IntraText Índice: General - Obra | Palabras: Alfabética - Frecuencia - Inverso - Longitud - Estadísticas | Ayuda | Biblioteca IntraText | Búsqueda |
Link to concordances are always highlighted on mouse hover
Sale CIPRIANO, solo, de una como cueva
llegó el feliz, llegó el dichoso día,
término de mi amor y tu mudanza,
en que triunfar de tu desdén espero.
en sí mismo alcázar estrellado,
de dos vivos funesta sepultura,
donde la docta mágica he aprendido,
en que tanto me muestro
que puedo dar lición a mi maestro.
Y viendo ya que hoy una vuelta entera
cumple el sol de una esfera en otra esfera,
a examinar de mis prisiones salgo
con la luz que puedo y lo que valgo.
atended a mis mágicos conjuros;
parad al sabio estruendo de mis voces;
estremécete al ruido de mi acento;
asombraos al horror de mis gemidos;
al eco os asustad de mis querellas;
la acción temed de mis prodigios graves;
mirad las señas de mi afán primeras;
suspendidos, confusos, asustados,
cielos, aires, peñascos, troncos, plantas,
fieras y aves, estéis de ciencias tantas;
que no ha de ser en vano
el estudio infernal de Ciprïano.
CIPRIANO: ¡Oh sabio maestro mío!
DEMONIO: ¿A qué, usando esta vez de tu albedrío
más que de mi preceto,
con qué fin, por qué causa, y a qué efeto,
sales a ver del sol la faz brillante?
CIPRIANO: Viendo que ya yo puedo
al infierno poner asombro y miedo,
pues con tanto cuidado
decir, si es que me igualas, que me excedes;
de ella que con fatiga, estudio y arte
yo no la haya alcanzado,
pues la nigromancia he penetrado,
me abrirán las funestas sepulturas,
aborte los cadáveres que dentro
la avarienta codicia de la tierra,
respondiendo por puntos
a mis voces los pálidos difuntos;
la edad del sol que fue plazo a mi vida,
pues, corriendo veloz a su discurso
retrocediendo siempre a la porfía
del natural, en que se juzga extraño,
el término fatal cumple hoy del año:
atrayendo a mi voz el bien que espero.
Hoy la rara, hoy la bella, hoy la divina,
llamada de mi amor, vendrá a mis brazos;
de dilación un punto a mi deseo.
DEMONIO: Ni yo que le permitas
quiero, si es éste el fin que solicitas.
Con caracteres mudos
la tierra línea, pues, y con agudos
a tu esperanza y a tu amor atento.
CIPRIANO: Pues allí me retiro,
donde verás que cielo y tierra admiro.
DEMONIO: Y yo te doy licencia,
porque sé de tu ciencia y de mi ciencia
que el infierno inclemente,
a tus invocaciones obediente,
podrá por mí entregarte
a la hermosa Justina en esta parte;
no puede hacer vasallo un albedrío,
tan extraños deleites que se halle
y inclinarlos podré, si no forzarlos.
no Livia ardiente, sino Livia fría,
alcanzar si tu amor es verdadera;
para ver si eres casta o haces casta;
que con tanto cuidado
aquí la ciencia mágica he estudiado
que por ella he de ver -- ¡ay de mí, triste! --
si con Moscón acaso me ofendiste.
Aguados cielos -- ya otro dijo "puros" --
atended a mis lóbregos conjuros:
montes...
Por la concomitancia estoy tan diestro
en la magia que quiero ver por ella
si Livia, tan ingrata como bella,
comete alguna vez superchería
en la fatal estancia de mi día.
DEMONIO: Deja aquesas locuras,
y en lo intrincado de esas peñas duras
asiste a tu señor, para que veas
-- si tanta admiración lograr deseas --
el fin de su cuidado;
CLARÍN: Yo, acompañado.
haber las ciencias tuyas aprendido,
porque, en fin, no te he hecho
cédula con la sangre de mi pecho,
Saca un lienzo sucio y escribe en él con el
-- nunca le tray más limpio quién bien llora --
la haré, para que más te escandalices,
dándome un mojicón en las narices;
que no será embarazo
salir de las narices o del brazo.
Digo, el gran Clarín, que, si merezco
ver a Livia crüel, que al diablo ofrezco...
DEMONIO: Ya digo que me dejes,
y que con tu señor de mí te alejes.
CLARÍN: Yo lo haré, no te alteres.
Pues que tomar mi cédula no quieres
sin duda que me tienes por seguro.
desesperado imperio de ti mismo,
tus lascivos espíritus desata,
al virgen edificio de Justina.
