IntraText Índice: General - Obra | Palabras: Alfabética - Frecuencia - Inverso - Longitud - Estadísticas | Ayuda | Biblioteca IntraText | Búsqueda |
Link to concordances are always highlighted on mouse hover
LICANORO: ¿Qué pretende mi fortuna,
la investigación de un dios
CEUSIS: ¿Qué solicita mi suerte,
del dios de Astarot la injuria
LICANORO: ¿Adónde pudiera hallar
aquel hombre prodigioso,
porque de su misterioso
CEUSIS: ¿Dónde pudiera encontrar
LICANORO: ................... [ -ós]
......................
......................
...................... [ -ós]
Mas ¿cómo pretendo -- ¡ay Dios! --
CEUSIS: Mucho
LICANORO: Mas ¿qué instrumento...?
CEUSIS: ¿...es la que escucho?
MÚSICOS: "Sin mí, sin vos y sin Dios,
sin Dios, por lo que os deseo,
IRENE: No cantéis; que no permite
que de su melancolía
LICANORO: No, señora, solicite
IRENE: Mucho extraño que haya a quien
CEUSIS: Más extraño yo y me espanto
después que vuestra beldad
IRENE: Pues ¿quién os dijo que yo
CEUSIS: El veros vivir, señora,
IRENE: ¿Y qué sabéis vos, si esa
CEUSIS: ¿Cómo?
MÚSICOS: "Sin mí, sin vos y sin Dios,
sin Dios, por lo que os deseo,
LICANORO: Bien letra y tono parece
y aun Dios, pues al irme a hallar,
sin mí me hallo, y no con vos;
contento estoy, aunque en vano
y entre los discursos varios
de dos afectos contrarios,
LICANORO: Del dios que ignoro, hasta agora
y aunque por saber de él llora
que a uno busca y a otro adora.
Si a Dios busco, a vos no os veo;
si os veo a vos, a Dios ignoro;
sin Dios, por lo que os deseo.
CEUSIS: Desde el instante que os vi,
me ha dejado a mí sin mí.
pues me ha de hallar desde aquí
LICANORO: Tan corta es la dicha mía
CEUSIS: La mía no; porque sería
mostrar, quien sin ella adora,
LICANORO: Yo no aspiro a tanto empleo...
CEUSIS: Yo aspiro a cuanto deseo...
CEUSIS: ...porque no os poseo.
IRENE: Si sois los que me habláis, dudo,
LICANORO: Nunca con más causa pudo
bien en mí.
un ejemplo.
CEUSIS: Ciego es [a] aquel que la pura
IRENE: Es así.
CEUSIS: Y ciego, Irene, también
viene a ser aquel a quien
CEUSIS: [......................-í?]
Luego en mí este ejemplo cobra
fuerza; ciego estoy, pues obra
una experiencia tan alta,
LICANORO: ¿Que yo estoy más mudo ahora
que estuve entonces allí
IRENE: Sí.
LICANORO: Pues oye atenta, señora.
Mudo es aquél -- ¿quién lo ignora? --
que por falta de instrumento
no explica su sentimiento;
pues cuando hablo más, no digo
lo menos de lo que siento.
IRENE: Que estáis ciego y estáis mudo
los dos habéis pretendido
probar, valiéndoos a un tiempo
de cortesanos estilos;
atrevimientos tan mal
más fácilmente, si miro
quien no ve que habla conmigo,
y para que no os parezca
ni por otra tan grosero
LICANORO: Si yo pensara enojaros,
CEUSIS: Lince fuera yo, aunque viera
LICANORO: Porque atento a no ofenderos...
CEUSIS: Porque atento a conseguiros,
LICANORO: ...yo os le doy, mas no os le rindo. --
A CEUSIS
con esa arrogancia estimo.
CEUSIS: Pues ¿quién te ha dicho que yo,
LICANORO: Lo bien que a ti te estuviera
cualquiera igualdad conmigo.
CEUSIS: Pues ¿cuándo yo...?
intentáis, para que sea
un hombre que al templo llega,
y engendrado de esos riscos.
desaparece en el viento
nos niega sus vaticinios.
Y cuando yo con tan grandes
después que le consagré
alma y vida en sacrificio,
tan necios o inadvertidos
Pues ¿cómo, cómo queréis
que yo os premie, cuando os miro
tan desairados a vista
de los sentimientos míos?
Y si ostentar pretendéis
y ninguno vuelva a ella
que es ofrecerle lo mismo
que desagravio, supuesto
que por suyas las estimo.
