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FABIO: Ya la ropa y las maletas
FABIO: ¿Qué es?
para que de él me despida.
FABIO: Pues ¿no sabe que hoy te ausentas?
CARLOS: No; ni él ni Leonor lo saben;
a avisarle.
de mi pensamiento nuevas,
Pues ¿qué madrugada es ésta?
que, aunque yo por verla muero,
tengo por la acción más cuerda
Y así, con vuestra licencia,
JUAN: Si yo, don Carlos, pudiera
o concederla o negarla,
fuera muy gran conveniencia
negarla que concederla.
CARLOS: ¿Cómo?
las postas, despediráslas.
Ved, don Juan, con cuánta priesa
que preceptos, obediencias.
¿Qué hay de nuevo?
CARLOS: Sí.
CARLOS: Ya lo está. ¿Qué es esto?
JUAN: Es
como mi amigo, porque
muda la inconstante rueda
CARLOS: ¿Desde anoche acá hubo causa
que a tan grande extremo os mueva?
JUAN: Después que anoche salisteis
de mi casa, porque en ella
y después que con instancias
y recorriendo las puertas
de mi casa, que es en mí
costumbre y no diligencia,
me desvelaron -- de suerte
cuando dispertaba a penas --
cuando oigo -- ¡tiemblo al decirlo! --
Presumiendo que por ella
con que casi satisfechas
mis dudas se persuadieron
el ruido. Pero ¡qué poco
dura el bien que un triste piensa!
Pues por el balcón a este
a tomar una escopeta,
de que eran ladrones no
los que huyen y el que cierra.
que era inútil diligencia.
y abriendo -- ¡ay de mí -- la puerta
de mi cuarto, el de mi hermana
pues todas en mi presencia
habían de alborotarse,
que, equivocando las señas,
no está en términos la ofensa,
para no satisfacerla.
que hasta aquí me vieron todos
me han de ver, tan sin sospecha
que hasta mi mismo semblante
sabré hacer que el color mienta.
Pero para este recato
Y así, para averiguarlo,
criado alguno. Aquí escondido,
FABIO: Yo soy, señor; abre apriesa. Dentro
CARLOS: Si ves que tengo cerrado,
¿por qué llamas?
CARLOS: ¿Qué es?
esperándote a la puerta,
posada había.
FABIO: Lo que he visto; considera
y más habiéndole dicho
CARLOS: ¿Hay desdicha como ésta?
Sin duda en mi seguimiento
CARLOS: Sí.
JUAN: Pues mira tú cuándo pueda
A FABIO
y avisa.
de aquí una vez; que allá fuera
veremos qué hemos de hacer.
CARLOS: Salgamos, don Juan, apriesa.
ya es de los dos conveniencia
estar en ella escondido.
CARLOS: ¡Qué de temores me cercan!
JUAN: ¡Qué de cuidados me afligen!
CARLOS: ¡Ay, Leonor, lo que me cuestas!
Vanse. Salen doña BEATRIZ e INÉS
que a más dolor mi sentimiento obligas.
del empeño de anoche tan sin ruido
que, sin que en casa nadie lo sintiera,
a don Diego y Ginés echamos fuera,
¿qué es lo que ahora te aflige?
BEATRIZ: Tú de mi llanto mi pasión colige.
sin que mi hermano ni Isabel los viesen,
quedaron sin temor, mas no sin celos?
desvergüenza mayor que la fingida
con que a significarme la fineza
llegó don Diego, habiendo yo sabido
cuanto le había pasado
en Madrid, de otra dama enamorado?
y así por él he de volver, señora.
en Madrid, que es el centro y es la esfera
de toda la lindura,
el aseo, la gala y la hermosura,
que le apunta el dinero con el bozo
cincuenta y tantas leguas de su dama?
bastantemente en cas de aquella moza,
puesto que, sin venir de Zaragoza,
y así, aunque Amor en tu opinión le culpa,
en la mía la ausencia le disculpa.
