IntraText Índice: General - Obra | Palabras: Alfabética - Frecuencia - Inverso - Longitud - Estadísticas | Ayuda | Biblioteca IntraText | Búsqueda |
Link to concordances are always highlighted on mouse hover
MALANDRÍN: Después de la salpicada,
Mas, puesto que no lo es,
y que prosiguiendo va,
Por lo menos extrañeza
que hoy todo cuanto hay que ver
Y esto aparte -- ¡vive Dios! --
que él se ha puesto en el caballo
FLORISEO: Pues que ya la noche fría
que no siempre ha de envidiar
que, en ausencia de sus rayos,
Salen ROSICLER y CORO por el otro lado
ROSICLER: Pues Lindabridis permite,
hasta el fin de tanto empleo,
quien no le siente, por mí
CORO 1: "Bellísima Lindabridis,
CORO 2: "¿Para qué buscas más rayos,
compitiendo con las selvas,
FLORISEO: Desotra parte del monte
ROSICLER: Éste es Floriseo, que así
MALANDRÍN: Vísperas son a dos coros;
en tanto que cantan ellos
CORO 1: "Despojos son de tu planta
CORO 2: "Y porque el aire no esté
ROSICLER: Bajeza es que un hombre noble
la obediencia me disculpa.
MALANDRÍN: (Por esta parte se acerca Aparte
que no sé si es hembra o macho;
más de lo que yo quisiera.
como yo, y en esta duda
ROSICLER: (Este hombre viene, sin duda, Aparte
a reconocerme y darme
en que canten, pues le ofenden.
De cuantos una hermosura
pues por no perderla siempre,
CORO 1: "¡Ay Lindabridis bella, hermosa y pura,
milagro del amor y la hermosura!"
CORO 2: "¡Ay Lindabridis pura, hermosa y bella,
que eres del cielo flor, del campo estrella!"
MALANDRÍN: (¡Vive Apolo, que se vuelve! Aparte
¿Esto es ser valiente a oscuras?
FLORISEO: (Ésta es cautela o industria Aparte
la espada, las esperanzas
pues no ha de lograr su intento.
que huir de amante en la ocasión,
MALANDRÍN: ¡Viven los cielos, que son
Que si esperaran un poco
sin hüir -- ¿hay tal locura? --
huyera yo.
ROSICLER: No dejéis de cantar nunca.
CORO 1: "Suspiros son de un amante
CORO 2: "Porque así fuentes y flores
CORO 1: "¡Ay Lindabridis bella, hermosa y pura,
milagro del amor y la hermosura!"
CORO 2: "¡Ay Lindabridis pura, hermosa y bella,
que eres del cielo flor, del campo estrella!"
MALANDRÍN: ¿Dueño yo de la campaña
en esta ocasión alguna
soy, de allén que vengo en fucia,
si ella es la vana, e yo el trapo,
ya de la cámara sea,
¿Non la hay? Pues sea mondonga;
que ¿a quién mondongas no escuchan?
aun dueñas no hallará, si dueñas busca."
Vase. Ábrese el castillo y salen, como a
un jardín que estará fingido dentro de él,
LINDABRIDIS, SIRENE, ARMINDA, y las damas, dejando abierta la
porque en su misma belleza
CORO 2: "Pues, cuando deidad la adoran,
CORO 1: "¡Ay Lindabridis bella, hermosa y pura,
milagro del amor y la hermosura!"
CORO 2: "¡Ay Lindabridis pura, hermosa y bella,
que eres del cielo flor, del campo estrella!"
SIRENE: Bien los dos competidores
pero yo no supe nunca
que gallardos caballeros,
SIRENE: Quien de hacer obsequios gusta
cerca está Constantinopla.
y disfrazadas.
LINDABRIDIS: ¡Qué bien
las fuentes de estos jardines,
que el canto a las aguas hurtan!
SIRENE: Esta alfombra, que tejió
de mastranzos y de juncia
LINDABRIDIS: Desde aquí se oyen mejor
dulces canciones, que anuncian
anticipada la guerra.
Siéntase, y queda como dormida
SIRENE: Y ella por verte madruga.
ARMINDA: Pues la princesa se queda
ROSICLER: Vamos, si tú gustas.