CEUSIS: Pues yo le traeré a tus plantas,
desde donde ese Narciso
LICANORO: Yo no te ofrezco traerle.
IRENE: ¿Por qué?
a tanta empresa, aunque pierda
IRENE: ¿Cómo?
LICANORO: Como hombre a quien guarda
seguro estar de nosotros,
aun entre nosotros mismos.
IRENE: ¡Ay, Licanoro, mal haces!
LICANORO: ¿Cómo o por qué?
a decirlo yo tampoco;
LICANORO: Peor me está a mí no entenderlo.
IRENE: Pues partamos el camino;
será que nos encontremos
a entenderlo sin decirlo.
LICANORO: Y yo, señora, te sigo.
IRENE: Al que me traiga a aquel hombre
LICANORO: Yo le doy ahora, y te pido
IRENE: Mucho que tú le trajeras
LICANORO: No me atrevo contra un dios
que, aunque le ignoro, le estimo.
IRENE: Muy lejos vas de encontrarme,
IRENE: Con todo eso, quiero dar
otro paso.
IRENE: El dios de Astarot está
LICANORO: Luego quien pudo ofenderle
más que él.
IRENE: Su ofensa es mi ofensa.
LICANORO: Dios es; vénguese a sí mismo.
IRENE: Mira que vas, Licanoro,
LICANORO: Tú eres quien le pierde, Irene.
IRENE: Pues volvamos al principio.
fuerza es que quien me ha querido
y no nos busquemos más,
siendo yo tan desdichada
que, tú ingrato y Ceusis fino,
LICANORO: ¡Que sea en mí tan poderosa
esta aprehensión de que ha habido
que aquel Dios de quien ya dijo
el extranjero las señas
y el que yo adoro es el mismo,
dijo también? ¿Quién es Cristo
de dudas y confusiones.
LICANORO: ¿Dónde o cómo? Mas ¿qué miro?
viene que aquí no me ha visto.
de mis discursos. Dad, cielos,
que entre un dios y una belleza
Vase. Salen el REY y el SACERDOTE
SACERDOTE: Presto, señor, como he dicho,
En ellos de todo el reino
que a aquel hombre prendan, donde
de él, por las señas que envías,
ensanchando tus distritos
que hará mayor diligencia.
REY: Hasta que en el poder mío
de Astarot su sacrificio,
no ha de haber consuelo en mí,
de los demás el estilo.
Pone el SACERDOTE unos papeles que trae sobre un
bufete y vase; y el REY, sentado junto al bufete, lee un
REY: "Nobles prefectos de Armenia,
que, alterando nuestras leyes,
las ceremonias y ritos,
un nuevo dios predicando,
turbó nuestros sacrificios.
de él ahora tiemblo y me aflijo,
BARTOLOMÉ: En vano, rey engañado,
para que me busquen otros,
si yo me traigo a mí mismo.
Prosigue; que, porque no
a que de mí la traslades.
¿cómo has entrado hasta aquí?
BARTOLOMÉ: Quien del cielo a abrirte vino
las puertas bien es que abiertas
¿Diligencias para hallarme
REY: De tus encantos y hechizos
que el haberte allá ausentado;
y aunque es la verdad que quiso
¿Qué me quieres? ¿Qué me quieres?
BARTOLOMÉ: Hacer al cielo testigo,
que a sembrar por todo el mundo
de aqueste gran templo el sitio,
En él me hallarás. A él
haz que vengan prevenidos
los sacerdotes, tus sabios,
todos a argüir conmigo,
BARTOLOMÉ: Pues en el templo te aguardo,
REY: ¡Espera, aguarda! -- En el aire
se ha desaparecido.
¡Hola!
SACERDOTE: Señor, ¿qué me mandas?
REY: ¿No habéis visto, no habéis visto
SACERDOTE: ¿Quién?
SACERDOTE: Engaño es de tu deseo;
nadie ha entrado ni ha salido,
porque yo he estado a la puerta.
REY: No es; que aquí estuvo conmigo,
yo le he visto, yo le he hablado,
que quiere hacer con mis sabios
de sus ciencias. Y así al punto
en mis sombras tropezando,
Vanse. Descúbrese el templo y sale
y cuando él no lo dijera,
que mueso dios perdió el habra,
pronunciar no quiere, es
tan poca la devoción
con lo cual de la ración
que no hay tan sola una ofrenda,
remiendémonos los dos,
y pues dicen comúnmente,
"Quien no habra, no le oye Dios,"
que dirán que a Dios que no habra
¿Aun no queréis? Pues par Dios,
que habéis, ya que mudo estáis,
Que, viendo que habró Astarón,
es lo que pueden hacer.