BEATRIZ: No son mis celos, no, tan poco sabios
que no sepan, Inés, que los agravios
que tocan en el gusto y no en la fama
tienen perdón en quien de veras ama;
diera por verle disculpar conmigo...
yo te lo cumpliré, pues nada creo
que embarazarnos puede
que, cuando te entre a ver, aquí se quede.
No hay ya que hacer extremos,
pues que la escapatoria [nos] sabemos.
que mi amor tan rendido conociera,
que yo sobre mis quejas procurase
INÉS: A todo
remedio hay.
yo le diré que estás tan enojada,
tan ofendida y tan desesperada
que una y doscientas veces me has mandado
no admitir papel suyo ni recado;
mas que, no obstante, sólo por hacelle
BEATRIZ: ¿A qué?
donde te pueda hablar; con que consigo
tres cosas: la una, que él se vea contigo;
la otra, que tú rogarle no parezca;
y la otra, que él a mí me lo agradezca.
BEATRIZ: Inés, yo estoy celosa; cuerda eres;
harto he dicho; haz tú allá lo que quisieres;
y en esta parte más no discurramos,
porque Isabel no entienda lo que hablamos.
Sale doña LEONOR con unos lazos en una bandeja
las flores que mandaste hacer.
gusto, Isabel, no tengo para nada;
yo las veré después.
BEATRIZ: Menos agrada quien amó sin ella.
LEONOR: ¿Qué es esto, Inés? ¿Qué tiene nuestra ama?
INÉS: Esto es, amiga, reventar de dama.
Tiene una hipocondría
con que de una hora a otra cada día
Oye, ve y calla, si agradarla quieres.
LEONOR: Harto oigo y harto veo
y harto callo también. Loco deseo,
¿para qué neciamente
persuadirme procuras que aquí, ausente
de mi casa, mi patria y padre, puedo
perder ya más a mi desdicha el miedo,
que es locura aguardar el desengaño,
y me pone tan lejos la esperanza
que es locura tener la confïanza
en lo instable del tiempo? Pues decía
uno que enfermo de mi mal estaba:
su cura al tiempo!," porque examinaba
que es remedio, aunque sabio, tan incierto
cuando a curarle el médico llegaba,
matando mil para uno que sanaba.
-- ¡mal el dolor, mal la pasión resisto! --
como yo, sin haber -- ¡ay de mí! -- dado
pues nunca fue...?
JUAN: Isabel, ¿qué hace mi hermana?
LEONOR: En su cuarto, señor, -- ¡oh pena fuerte! --
está.
JUAN: Pues hablaréte de otra suerte,
si sola estás. ¿Qué hacías, Leonor bella?
LEONOR: Lo que siempre: quejarme de mi estrella.
justo...
LEONOR: ¿Qué?
JUAN: Que sin verle se partiera.
LEONOR: Luego ¿ya se ha partido?
LEONOR: ¿Sin haberse despedido
de mí? ¡Qué poco a sus finezas debo!
JUAN: No, Leonor, con afecto ahora nuevo
fácilmente llevar del sentimiento.
y no sin causa tu discurso arguya
que, de mí defendida,
por ti he de aventurar honor y vida.
de tu valor, tu sangre y tu nobleza;
y porque sepas cuánto, don Juan, fío
de tan hidalgo y noble ofrecimiento,
no es posible negarse al sentimiento,
para que en tanta pena, en dolor tanto
me retire a llorar de tu presencia;
que no es razón que descortés mi llanto
pierda a tus confïanzas el decoro.
No llore yo, sabiendo tú que lloro.
JUAN: (¡Qué cuerdamente decía Aparte
ninguna distancia había!
porque él y yo hemos querido
para todos es mejor.)
¡Carlos!
JUAN: Sí;
que no entrara acompañado.
CARLOS: ¿Habéis hablado a Leonor?