Vanse SIRENE y ARMINDA. Sale FAUNO por la
FAUNO: Cuando de la opuesta boca,
siguiéndome, se quedara
que a la obscuridad nocturna,
mucho más que lo que escuchan.
que a las sangrientas y duras
que una admiración me ciega,
¿Si es la diosa que este templo
No en vano, pues, la adurmieron
flores que sus plantas buscan;
todos dicen que ésta es
¿si es viva o si es escultura,
Que para todo hay disculpa;
para estar viva, en dar muerte
para estar muerta, en dar vida
Llega a tomarle la mano a LINDABRIDIS
¿Atreveréme a tocar
la nieve? Sí. Mas -- ¡ay cielos! --
LINDABRIDIS: ¿Quién
LINDABRIDIS: No podré, porque el temor
¿cómo te atreviste, cómo,
si entra, entra con la disculpa
y entra en él porque le alumbra?
FAUNO: Como yo soy más que el sol
porque vengo a traer la sombra;
LINDABRIDIS: ¡Arminda, Sirene, Flora!
SIRENE: ¿Qué das voces? ... ¡Suerte injusta!
ARMINDA: ¿Qué mandas? ... ¡Horror extraño!
FAUNO: ¿Son éstas las que han de darte
queda en pie, ¿quién ha de darles
muchos enemigos de estos,
aunque ya lo esté a las tuyas.
como el clavel con las flores,
con los signos, y con ella
vuelva la sed, que me angustia
LINDABRIDIS: Antes seré de tu furia
LINDABRIDIS: ¡Caballeros, al castillo!
SIRENE: ¡Al castillo, caballeros!
ROSICLER: Sirena, las voces tuyas
que voz humana pronuncias,
LINDABRIDIS: ¡Ah leyes de honor injustas!
FLORISEO: Responded cantando siempre.
ROSICLER: No dejéis de cantar nunca.
ARMINDA: ¡Al castillo, caballeros!
LINDABRIDIS: ¿Cómo están sordos los cielos
a mi voz?
LINDABRIDIS: ¿Los montes
cómo no se descoyuntan?
FAUNO: Son los montes mis vasallos.
LINDABRIDIS: ¿Las fieras?
LINDABRIDIS: ¿Los hombres?
LINDABRIDIS: ¿Los rayos?
LINDABRIDIS: Yo rabia, veneno y furia.
¡Caballeros, al castillo!
¡Al castillo, caballeros!
Éntranse LINDABRIDIS, ARMINDA y SIRENE, y
síguelas FAUNO. Sale CLARIDIANA
CLARIDIANA: ¿Mi valor qué dificulta,
que no entra a ver qué ocasión
¿Qué aventuro en esto yo?
¿Las esperanzas futuras
de Lindabridis qué importan,
si yo no las tuve nunca?
Vase. Vuelven a salir FAUNO, LINDABRIDIS,
CLARIDIANA y las damas
LINDABRIDIS: ¡Que estén sordos los cielos!
¿Qué mucho, si el amor lo está y los celos?
CLARIDIANA: No así al amor ofendas,
ni deslucir su vanidad pretendas;
que yo por él satisfacerte espero.
FAUNO: (¡Qué bello joven!) Aparte
CLARIDIANA: (¡Qué galán tan fiero!) Aparte
LINDABRIDIS: (¡Qué desdichada suerte, Aparte
si mi vida redimo con su muerte!)
FAUNO: (No sé qué nuevas ansias he sentido Aparte
de que éste en su favor haya venido,
que de un veneno tengo el pecho lleno,
y se hace más lugar otro veneno.)
CLARIDIANA: Semidiós de estos montes
que, llenando de horror sus horizontes,
por no ser fiera y hombre en una esfera,
dejaste de ser hombre y no eres fiera,
a cuenta de este acero. Así apercibe
el nudoso bastón, que partir quiero
contigo el sol.
FAUNO: Pues yo llevarle entero;
de esta excelsa deidad, fuera bajeza
partirle ni aun un rayo; y más contigo,
al sol, cárdeno lirio cotejado
mendigo arroyo al rápido corriente
del Nilo, sombra pálida y pequeña
a la inmensa estatura de esta peña.
