hermoso, tan gallardo!...
TRIBOULET. -Es un infame y no se jactará de robarme impunemente mi tesoro.
BLANCA. -Le habías perdonado ya, padre mío.
TRIBOULET. -No; sólo di treguas a mi venganza, mientras le tendía el lazo que le tengo ya preparado.
BLANCA. -Desde hace un mes creí que habíais concluido por querer al rey.
TRIBOULET. -Lo aparentaba, pero te vengaré, Blanca, te vengaré.
BLANCA. -¡Perdonadle, padre mío!
TRIBOULET. -Estarías como yo colérica contra él si te convencieras de que te está engañando.
BLANCA. -No, no puedo creer que me engañe.
TRIBOULET. -¿Si te convencieras por tus propios ojos, le seguirías amando?
BLANCA. -No lo sé..., ayer mismo me repitió que me adora.
TRIBOULET. -¿Cuándo? (Amargamente.)
TRIBOULET. -Pues ven aquí: mira si ves algo.
Indicándole a BLANCA una grieta de la pared, por la que ella se pone a observar.
BLANCA. -Sólo veo a un hombre.
TRIBOULET. -Espera un poco y sigue mirando.
Aparece el REY vestido de simple oficial en la sala baja de la hostería, saliendo por la puertecilla de un aposento inmediato.
BLANCA. (Estremeciéndose.) -¡Padre, es él!