JUAN: Sí, Carlos; y de su amor
que he llegado a persuadirme,
que ella está, Carlos, sin culpa.
CARLOS: Poco tenéis que decirme
en eso; pero aunque yo
JUAN: No.
CARLOS: Luego hablar de él es error,
su padre?
de lo que está.
¿Y qué mandasteis a Fabio?
JUAN: Que en la posada esté, pues
él conocido no es,
CARLOS: Medio muy frívolo es ése;
JUAN: Con todo eso... Mas ¿qué ruido
es éste?
Dentro hay ruido, y don CARLOS mira por la
CARLOS: Ser cierto ya,
que sucedernos pudiera.
CARLOS: Que yo por esa
CARLOS: Sí.
no anticipemos el mal;
retiraos de aquí.
Escóndese; abra la puerta don JUAN, y sale
JUAN: ¿A quién buscáis, caballero?
PEDRO: Suplícoos que me digáis,
PEDRO: Que vuestros brazos me deis,
todo cuanto busco en ella.
CARLOS: (¿Qué más se ha de declarar?) Al paño
JUAN: (Sin duda que ya ha sabido Aparte
están aquí.) Yo, señor,
a mi suerte agradecido
PEDRO: Sentaos y quién soy, señor,
la carta. (¡Dudando estoy!) Aparte
PEDRO: Leed, sabréis de ella quién soy,
y mi pretensión después.
JUAN: "El señor don Pedro de Lara, mi pariente y
amigo, va a esa ciudad en seguimiento de un hombre
de quien importa a su honor satisfacerse. Mi poca
salud no me da lugar a acompañarle, pero
fío que, donde vos estáis, no le
hará falta mi persona. Y así os
pido, que su ofensa es mía y su
satisfacción corre por mi cuenta. Dios os
lo que yo respondo a esto
es que aquí para serviros
PEDRO: ¡Guárdeos Dios! que así lo fío
en confïanza no más
por muchas obligaciones
JUAN: Todas las confieso, y todas
Pero para esto es preciso
PEDRO: Yo lo diré, si es que yo
tras él vengo; harto os he dicho.
JUAN: Y yo lo he entendido todo
PEDRO: Discreto sois, y así sólo
para cuando yo os avise
y así, sin saber quién es,
resulte contra mí mismo.
PEDRO: De vuestra sangre y cordura
y, aunque sea contra mí,
y para que no dejemos
mío no más.
aquel competidor mío.)
PEDRO: Según eso, ya el reparo
es ninguno.
PEDRO: Pues éste una noche -- ¡ay triste!
satisfacerse; que fuera
pero no tan vengativo
del otro; y así es preciso
que aquél, de quien sé primero,
y por las señas es ella;
que, habiendo él convalecido
de él en su fuga; y así,
para que así se reparen
de mi honor, que está por tierra,
o para que vengativo
Y pues mi agravio os he dicho,
y ya no hay inconveniente
a hacer otra diligencia
como a quien ya desde aquí
no tanto porque a ello os mueva
cuanto por la obligación
CARLOS: ¿Quién en el mundo se vio
JUAN: Vamos recorriendo, Carlos,
lo que nos ha sucedido.
CARLOS: Vos tenéis en vuestra casa
JUAN: Hija de un hombre que hoy
JUAN: Y a efecto de que me ayude
JUAN: Y yo, de todos prendado,
y de mi honor, por mí mismo.
¿Qué puedo hacer?
a que el tiempo ha de decirlo,
JUAN: Pues si habemos de esperarlos,
Carlos, no hay que prevenirlos;
que ellos vendrán; y hasta entonces
en tanto que yo advertido
CARLOS: Pues adiós. (¡Piadosos cielos...!) Aparte
JUAN: Adiós, pues. (¡Cielos divinos...!) Aparte
CARLOS: (¡...sacadme de tantas penas!) Aparte
JUAN: (¡...negadme a tantos peligros!) Aparte
Vanse cada uno por su puerta, y don CARLOS se
cierra por dentro. Salen don DIEGO, y GINÉS cojeando
DIEGO: ¿Por qué?