CLARIDIANA: No, barbaro, blasones,
ni de ajenos aplausos te corones;
a cuyo eclipse mengua tu fortuna;
que en fúnebre arrebol hoy le convierte;
si Nilo, mar sediento que le bebe,
si montaña, homenaje soy de nieve,
cuando a rayos de hielo le fulmina.
FAUNO: Acis, mancebo de esta Galatea,
si soy el Polifemo vuestro, sea
este bastón, ya que no aquella roca,
Riñen, dale FAUNO con el bastón a
CLARIDIANA, y cae
CLARIDIANA: ¡Muerto soy!
LINDABRIDIS: ¡Ay de mí!
flor, arroyo, cristal, jardín y fuente,
salpicados de púrpura caliente;
y, si fiero y sangriento no te obligo,
cortés amante quiero ser contigo.
en las pardas entrañas de la tierra,
ese luciente aparador del día,
que hidrópica esa cueva se las bebe,
porque registro fue del peregrino
que, hallando puerto aquí, perdió camino.
y en tanto ese cadáver considera,
porque admires, teniéndole delante,
valiente y rico a este tu nuevo amante.
LINDABRIDIS: Muda, cobarde, helada,
que no me deja qué elegir el miedo.
Aquí -- ¡oh qué horror! -- un triste me suspende,
allí -- ¡oh qué pena! -- un bárbaro me ofende,
aquí -- ¡qué pasmo! -- un joven agoniza,
allí -- ¡qué llanto! -- un monstruo atemoriza,
aquí -- ¡qué desconsuelo! --
deshojado un clavel, salpica el suelo,
allí -- ¡qué desventura! --
amante un bruto -- ¡ay Dios! -- mi fin procura,
y yo, sin quien me valga en este abismo,
a manos muero de mi encanto mismo.
Pero apelen a mí mis desconsuelos.
Fuera está del castillo, y en su cueva
la fiera horrible; pues eleva, eleva
del mágico conjuro -- el atrevido
vuelo; mi amparo y mi sagrado sea
el viento, que esta fábrica posea;
llevemos de este bárbaro desierto
un alma viva en un cadáver muerto.
Entra y cierra el castillo, que desaparece, y queda
el teatro como antes estaba. Sale MALANDRÍN
MALANDRÍN: ¡Ah, volador castillo! ¡Espera, espera!
¿No hay más hablar? ¿Se va de esa manera?
sea cortés y responda, pues le llamo.
Sale FAUNO con algunas cajas de joyas
FAUNO: Ya, Lindabridis bella,
que eres del cielo flor, del campo estrella,
podrás llenar las manos y los ojos
en estos...¡Ay de mí! "Ricos despojos"
con ser desdichas, las desdichas dudo.
MALANDRÍN: (¡Qué salvaje tan fiero es el que veo! Aparte
Con ser desdichas, las desdichas creo.)
FAUNO: ¿Adónde, adónde tanto alcázar sube?
¡Oh fábrica eminente, si eres nube
que bajaste del trono de Faetonte
por granizos de piedras a este monte,
mira que son prodigios que me elevan,
ser tú la nube y que mis ojos lluevan.
MALANDRÍN: (Si de noche fuera, Aparte
Mas ¿quién está testigo a mis ultrajes?
MALANDRÍN: Un servidor de todos los salvajes,
que por su devoción los ha buscado
para servir.
MALANDRÍN: ¿La cueva? Sí, y estuve en ella.
FAUNO: ...aquel alma feliz que a ser estrella
MALANDRÍN: Lindabridis se llama,
que anda buscando al hombre de más fama,
al más valiente y de mejor persona;
que, aunque es infanta, ha dado en ser buscona.
porque ya ¿qué buscona no es infanta?
FAUNO: Pues si al de más valor viene buscando,
FAUNO: Sí podrás; porque yo -- no tengas miedo --
te haré volar del aire tanto plazo
que, cayendo del mar a esotro cabo,
conmigo desde allá otro pasajuego
con la respuesta? ¿No es más fácil cosa
que paso a paso a Babilonia vamos,
donde en la lid a todos los venzamos?