Su casto pensamiento
de mil torpes fantasmas en el viento
hoy se informe, su honesta fantasía
se lleñe; y con dulcísima armonía
los pájaros, las plantas y las flores.
que no sean de amor dulces despojos;
que no sean de amor tiernos gemidos;
porque, sin que defensa en su fe tenga,
hoy a buscar a Ciprïano venga,
y de mi ciego espíritu guiada.
Empezad, que yo en tanto
callaré, porque empiece vuestro canto.
de esta vida?
Mientras esta copla se canta, se va entrando el
DEMONIO por una puerta, y sale por otra JUSTINA huyendo
VOZ: No hay sujeto en quien no imprima
de esta vida...
Esto representa asombrada y inquieta
al parecer lisonjera,
para que de esta manera
que en mí por instantes crece?
mi sentido?
Cóbrase más
JUSTINA: Aquel ruiseñor amante
siendo el verdor con que abrace
me hagas pensar en quien amas,
Y si no es la vid, será
siempre moviéndose va.
JUSTINA: ¡Amor! ¿A quién le he tenido
Párase en el nombre de CIPRIANO, y desde
allí repsenta inquieta otra vez
...con tal rigor que, de mí
aborrecido, se fue
donde de él no se ha sabido?
Mas -- ¡ay de mí! -- yo ya creo
pues desde que pronuncié
no sé -- ¡ay infeliz! -- no sé
de todos tan celebrado,
y que a sus olvidos yo
por mí están sin libertad.
En sí, otra vez
...................
.......................
Mas -- ¡ay discursos! -- parad.
no acompañéis la piedad;
que no sé -- ¡ay de mí! -- no sé,
DEMONIO: Ven, que yo te lo diré.
JUSTINA: ¿Quién eres tú, que has entrado
hasta este retrete mío,
DEMONIO: No soy sino quien, movido
te ha postrado y te ha vencido,
JUSTINA: Pues no lograrán tu intento;
que afligió mi pensamiento,
llevó la imaginación,
pero no el consentimiento.
JUSTINA: Desconfïarme es en vano,
aunque pensé; que aunque es llano
porque una cosa es hacer
DEMONIO: Si una ciencia peregrina
que fuerza al paso que inclina?
JUSTINA: Sabiéndome yo ayudar
JUSTINA: No fuera libre albedrío
Tira de ella, y no puede moverla
DEMONIO: Ven donde un gusto te espera.
JUSTINA: Es muy costoso ese gusto.
DEMONIO: Es una paz lisonjera.
JUSTINA: Es un cautiverio injusto.
DEMONIO: ¿Cómo te has de defender,
Tira más
JUSTINA: Mi defensa en Dios consiste.
DEMONIO: Venciste, mujer, venciste
Mas ya. que de esta manera
para este efecto no más,
y en la fantástica forma
deshonrarte es el primero,
JUSTINA: De esa ofensa al cielo apelo,
porque desvanezca el cielo
la apariencia de mi fama,
No podrás... Mas -- ¡ay de mí! --
¿No estaba ahora un hombre aquí?
No. Mas sí, pues yo le vi.
Mi peligro es manifiesto.
¡Livia!
LISANDRO: ¿Qué es esto?
LIVIA: ¿Qué es esto?
JUSTINA: ¿Visteis un hombre -- ¡ay de mí! --
(Mal mis desdichas resisto.) Aparte
JUSTINA: Pues yo sí.
LISANDRO: ¿Cómo puede ser, si ha estado
LIVIA: (Sin duda que a Moscón vio, Aparte
en mi aposento.)
que tu gran melancolía
JUSTINA: No ha sido -- ¡ay de mí! -- ilusión,
que, a no haber Dios, desde aquí
Mas Él me ha de defender,
no ha de dejar padecer.
Livia, el manto, porque, en tanto
los fieles.
Saca el manto, y pónesele; que le vea con
él la gente
JUSTINA: En él tengo de templar
LISANDRO: Yo te quiero acompañar.
LIVIA: (Y yo volveré a alentar Aparte
en echándolos de casa.)
JUSTINA: Pues voy a ampararme así,
JUSTINA: Vuestra es la causa, Señor.
Vanse los dos, y sale MOSCÓN, que está
MOSCÓN: ¡Con qué susto me tuvieron!
LIVIA: ¿Es posible que salieras
MOSCÓN: ¡Vive Dios que no he salido!
LIVIA: Pues ¿quién el hombre sería?
MOSCÓN: El mismo diablo habrá sido.
LIVIA: No es por eso.
MOSCÓN: ¿Qué será?