DIEGO: ¡Válgate Dios, qué notable
cayó. Al verlo dijo un hombre:
"¡Válgate Dios!" Y él de abajo
Fácil es la aplicación,
DIEGO: ¿Yo también no salté, y no
si tú quebradizo no eres
y soy quebradizo yo?
GINÉS: Estreno, señor, de pies,
lo que para otro es bueno.
a la huéspeda qué había
"nada hay." "¿Quién podrá comella,"
la huéspeda, "porque yo
con que se ablande." Y cogiendo
con que a nuestro reverendo
y aunque el hambre pudo hacello,
atribuyéndolo a aquello,
la luz. Dijo, al ver la llama,
eso?" Y el dijo: "Nuestra ama,
que en los dos haga el secreto
DIEGO: Por más que tu voz me diga,
al fin, como servidores?
¿Yo suyo, y tú de su ama?
en mi vida...!
DIEGO: Antes por ella
de Beatriz, y agradecido
GINÉS: Yo no, que aun agradecer
DIEGO: Ya es notable tu extrañeza.
GINÉS: Pues ¿no quieres que me enoje,
DIEGO: ¿Cómo?
GINÉS: Como voy con muy mal pie.
DIEGO: En esta esquina te espero.
GINÉS: Poco tendrás que esperar,
DIEGO: ¿Por qué?
GINÉS: Porque, a lo que infiero
del traje, el brío y el talle,
es ella la que salió
de su casa.
DIEGO: Ella es, y no
quisiera hablarla en la calle.
Retírase junto al paño. Sale INÉS
con manto
INÉS: (Desde la ventana vi Aparte
GINÉS: ¿Qué importa, traidora Inés,
INÉS: ¿Qué es aquesto, Ginés mío?
Pero ¿de qué achaque es?
GINÉS: De un achaque tuyo, Inés.
INÉS: Mientes como un cojifeo.
GINÉS: Mi achaque fue tu balcón;
que es mi achaque achaque tuyo.
INÉS: Negara la conclusión,
en esta parte, no más
que no tomar me ha mandado
DIEGO: Pues, INÉS, ¿tanto castigo
para quien la adora?
INÉS: ...porque no adores aquí
GINÉS: Si cesa la indignación
y ella, con mandarlo a una
tan a la letra que yo
qué más quiere?
DIEGO: ¿Tú también
pueda yo.
mi amor la satisfacción.
estas cosas.
la noche, y mi amo está fuera,
tú a sólo que yo entre espera;
INÉS: ...entrarte tras mí podrás,
DIEGO: Dices bien, y yo te sigo.
GINÉS: ¡Ay Inés, lo que te quiero!
INÉS: ¿Habla vusted, caballero,
con el bolsillo o conmigo?
GINÉS: Con quien quisieres que sea;
INÉS: Quita; que no hablo yo a hombre
GINÉS: ¿Yo?
DIEGO: Sí.
GINÉS: El diablo me lleve, amén,
si yo pasare de aquí.
y haz cuenta que ya he saltado.
DIEGO: Ese temor me ha advertido
GINÉS: Es muy cuerdo ese temor,
y haz cuenta que ya he partido.
Vanse. Salen doña BEATRIZ y doña LEONOR
BEATRIZ: Haz que pongan unas luces,
y espera, en tanto que yo,
un rato.
(Malo es servir, y peor Aparte
servir con desconfïanza.
Recatándose de mí
tener el mismo recato
y la misma confïanza
de unas y de otras que entonces
INÉS: No dirás que me he tardado.
BEATRIZ: Por saber lo que te pasa
¿Qué ha habido?
Tras mí viene, sin que entienda
No hay sino hacer ahora el tuyo,
mostrándote muy airada,
y conmigo la primera.