Que yo con este escudo y esta espada
a tu lado me ofrezco a no hacer nada.
FAUNO: Bien dices; una balsa, bajel breve,
a los dos ese piélago nos lleve,
que aun no aje los rizos de la espuma.
Desde hoy serás mi guía; ven conmigo.
Lindabridis, espera; ya te sigo.
MALANDRÍN: Venme aquí en un instante
hecho escudero de un salvaje andante;
y aun con él más contento la siguiera,
si Lindabridis "lindo brindis" fuera.
Vanse. Baja FEBO en un caballo, atravesando el
para haber atravesado,
Mas no; que si tu ambición,
haciéndote dueño a ti
de mi desesperación,
contigo más el acaso
que pudo la diligencia.
¿Qué escuela, di, te ha instruido?
¿Qué lección, di, te ha enseñado,
Mas si en un concepto has sido
tiempo y en otro después
hacer dos sentencias una,
Mas ¿qué discurro -- ¡ay de mí! --
pues en varios resplandores
saberlo todo después.
Escóndese con el caballo entre los
bastidores. Se descubre una tienda de campaña, de donde
sale MERIDIÁN armado, con acompañamiento, y por
otro lado el rey LICANOR, viejo, y hacen al salir unos y otros
MERIDIÁN: Invicto Licanor, a quien aclama
y en cuanto el sol midió con veloz llama,
siendo una vez sepulcro y otra cuna,
no compitió ninguna con tu fama,
con tu deidad no compitió ninguna,
atiende, atiende, y en tu real presencia
hoy para protestar me da licencia.
rápido Eufrates, áspera montaña,
gente, ya propia sea, ya sea extraña,
testigos sed que Meridián espera
de sol a sol armado en la campaña,
tomando testimonio cada día
de que a sus enemigos desafía.
Sed testigos de cómo no ha faltado,
desde que se fijó el cartel del duelo,
de la tela y el sitio señalado,
constante al sol, al agua, nieve y hielo;
que a caballo o a pie, desnudo o armado,
con armas o sin ellas, hoy al cielo,
puesta la mano sobre el pomo, jura
que Licanor las armas le asegura.
Testigos sed también que tiene armada
tienda y familia a todo aventurero;
y que desde que entrare en la estacada,
le proveerá de armas y dinero;
y que en defensa de la celebrada
Lindabridis no ha entrado un caballero
a presentarse, y que por tantos días
Tartaria y la campaña están por mías.
FEBO: Ínclito rey del babilonio muro,
que fue de tanto idioma primer fuente,
cuando aquel edificio mal seguro
empinó al orbe de zafir la frente,
hoy que la novedad deste seguro
a tu patria conduce tanta gente
que parece, según la que a ella corre,
que aun la fábrica dura de la torre;
da licencia que un pobre aventurero
a Meridián en tu presencia diga
que tiene Lindabridis caballero
que su justicia a defender se obliga;
y que, si no se presentó primero,
fue porque el precio del honor consiga
el tiempo que ha tardado, pues entiendo
que el que es César de amor llegue venciendo.
LICANOR: Si de ese aventurero generoso
sois escudero, y por seguro envía
para entrar en la tela, licencioso
habéis andado en la presencia mía.
MERIDIÁN: No te enojes, señor, porque animoso
vuelva a su dueño y tenga yo este día
a quien vencer.
FEBO: (¿Quién vio fortunas tantas?) Aparte
LICANOR: Decid que llegue, pues.
LICANOR: ¿Quién es?
FEBO: Yo.
LICANOR: Loco estás, sin duda alguna.
FEBO: Nada al varón magnánimo le asombre,
que de los accidentes de la luna
desigualdades participa el hombre.
no le consume. Así os diré yo el nombre
que el traje os ha callado. Yo soy Febo,
que al sol el nombre como el lustre debo.
De Rosicler hermano...Mas no es justo
que piense yo que me ignoráis, pues creo
que ya de mi valor y esfuerzo augusto
lenguas y plumas son vulgar trofeo.
Supe el campo que haces y, a disgusto
de una dama que adoro, mi deseo,
eclipse desde entonces de tu gloria,
anhelo fue en la sed de esta victoria.