LIVIA: ¡Qué pregunta, si ha que está
el otro, su confidente,
que llore hoy tenerle ausente,
falté a la correspondencia
MOSCÓN: ¿Qué es medio año? Un año entero
LIVIA: Es engaño, pues infiero
Y si de un año -- ¡ay de mí! --
contárselo todo a él.
MOSCÓN: Cuándo yo, ingrata, creí
toda mía, ¡con piedad
haces cuentas!
porque, en fin, cuenta y razón
MOSCÓN: Pues que tu constancia es tal,
LIVIA: ¿Ya no ves que no hay en mí
malicia alguna?
MOSCÓN: ¿Es así?
LIVIA: En todo hoy no me has de ver;
mas no sea menester
Vanse, y sale CIPRIANO, con asombro, y CLARÍN,
CIPRIANO: Sin duda se han rebelado
Comunidades ha hecho
pues la obediencia no rinde
con mis caracteres surco,
CLARÍN: Eso ¿es mucho?
CIPRIANO: Esta sola vez presumo
Sale la que hace a JUSTINA, con manto, como turbada,
por una puerta, y éntrase huyendo por la otra, y va tras
ella CIPRIANO, turbado, y CLARÍN, turbado, dando vueltas con
¿Qué me quieres? ¿Qué me quieres,
FIGURA: Y pues que ya...
FIGURA: ....que me halló el amor,...
FIGURA: ...y así con la fuerza cumplo
del encanto, a lo intrincado
Cúbrese el rostro con el manto, y vase
CIPRIANO: Espera, aguarda, Justina.
Mas ¿qué me asombro y discurro?
del más prodigioso amor
novia, y viene oliendo a humo.
Mas no. ¡En cocina y con manto!
-- ahora he dado en el punto --
Ya la ha alcanzado, y con ella,
de aqueste valle en lo inculto,
-- que a brazos partidos juzgo
Escóndese, y sale CIPRIANO, trayendo abrazada
una persona cubierta con manto y con vestido parecido al de
JUSTINA, que es fácil, siendo negro este manto y vestido; y
han de venir de suerte que con facilidad se quite todo y quede un
esqueleto, que ha de volar o hundirse, como mejor pareciere, como
se haga con velocidad; si bien será mejor desaparecer por el
CIPRIANO: Ya, bellísima Justina,
que por conseguirte, nada
que no ha sido el precio mucho.
no entre pardos, no entre oscuros
Descúbrela, y ve el cadáver
Mas -- ¡ay infeliz! -- ¿qué veo?
desvanecer los primores
Desaparece, y sale CLARÍN, huyendo, y abrázase
con él CIPRIANO
CLARÍN: (Si alguien ha menester miedo, Aparte
yo tengo un poco y un mucho.)
CIPRIANO: Espera, fúnebre sombra.
Ya con otro fin te busco.
CLARÍN: Pues yo soy fúnebre cuerpo.
¿No echas de verlo en el bulto?
que aun quien soy creo que dudo.
CIPRIANO: ¿Viste en lo raro del viento
desvanecida la pompa
sujeto a los infortunios
de acechador.
CLARÍN: Deshízose luego al punto.
CIPRIANO: Sus desengaños procuro.
DEMONIO: (¡Justos cielos! Aparte
la ciencia no. ¿Cómo, injustos,
si esto es así, de mis ciencias
Sin verle
CIPRIANO: ¡Lucero, sabio maestro!
CLARÍN: No le llames; que presumo
CIPRIANO: Que del mucho
CLARÍN: (Yo, que no quiero rescates, Aparte
CIPRIANO: Apenas sobre la tierra
cuando en la acción que allá estaba
Pero ¿para qué procuro
que la descubro -- ¡ay de mí! --
de la muerte, que en distintas
voces me dijo -- ¡oh qué susto! -- ,
la obré, sin que errar pudiese
de sus caracteres mudos
cuando yo los ejecuto,
DEMONIO: Ciprïano, ni hubo en ti
ingenio; en mí, pues el mío
Mas no importará; que yo,
CIPRIANO: No es ése mi intento ya;
Y así, pues que no has cumplido
las condiciones que puso
DEMONIO: Yo te dije que te había
CIPRIANO: Tú me ofreciste que había
DEMONIO: Yo me obligué, Ciprïano,
DEMONIO: Yo la vi en los brazos tuyos.
CIPRIANO: ¿De quién?
a ampararla.
DEMONIO: No quiero decirte cuyo.
CIPRIANO: Valdréme yo de tus ciencias
contra ti. Yo te conjuro
DEMONIO: Un Dios, que a su cargo tuvo
a Justina.
sólo un dios, puesto que hay muchos?