En otro tono
BEATRIZ: Inés, mira quién andaba
ahí afuera.
INÉS: ¡Ay, señora! Un hombre...
BEATRIZ: ¿Quién así...?
BEATRIZ: Mientes; que ésta es traición tuya.
No has de estar una hora en casa.
DIEGO: ¿Para qué riñes a Inés,
BEATRIZ: Señor don Diego, bien estas
cuánto es hoy vuestra esperanza
para conmigo imposible.
DIEGO: Siempre lo fue; que mis ansias
nunca, Beatriz, presumieron
que mereciesen lograrla.
BEATRIZ: Sí; mas nunca menos que hoy.
DIEGO: ¿Por qué?
BEATRIZ: Porque es muy contraria
la hora es muy aventurada.
DIEGO: De dos suertes, ya que alcanza
no tengo de despreciarla.
BEATRIZ: Inés, esa puerta guarda,
DIEGO: Yo salí, Beatriz hermosa,
de Valencia...
Vuelve a salir INÉS muy asustada
INÉS: ¡Ay, desdichada!
BEATRIZ: ¿Qué es eso?
DIEGO: ¡Qué desdichado que ha sido
siempre mi amor!
INÉS: ¿Qué te turbas y desmayas?
que en el tuyo.
es mi pena!
Salen don CARLOS y don JUAN a la puerta
cuando vi que un hombre en ella
entró. En la calle me aguarda,
CARLOS: (Entra, y fía que seguras Aparte
tienes, don Juan, las espaldas.)
BEATRIZ: Aquí con Inés estaba.
JUAN: ¿Es novedad que en mi casa
entre yo donde quisiere?
BEATRIZ: No lo es, pero extraño...
BEATRIZ: ...el modo de hablarme.
de delante!
BEATRIZ: (¡Peña extraña!) Aparte
DIEGO: (Hacia este aposento viene. Al paño
JUAN: (De esta suerte he de salir
de una vez de dudas tantas.) Aparte
Entra tras don DIEGO, sacando la espada
BEATRIZ: Para entrar al aposento
-- ¡ay de mí! -- la espada saca.
INÉS: Muertes de hombre ha de haber.
BEATRIZ: Inés, la suerte está echada.
INÉS: Y echada a perder, señora.
BEATRIZ: Sin vida estoy y sin alma.
INÉS: Pues cualquiera de ellas es
¡huyamos!
en él.
LEONOR: ¡Ay de mí infelice! Dentro
BEATRIZ: Pasando de cuadra en cuadra,
y huyendo de él, hasta aquí
Retíranse las dos. Sale doña LEONOR
con luz y, tras ella, don DIEGO
LEONOR: Hombre que más me pareces
sino también de la ajena?
DIEGO: Mujer que más me retratas
sin las que tú ahora me añades,
Pero no; pues hoy...
aunque el centro en sus entrañas
te esconda, podrás...¿Don Diego?
DIEGO: Detened, don Juan, la espada;
satisfacer con palabras
pues es cosa averiguada
JUAN: (Don Diego Centellas es. Aparte
Que, aunque ésta es desgracia, es
BEATRIZ: (Suspenso el acero al verle Aparte
DIEGO: Yo, don Juan, amé en la corte
estaba...
me atreví a entrar aquí a hablarla.
BEATRIZ: (¡Qué buena disculpa, Inés, Aparte
que sí, que es ella la dama.)
LEONOR: Don Juan, cuanto aquí has oído
de mi fortuna, y por quien
desterrada de mi patria,
de mi padre aborrecida,
de mi esposo despreciada,
INÉS: (La seña entendió.) Aparte
tan bien que aun a mí me engaña.)
LEONOR: Pero diga él si yo aquí
ni allá le di...
(¿Hay mujer más desgraciada?) Aparte
INÉS: (Mucho la debes, señora, Aparte
BEATRIZ: (Sólo que lo haya creído Aparte
mi hermano es lo que nos falta.)