En África alcancé aquel prodigioso
castillo que a su arbitrio se pasea,
porque los elementos litigioso
pleito tuvieron sobre cúyo sea.
la tierra sus campañas hermosea,
en su estancia le ven mares y vientos;
y así le traen por lid cuatro elementos.
En sus planchas de bronce fui el primero
que su nombre imprimió; así le imprimiera
en un pecho de cera dulce y fiero.
Mas ¿quién dudara nunca o quién creyera
que a los arpones dos de oro y acero
se enterneciese el bronce y no la cera?
Yo lo dudara, pues a mi despecho
va mi nombre en el bronce y no en el pecho.
Seguirle quise, y sobre riza espuma,
huésped ya del cerúleo pavimiento,
viví un bajel que, sin escama y pluma,
águila fue del mar, delfín del viento.
Mas porque Amor de ciego no presuma,
fuego introdujo ardiente en nieve fría,
y el bajel Volcán de agua parecía.
Los marineros, viendo que Neptuno
no tomaba el desprecio con enojos,
por valerse del agua de sus ojos,
pero lo que apagó el llanto importuno,
de la voz encendieron los despojos.
¡Oh cuánto el riesgo en su favor ignora!
Pero ¿quién no suspira cuando llora?
Con tanto enojo sus venganzas fragua
el flamígero dios que, osado y ciego,
ni al fuego pudo mitigar el agua,
ni al agua pudo consumir el fuego.
El que el bajel, ya roto, al mar desagua,
vuelve a la llama a socorrerse, y luego
que ve la llama, vuelve al mar, de suerte
que dio esta vez en que escoger la muerte.
Tan uno el humo con el mar se vía,
tan uno el viento con el mar estaba
que, si el incendio ahogaba, el mar ardía;
y si el agua encendía, el viento ahogaba.
Dígalo aquel que el fuego se bebía,
dígalo aquel que llamas respiraba,
u yo lo diga, pues, a todo atento,
a la sala apelé de otro elemento.
Rompí, pasé y vencí la ardiente llama;
vencí, pasé y rompí la espuma luego;
y, logrando opinión, ventura y fama,
la amada tierra mido, toco y llego.
Tomé, tuve, logré sepulcro y cama,
donde confuso, absorto, helado y ciego,
ira y amor, piedad y rigor hallo
en el dueño feliz de ese caballo.
En él vine hasta aquí y, si haber perdido
por fortuna en el mar armas y hacienda,
causa bastante a mi desprecio ha sido,
yo haré que el mundo el desengaño entienda.
Haz sin armas el campo que te pido,
porque no me hagan falta, y yo defienda,
que ser merece Lindabridis bella
reina en el mundo, y en el cielo estrella.
LICANOR: Febo, de vuestro valor
por nieblas que se le opongan,
Pero, esto aparte, os respondo
hasta que por su persona
Y así, aunque yo sea el primero
que guarde a la ley la fuerza.
testimonio de que es él
el mismo que se presenta.
Y así, Febo invicto, es fuerza
con testimonio y certeza
FEBO: Sí haré; y porque no padezca
dé el testimonio de mí,
porque digan él y ellas
Salga donde...
que aquí me hallarás. No temas
que falte de aquí; porque,
y así en él, oh Febo, es fuerza,
que aquí me halles cuando vuelvas.
FEBO: ¿Hay hombre más infeliz?
del mar, sino que también
¿Yo exceptuado del honor
porque en batalla sangrienta
la ley de caballería,
Pues ¡vive Dios!, que esta injuria,
del mar, del viento y del fuego
que el sangriento humor le ofrezca;
y hallándola de corales
este paso, que es por donde
No ha de entrar aventurero
alguno desde hoy en ellas
sin hacer campo conmigo
y dejar su escudo. Sea
los astros, signos y estrellas,
hombres, brutos, flores, plantas,
así sus desprecios venga.
Mas ¿qué es esto? ¡Vive el cielo,
que entre los dos montes cierra
que hace a los dos competencia!
que las suyas; bien lo muestra
y desplomada la esfera,
que aun no pronunció el gemido
Pero -- ¡ay de mí! -- ciego estoy,
Abren las puertas del castillo
Sólo este testigo -- ¡ay triste! --
para que...Pero las puertas
se abren. ¿Qué he de hacer? Dejar
Lindabridis es desaire.
medio el esconderme; así
ni ella me ve ni hago ausencia.