DEMONIO: Tiene Él el poder de todos.
CIPRIANO: Luego solamente es uno,
pues con una voluntad
obra más que todos juntos.
DEMONIO: No sé nada, no sé nada.
CIPRIANO: Ya todo el pacto renuncio
¿Qué le ha obligado a ampararla?
Haciéndose fuerza para no decirlo
DEMONIO: Guardar su honor limpio y puro.
CIPRIANO: Luego Ése es suma bondad,
DEMONIO: Su honor, si lo adivinara
CIPRIANO: Luego ese Dios todo es vista,
Pero ¿no pudiera ser
DEMONIO: No, que su poder es mucho.
CIPRIANO: Luego ese Dios todo es manos,
DEMONIO: ¡Con cuánto horror lo pronuncio!
Es el Dios de los cristianos.
CIPRIANO: ¿Qué es lo que moverle pudo
contra mí?
CIPRIANO: ¿Pues tanto ampara a los suyos?
Con rabia
DEMONIO: Sí, mas ya es tarde, ya es tarde
no has de ser vasallo suyo.
condicional, y no dudo
Saca la espada, tírale y no le topa
el acero contra mí
desesperen tus discursos,
CIPRIANO: ¡Con cuánto asombro te escucho!
DEMONIO: Para que veas, no sólo
CIPRIANO: ¡Esclavo yo del Demonio!
DEMONIO: Sí, que el alma me ofreciste,
y es mía desde aquel punto.
CIPRIANO: ¿Luego no tengo esperanza,
DEMONIO: No.
No ociosamente en mi mano
mi voluntario verdugo.
Mas ¿qué digo? Quien de ti
DEMONIO: No, que es contra ti tu insulto;
las virtudes sí.
DEMONIO: También lo será el premiar
CIPRIANO: Nadie castiga al rendido:
DEMONIO: Eres mi esclavo, y no puedes
ser de otro dueño.
DEMONIO: ¿Cómo, estando en mi poder
CIPRIANO: Él que es poder absoluto
y no depende de otro
CIPRIANO: ¡Grande Dios de los cristianos!
DEMONIO: Ése te ha dado la vida.
CIPRIANO: Más me ha de dar, pues le busco.
Vase cada uno por su puerta, y salen el GOBERNADOR y
su GENTE, y FABIO haga relación sin barba
GOBERNADOR: ¿Cómo ha sido la prisión?
FABIO: Todos en su iglesia estaban
escondidos, donde daban
GOBERNADOR: Pues si riquezas codicias,
FABIO: Si así estimas mis sucesos,
las que me has de dar no ignoro.
GOBERNADOR: Di.
GOBERNADOR: Aunque yo con su castigo
parece que escarmentar
otra es la causa por qué
Floro, su competidor,
pero nunca le topaba.
hoy de desterrarla ya,
FABIO: Beso mil veces tus pies.
GOBERNADOR: Ya está en mi poder Justina,
presa y convencida; pues
que ya en ella no ha vengado
de un verdugo.
A un CRIADO
FABIO: Los dos por quien envïaste
están a tus plantas ya.
LELIO: Yo, que al fin sólo deseo
Pero a tus plantas me ofrezco.
GOBERNADOR: Lelio, Floro, mi rigor
porque, si no os castigara,
nunca el enojo, y que ya
LELIO: Yo el venturoso a ser llego
GOBERNADOR: En fe
DEMONIO: ¡Guarda el loco! ¡Guarda el loco!
GOBERNADOR: ¿Qué es esto?
LELIO va a la puerta, y vuelve luego
GOBERNADOR: En palacio tanto ruido,
FLORO: Gran causa debe de ser.
loco y sin juicio a Antioquía.
FLORO: Sin duda que de su ingenio
TODOS: ¡Guarda el loco, guarda el loco!
Salen TODOS, y CIPRIANO, medio desnudo
CIPRIANO: Nunca yo he estado más cuerdo;
GOBERNADOR: Ciprïano, pues, ¿qué es esto?
CIPRIANO: Gobernador de Antioquía,
que por hablaros a todos
por mi estudio y por mi ingenio
Lo que de todas saqué
confuso mi entendimiento.
de un extremo en otro extremo,
le dio mis plantas por puerto,
el amor con esperanzas,
tanta admiración le debo
desde un asiento a otro asiento;
y aunque puedo estos prodigios
es que hay un Dios que la guarda,
en cuyo conocimiento
El gran Dios de los cristianos
que aunque es verdad que yo agora
y que con mi sangre misma
Si eres juez, si a los cristianos
que es su primer sacramento.