JUAN: (¿Qué haré? Que, aunque esté seguro Aparte
yo, que lo esté Carlos falta.)
Sale don CARLOS, y quédase al paño
CARLOS: Habiendo en la calle oído
vengo, don Juan... (Mas las armas Aparte
Desde aquí oiré lo que tratan;
conveniencia a la desgracia.)
DIEGO: Ésta es vuestra ofensa; y pues
JUAN: Don Diego, vuestras disculpas
CARLOS: (¿Qué escucho? ¡Pena tirana! Aparte
JUAN: Pero una pregunta falta.
que aquí habéis entrado a hablarla?
DIEGO: (Malicia trae la pregunta; Aparte
por sí o por no, he de salvarla.)
¿qué importa la circunstancia?
JUAN: Importa más que pensáis.
CARLOS: (¡Contra mí es contra quien paran Aparte
los celos de don Juan, cielos!)
BEATRIZ: (Ya que lo ha creído, salga Aparte
don Juan, la desconfïanza,
A LEONOR
(Perdona, amiga, y prosigue.) Aparte
LEONOR: (No entiendo lo que me mandas.) Aparte
JUAN: No es tiempo deso, Beatriz;
por orden de quien a ella
de la obligación en que
y no por ti, eso me basta
para que el atrevimiento
castigue yo.
pues me toca a mí el sentirla,
LEONOR: (¿Qué miro? ¿Carlos aquí? Aparte
DIEGO: Pues ¿quién sois vos, que queréis
CARLOS: Bien pudierais concocerme;
dejó entonces.
LEONOR: (¡Pena extraña!) Aparte
hoy de todo.
GINÉS: Aquí son las cuchilladas. Dentro
Entrad todos.
TODOS: ¿Qué es aquesto?
BEATRIZ: (Inés, esas luces mata, Aparte
por si podemos así
GINÉS: Nadie tire, estando a oscuras.
JUAN: Ved todos que ésta es mi casa.
GINÉS: Encienda usted una luz,
y lo verán.
DIEGO: (La puerta hallé. Esto no es Aparte
BEATRIZ: (A mi cuarto me retiro Aparte
INÉS: (Tan buena hacienda hemos hecho Aparte
GINÉS: Señor, ¿dónde estás? Que ya
(El diablo que más espere Aparte
UNO: Muerto está uno; por si viene
JUAN: ¡Hola! Aquí unas luces saca.
Mas yo por ellas iré.
LEONOR: (De confusa y de turbada, Aparte
tropezando en mis desdichas,
de aquí no muevo las plantas.)
CARLOS: El puesto he de sustentar;
que, aunque siento que se vayan
Porque si yo a mi enemigo
hallándome con Leonor,
pero enemigo de quien
Quiere irse, y detiénele don JUAN
CARLOS: Déjame que, en seguimiento
de esotro, huyendo a éste, salga.
rasgarse el pecho, y que hablara
CARLOS: Fuera el corazón también
LEONOR: Fuera leal, por ser mío.
CARLOS: Bien el lance lo declara
que acabo de ver -- ¡ay, fiera! --
cuando no consideraras
consideraras que estabas
LEONOR: Pues
CARLOS: Ninguna. Ahorremos demandas
y respuestas. -- Primo, amigo,
pues tan felizmente acaba
para ti aquella ocasión
cuanto infeliz para mí,
adiós; que, aunque con infamia
A esa mujer, porque en fin
mi amistad, no para que
sino para que la dejes
y ella gustosa... Mas nada
LEONOR: ...que aquí...
LEONOR: No...pues yo...si... Hablar no puedo.
CARLOS: Tenla, don Juan. ¡Ay Leonor!
Que te adoro, aunque me matas,
se le han vuelto las palabras.
con ella.
pues para otro amor se guarda.
lo que hemos de hacer.
rendimiento tan postrado,
pasión tan avasallada,