Escóndese. Salen LINDABRIDIS y SIRENE como acechando
LINDABRIDIS: Pues sin estruendo ni ruido
-- antes que la novedad
despierte las gentes de ella --
SIRENE: Sólo son mudos testigos
de nuestra venida.
LINDABRIDIS: Pues
sal, Claridiano; ¿qué esperas?
CLARIDIANA: La sentencia de mi muerte;
sin ti, y es feliz quien llega
La ausencia es muerte del alma,
que lo que hay del cuerpo al alma
hay de la muerte a la ausencia.
LINDABRIDIS: Si, para morir de ausente,
también quien muere se ausenta.
Y ya que, por no dejarte
-- después que amor a mis quejas
te traje hasta aquí, no quieras,
-- ¡turbada estoy y suspensa! --
y a Dios, que con bien te vuelva.
Claridiano, en su violencia.
CLARIDIANA: No -- ¡ay cielos! -- con tanta priesa
LINDABRIDIS: Temo...
CLARIDIANA: ¿Aquí ya qué hay que temas?
LINDABRIDIS: ...que te vean...
CLARIDIANA: Di.
LINDABRIDIS: ...salir
del castillo, y que no pierdas
las esperanzas...
LINDABRIDIS: Esto basta.
CLARIDIANA: No, no quieras
LINDABRIDIS: No dudo yo que me entiendas.
CLARIDIANA: Ni yo dudo que te entiendo.
LINDABRIDIS: Pues, si me entiendes, ¿qué esperas?
CLARIDIANA: Que me lo digas.
LINDABRIDIS: ¿Por qué?
CLARIDIANA: Porque hay una diferencia
que es dicha aparte el oírlas,
muchos después de saberlas.
LINDABRIDIS: Pues temo, si eso te agrada,
que las esperanzas pierdas
en el castillo.
CLARIDIANA: No quieras
LINDABRIDIS: Dices bien; porque si Amor
con su dama? Mas ¿qué esperas?
de mí, señora, en mi ausencia?
LINDABRIDIS: No; que no me olvidaré.
CLARIDIANA: ¿Serás mía?
LINDABRIDIS: Amor lo quiera.
CLARIDIANA: Porque veas de mi fe
las más declaradas muestras,
me contento.
LINDABRIDIS: Esa promesa
CLARIDIANA: ¿Quién lo asegura?
LINDABRIDIS: Mi fe.
CLARIDIANA: ¿Será firme?
LINDABRIDIS: Será eterna.
CLARIDIANA: Pues, adiós.
CLARIDIANA: Conmigo
vas.
LINDABRIDIS: Y tú conmigo quedas.
(¡Qué ardiente el rayo es de amor!) Aparte
CLARIDIANA: ¡Qué frías son las finezas
FEBO: (¡Qué rigurosa es la fuerza Aparte
Éste es el dueño -- sí, él es --
el dueño de Lindabridis;
CLARIDIANA: ¡Oh Babilonia! Tus muros
que ha de ser teatro donde
A ti vengo.
CLARIDIANA: (¡Válgame el cielo! Este es Febo. Aparte
pues me alegraré que sea
por mí, cuantos amenaza
FEBO: Pues con dejar ese escudo
al primer aventurero.
CLARIDIANA: Mucho ofreces, mucho intentas,
de defenderle.
FEBO: Pues sea
solicitaste esta empresa.
CLARIDIANA: Bien dices, ingrato Febo.
Pero ¿cómo se te acuerda
en que a estas campañas vengas?
de nuestra naturaleza
que hay piedad que te agradezca
pues no hubiste -- es cosa cierta --
entonces su ligereza;
CLARIDIANA: También
lo es en mí que le defienda;
pero no ha de ser a vista
que es ley que pierda la acción
su acero aquí.
una ley misma interpreta.
CLARIDIANA: Pues si estás desengañado...
(¡Qué buena ocasión es ésta!) Aparte
...de que favores que entonces
la pretensión de esta dama;
quiere, estima, adora y precia.