LESBIA: ¿Adónde estáis, mentecato?
LIRÓN: Lesbia es ésta. Ella ha de ser
que es a tener que comer.
LESBIA: ¿Dónde estáis, que no os encuentro,
simpronazo? Aun no responde
la comida.
LESBIA: ¿Qué voz es ésta -- ¡ay de mí! --
¿Quién es quien ahí habra?
LIRÓN: Yo.
LESBIA: ¿Es el dios de Astarón?
LIRÓN: Sí.
LESBIA: Pues ¿cómo os dignáis conmigo
de lo que he callado, y quiero
LESBIA: ¿Que os merezca tal ventura
LESBIA: Ya que afabre os llego a ver,
LIRÓN: No;
porque ese milagro yo
LESBIA: Pues ¿cómo podré pasar
LESBIA: ¿Con qué le he de regalar,
manjares que satisfacen?
LIRÓN: Buscadlos vos; que así hacen
LESBIA: Por no ofenderos, confieso
LIRÓN: No las padezcáis; que a mí
no se me da nada de eso.
......................
SACERDOTE: ¿Quién, dioses piadosos, quién
........................
tanto al rey ha persuadido
LESBIA: ¿Vos licencia me dais?
LIRÓN: Sí.
SACERDOTE: Mas ¿quién es quien habla aquí?
LESBIA: Yo soy, señor; y quisiera
SACERDOTE: ¿De qué?
LESBIA: De que ya Astarón habró.
SACERDOTE: ¿Quién, Lesbia, lo dice?
LIRÓN: Yo.
SACERDOTE: ¡Felice, pues escuché
para que el concurso sea
sus maravillas; aunqué
con cuánto acompañamiento
el rey en el templo ha entrado.
Descúbrese el ídolo vestido como
estaba el DEMONIO, y salen el REY, LICANORO, e IRENE y
LIRÓN: (¡Si me ve, hoy muero!) Aparte
SACERDOTE: Ya el cielo vuelve por ti
y por tu causa; y así
LIRÓN: (¡Ay, que el rey mismo me adora! Aparte
que no lo hice yo por tanto.
el engaño, ya que en él
vuelve en su culto a lucir. --
Llegad, preguntadle todos
LIRÓN: (Distintos serán los modos; Aparte
mas al fin responderá
REY: Bello esplendor que prefiere
pues hoy ha de ser aquí
REY: No permitáis que ensalzado
LIRÓN: Yo me tengo harto cuidado.
LICANORO: No
Cristo ¿quién es?
SACERDOTE: ¿Dónde está, gran señor, di,
el extranjero con quien
BARTOLOMÉ: Aquí;
que quien lidia voluntario
LIRÓN: (Gracias a por quien habró; Aparte
SACERDOTE: Manda, señor, que la opinión asiente,
porque con fundamento se argumente.
BARTOLOMÉ: Yo defiendo que un Dios...
la cuestión, si mi celo lo merece,
y das licencia, gran señor, te pido
que me escuches.
REY: ¿Qué traes? ¿Qué ha sucedido?
CEUSIS: En busca de esta fiera
que escandalosa toda el Asia altera,
que dividen al sol en horizontes,
cuando en lo más oculto
de las entrañas de un peñasco inculto
que, entreabierta la boca,
haciendo labios de una y otra roca,
que el monte melancólico bosteza,
del traje lo vestido o lo desnudo
porque más parecía entre las peñas
el acaso sin arte había formado;
si con humana voz no me dijera,
Sale el DEMONIO en traje de mujer
DEMONIO: Aguarda; yo diré lo que te dije.
"Gallardo joven, engañado vienes
a buscar lo que ya en tu corte tienes;
que de su nuevo dios intenta en vano
introducir el nombre,
predicándole Cristo, Dios y hombre,
ya de estos montes, que traidores fueron,
pues tres días oculto le tuvieron,
porque no hay para mí centro escondido,
del gran dios de Astarot la pitonisa.
donde observo mejor, mejor percibo
en el rápido curso de los cielos.
Por mis observaciones he alcanzado
que el gran dios de Astarot parezca, quiero
por ver así si a mí puede vencerme.
de haber," dije, "a la luz del sol salido."
