Victor Hugo
El Rey se divierte

Acto quinto

Escena III

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Escena III

TRIBOULET contemplando fijamente el saco

Aquí está!... Muerto. Quisiera verlo; pero es igual; lo reconozco al través del saco, al ver sus espuelas que atraviesan la lona. (Se endereza y pone el pie encima del saco.) Ahora puedo decir al mundo: Yo soy un bufón y éste es un rey; míralo a mis pies; un saco le sirve de sudario y el Sena le servirá de sepulcro. ¿Quién ha conseguido esta victoria? Yo, yo solo. ¡Pobre hija mía, ya está vengada! Tenía sed de derramar su sangre.(Inclinándose sobre el cadáver.) ¡Eres un malvado que me robaste mi hija, que valía más que tu corona y que no había hecho daño a nadie! No te agradezco que me la devolvieras, porque la trajiste a mis brazos deshonrada. Ahora, en cambio, rey de la crápula, soy yo el que te venga, ahora soy yo el que se ríe. Aparenté olvidarlo todo, y creías que no recordaba nada; pero en la lucha que provocaste entre el débil y el fuerte, el vencedor ha sido el débil, y el que te lamía los pies es ahora el que te roe el corazón. ¡Cómo gozaría yo si él pudiera oír lo que le digo! (Inclinándose hacia el saco.) ¿Me oyes? ¡Te aborrezco! Prueba a ver si en la profundidad del río donde te vas a hundir encuentras alguna corriente que te arrastre hasta tu palacio. ¡Rey Francisco, al agua!

Tira del saco por un extremo y lo arrastra hasta la orilla del agua. Al dejarlo en el parapeto se entreabre la puerta baja de la casa. MAGDALENA, con precaución, mira a su alrededor; después vuelve a entrar en la casa y reaparece en seguida con el REY, al que indica por señas que no hay nadie en la playa y que puede marcharse. MAGDALENA vuelve a cerrar la puerta y el REY atraviesa la playa en la dirección que ésta le indicó. En este instante TRIBOULET se dispone a arrojar el saco al Sena.

TRIBOULET. -Al agua.

REY. (Cantando por el foro.)

 

«La mujer es movible

 

cual pluma al viento...»

TRIBOULET. (Estremeciéndose.) -¡Cielos! ¡Esa voz!

Escucha y se espanta. El REY ha desaparecido, pero se le oye cantar a lo lejos.

REY. (Cantando.)

 

«¡Ay del que en ella fija

 

su pensamiento!...»

TRIBOULET. -¡Maldición! ¡No es él el cadáver que encierra el saco! ¡Alguien le protegió y se escapa! ¡Me ha engañado ese bandido! ¿A qué inocente habrá asesinado por él?

Desgarra el lienzo con el puñal y mira con ansiedad.

¡Esta horrible oscuridad me impide ver! ¡Esperaré la luz de un relámpago!

Queda un instante con la vista fija en el saco entreabierto.




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