Ea, pues, ¿qué aguardas? Venga
acrisole mi constancia;
que, sin el gran Dios que busco,
que adoro y que reverencio,
las humanas glorias son polvo,
Déjase CIPRIANO caerse boca abajo en el suelo
GOBERNADOR: Tan absorto, Ciprïano,
me deja tu atrevimiento
que, imaginando castigos,
a ninguno me resuelvo.
CRIADO: Aquí está, señor, Justina.
GOBERNADOR: (Verla la cara no quiero.) Aparte
Vase el GOBERNADOR
LELIO: Entre el amor y el espanto
que no sé qué es lo que siento.
JUSTINA: ¿Todos os vais sin hablarme?
Yendo tras ellos, ve a CIPRIANO
acompañada de un muerto,
compañía. ¡Oh tú, que al centro
que adoro!
mi vida en...?
(¿No es Justina la que miro?) Aparte
JUSTINA: (¿No es Cipriano el que veo?) Aparte
CIPRIANO: (Mas no es ella, que en el aire Aparte
la finge mi pensamiento.)
JUSTINA: (Mas no es él: por divertirme, Aparte
fantasmas me finge el viento.)
Recelándose uno de otro
CIPRIANO: Sombra de mi fantasía...
JUSTINA: Ilusión de mi deseo...
CIPRIANO: ...asombro de mis sentidos...
JUSTINA: ...horror de mis pensamientos...
CIPRIANO: Ya no te llamo. ¿A qué efecto
me buscas? Ya en ti no pienso.
CIPRIANO: Yo no te busco, Justina.
JUSTINA: Ni yo a tu llamado vengo.
CIPRIANO: Pues ¿cómo estás aquí?
¿Y tú?
CIPRIANO: También estoy preso.
JUSTINA: No es delito, pues ha sido
por el aborrecimiento
como a mi Dios reverencio.
CIPRIANO: Bien se lo debes, Justina;
Haz tú que escuche mis ruegos.
JUSTINA: Sí hará, si con fe le llamas.
CIPRIANO: Con ella le llamo; pero
CIPRIANO: ¡Ay, qué inmensos son
para mí perdón?
JUSTINA: Es cierto.
CIPRIANO: ¿Cómo, si el alma he entregado
de tu hermosura?
Saca FABIO a CLARÍN, MOSCÓN y LIVIA
FABIO: Entrad, que con vuestros amos
LIVIA: Si ellos quieren ser cristianos,
MOSCÓN: Mucha; que los que servimos
CLARÍN: Huyendo del monte, vine
de un riesgo a dar a otro riesgo.
CRIADO: A Justina y a Ciprïano
si es para el fin que deseo! -
CIPRIANO: Fe, valor y ánimo tengo;
que si de mi esclavitud
¿qué hará en dar por Dios el cuerpo?
JUSTINA: Que en la muerte te querría
contigo, Ciprïano, ya
Vanse, y quedan los tres solos
MOSCÓN: ¡Qué contentos a morir
se van!
CLARÍN: No mucho; que falta un pleito
que averiguar; y aunque aquésta
ausente...
sin mi intermisión tu dueño;
otro año has de ser mía.
LIVIA: ¿Pues de mí presumes eso,
MOSCÓN: Y yo soy testigo de ello;
CLARÍN: Eso es falso, porque hoy
LIVIA: No era hoy día de plegaria.
CLARÍN: Sí era, que, si bien me acuerdo,
era mío.
MOSCÓN: Ya sé en lo que el yerro ha estado.
CLARÍN: Yo me doy por satisfecho,
porque no lo ha de apurar
todo el hombre. Mas ¿qué es esto?
Suena gran ruido de tempestad, y salen TODOS,
LIVIA: La casa se viene abajo.
MOSCÓN: ¡Qué confusión! ¡Qué portento!
GOBERNADOR: Sin duda se ha desplomado
cuando hizo sentimiento
toda la tierra.
los relámpagos y truenos,
sobre nosotros cae.
FLORO: De ella
Esto se haga como mejor pareciere. El cadalso se
descubrirá con las cabezas y cuerpos, y el DEMONIO en alto,
sobre una sierpe
haga a todos manifiesto.
hasta su mismo aposento;
y porque nunca padezca
su honesta fama desprecios,
Ciprïano, que con ella
ha dejado en blanco el lienzo;
Ésta es la verdad, y yo
Cae velozmente, y húndese el DEMONIO
GOBERNADOR: Todos éstos son encantos
en su muerte.
LELIO: A mí me admira el pensarlos.
MOSCÓN: Pues dejando en pie la duda
a el mágico prodigioso
FIN DE LA COMEDIA