Mas él, que de mi acción mi ser colige,
me dijo...
CEUSIS: Yo diré lo que te dije.
tu ciencia, que a tu ingenio corresponde,
DEMONIO: Obedecíle, y pues cuando comienza
que me admitas a él, señor, te ruego.
REY: De que tú a este concurso hayas venido
estoy a mi fortuna agradecido.
DEMONIO: Pues yo, dándome, señor,
basto para conclüirle,
tomar la réplica de ella
LIRÓN: (Malo es ser dios en cuclillas; Aparte
DEMONIO: Tú, peregrino extranjero,
¿en tus principios asientas
BARTOLOMÉ: Sí.
DEMONIO: No es esa la cuestión,
tomarla desde más cerca.
es Dios; y así contra esta
parte de tus conclusiones
que contra la humanidad
te declarases, porque ella
DEMONIO: Quien dice que hay sólo un dios
que éstas son el Padre, el Hijo
que no hay más dios.
DEMONIO: Pues contra ti mismo enseñas
o Cristo no es dios, o aquesas
personas, si es dios, son cuatro.
BARTOLOMÉ: Distingo la consecuencia;
concedo; que una no sea
que es humanidad.
la mayor.
que son distancias diversas,
BARTOLOMÉ: No es. Niego la consecuencia;
que el Hijo, que es de las tres
BARTOLOMÉ: Sí. ¡Aguarda, espera!
DEMONIO: Hombre es, pues fue concebido
de humana naturaleza.
BARTOLOMÉ: Y Dios, pues divinidad
DEMONIO: Hombre es, pues su misma madre
BARTOLOMÉ: Y Dios, pues al elegirla
DEMONIO: Hombre es, pues ella en efecto
BARTOLOMÉ: Y Dios, pues su encarnación
DEMONIO: Hombre es, pues de ella nace,
BARTOLOMÉ: Y Dios, pues queda en el parto
antes y después doncella.
DEMONIO: Hombre es, pues sujeto nace
del tiempo a las inclemencias.
BARTOLOMÉ: Y Dios, pues que los pastores
DEMONIO: Hombre es, pues sus padres le
pierden del templo a la puerta.
BARTOLOMÉ: Y Dios, pues dentro le hallaron,
DEMONIO: Hombre es, pues de temor huye
BARTOLOMÉ: Y Dios, pues derriba huyendo
DEMONIO: Hombre es, pues en el desierto
la hambre y sed le atormentan.
BARTOLOMÉ: Y Dios, pues cuarenta días
les pudo hacer resistencia.
DEMONIO: Hombre es, pues que se le atreven
BARTOLOMÉ: Y Dios, pues con una voz
DEMONIO: Hombre es, pues de hombres se vale,
BARTOLOMÉ: Y Dios, pues que la humildad
DEMONIO: Hombre es, pues uno de doce
BARTOLOMÉ: Y Dios, pues aun a ese mismo
DEMONIO: Hombre es, pues sentencia oye
BARTOLOMÉ: Y Dios, pues, por darnos vida,
DEMONIO: Hombre es, pues en una cruz
BARTOLOMÉ: Y Dios, pues el perdón pide
de los que le han puesto en ella.
DEMONIO: Hombre es, pues espira y muere.
BARTOLOMÉ: Y Dios, pues muriendo deja
DEMONIO: Hombre es, pues desamparado
BARTOLOMÉ: Y Dios, pues de los infiernos
baja a quebrantar las puertas.
DEMONIO: Hombre es, pues de hombre dejó
BARTOLOMÉ: Y Dios, pues que Dios y hombre
del padre, hasta que por fuego
BARTOLOMÉ: Pues si tú mismo, tú mismo
después que mudo en la estatua
quedaste por mi obediencia,
ella postrada también
Húndese el altar con el ídolo y se
LIRÓN: Cierto que so desgraciado
CEUSIS: ¡Que esto los cielos consientan!
TODOS: ¡Viva Cristo! ¡Cristo viva!
BARTOLOMÉ: Viendo, Señor, tus grandezas,
tus maravillas y asombros,
DEMONIO: Ni me sujeto ni rindo,
que la que me has hecho. Dueño
BARTOLOMÉ: Tú no pudiste adquirir
DEMONIO: Ya, mediante la justicia,
BARTOLOMÉ: Aunque la dé su justicia,
DEMONIO: En tanto podré en su pecho
BARTOLOMÉ: No tanto bien te prometas,
DEMONIO: Tal vez podré, aunque ellas sean