FEBO: Hoy no riñe aquí el amor,
riñe el honor, porque entiendas
que el que en la ocasión se halla,
CLARIDIANA: Pues yo no quiero de ti
más satisfacción que ésa.
FEBO: Ésta no es satisfacción,
ni yo a ninguno la diera,
que es obligación primera
la obligación del honor.
Ya estoy restado a esta empresa
CLARIDIANA: La lengua
suspende. (¡Ay de mí! ¿Qué escucho?) Aparte
¿Tu honor, Febo, en contingencia?
a pronunciarlo; que el alma
con cada voz me atraviesas.
FEBO: Suspenso otra vez me tiene,
ver que aumentes mis desdichas
CLARIDIANA: (Ya, cielo, éste es otro caso; Aparte
armas contra mí, pues ellas
le darán a Lindabridis;
en tan grandes confusiones
su honor viva y mi amor muera.)
Febo, si la obligación
la mía también; y así
Echa el escudo en el suelo, y sacan las
FEBO: Por no errar en lo que diga,
con la espada -- que es la lengua
CLARIDIANA: ¡Qué gran ventaja me llevas.
Febo!
CLARIDIANA: En que, si tú
FEBO: No vi más templado pulso.
CLARIDIANA: No vi más notable fuerza.
del rostro.
FEBO: Y a mí con ella
si está viva o si está muerta.
CLARIDIANA: Pues en tanto que lo dudas,
FEBO: Seguiréte, aunque a las nubes
LICANOR: ¿Qué voces son éstas?
Salen LICANOR, MERIDIÁN, y gente
FEBO: (Guardar mis penas importa, Aparte
hoy por mi espada le adquiero,
LICANOR: De vuestro valor augusto
-- cada cual de amores ciego --
esta empresa.
MERIDIÁN: Dadme ahora los brazos vos,
FEBO: Yo callo, por no ofenderte.
LICANOR: Ya que tanta bizarría
los semblantes de la muerte,
porque juntos visitemos
todo el mundo suspendido
con admiraciones.
TODOS: Vamos.
Vanse. Suena música, ábrese el
castillo, como primero, y salen LINDABRIDIS, SIRENE, ARMINDA, y
las damas
LINDABRIDIS: Pues mi hermano y Licanor
hoy manifestar se tienen
Salen LICANOR, MERIDIÁN, ROSICLER, FEBO y
todos
a honrar el suelo en que estás;
Yo enmudecí, lo demás
te diga la admiración.
LINDABRIDIS: Si una suspensión forzosa
es en el que se turbó,
MERIDIÁN: Dadme vuestra mano, hermana,
todos esperando están,
de hablar estos caballeros,
LINDABRIDIS: A todos responderé
todos lugares.
Vanse sentando cada uno junto a una dama [FLORISEO
con SIRENE, ROSICLER con ARMINDA, y FEBO con
FLORISEO: Aquí,
ROSICLER: Yo junto a vos, dama bella,
ARMINDA: Ya que no me cupo el sol,
por lo menos sois su estrella.
CABALLERO 1: Como a luz de aquella esfera,
gozaré este resplandor.
CABALLERO 2: Yo os adoro, como a flor
FEBO: Yo, el más dichoso en efeto,
LINDABRIDIS: ¿No veis que es favor en vano?
FEBO: Si queréis que del conceto
quién es la que en vano quiere,
LINDABRIDIS: Yo no os he entendido.
FEBO: ¿No?
CLARIDIANA: (Aquí me traen mis desvelos Aparte
LINDABRIDIS: (Ya Claridiano se ofrece. Aparte
sus celos! ¡Oh, si entendiera...!)
LICANOR: Maravillas dudo y creo.
CLARIDIANA: (Esto ya es morir.) Si alcanza Aparte
por hacer una mudanza.
Tocad. (¡Oh, si a ver lograda Aparte
llego la acción que emprendí!)
SIRENE: ¡Atención, que desde aquí
Puso el autor aquí este sarao, para que,
dilatándose en las mudanzas lo que pareciere, sirva de
sainete, en lugar del que se estila hacer entre las dos jornadas