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TRISTÁN: Señor, ¿qué es esto? ¿Qué desigualdades
muestras en tus pasiones, siendo indinas
de un heróico varón las variedades?
Yo te vi ya abrasar por las divinas
partes de Blanca, y ya tu amor bañado
del Lete en las corrientes cristalinas;
y agora, cuando en el feliz estado
de excelso presidente de Castilla,
el rey con justo acuerdo te ha ocupado
con que entendí que la postrera astilla
de la flecha amorosa despidieras,
pues la ambición no sabe consentilla,
hallo que convalecen tus primeras
penas, y miro tus cenizas frías
llamas brotar que abrasan las esferas.
JUAN: Tristán, no admires las mudanzas mías,
pues según son las causas diferentes,
ya tristezas producen, ya alegrías.
Estos que notas, nuevos accidentes,
más son de celos ímpetus rabiosos,
que impulsos del amor convalecientes;
porque hay favorecidos, hay celosos;
despierta el cuidadoso al descuidado,
y desdichados hay porque hay dichosos.
Después que los rigores han turbado
mostrar la hermosa Blanca a mi cuidado;
después que divertida, áspera y fría
conmigo, a don Enrique más se llega,
tanto cuanto de mí más se desvía,
tan ardiente furor desasosiega
mi pecho, tan del todo me enloquece
no sé si ciego Amor, si envidia ciega
que sólo al mal que el corazón padece
remedios busco, y sólo el pecho mío
Apenas me resuelvo al desvarío,
cuando me ocurre un mar de inconvenientes,
y me detengo en él, si no me enfrío.
Miro que por caminos diferentes
corre Blanca a su honor, yo a mi deseo
impedidos de varios accidentes.
Ella, sin los contratos de himeneo,
no quiere dar remedio a mi cuidado.
Es noble, razón tiene, ya lo veo.
Yo, viendo la grandeza de mi estado,
el alto oficio, la feliz privanza
con que hasta el cielo el rey me ha levantado;
como sigue tormenta a la bonanza
en el mar de la vida, y la Fortuna
sólo sabe ser firme en la mudanza;
quisiera, pues mis pies huellan la luna,
poner un clavo a la voltaria rueda,
y al frágil edificio una coluna,
emparentando agora con quien pueda
prestar a mi defensa un muro fuerte,
cuando a mi dicha adversidad suceda.
TRISTÁN: Alta razón de estado.
se causan las mudanzas que condenas.
TRISTÁN: Supuesto, pues, que no has de resolverte
a dar la mano a Blanca, y que tus penas
aumenta Enrique, para tu sosiego
en tanto daño. ¿qué remedio ordenas?
JUAN: Quitar la causa que acrecienta el fuego.
TRISTÁN: ¿Cómo?
JUAN: Con la ambición y con la ausencia
pierde las fuerzas el amor más ciego.
TRISTÁN: En ti lo verifica la experiencia.
JUAN: De la encomienda de León ha hecho
merced a Enrique el rey; si la asistencia
le hago dar de Sevilla, yo sospecho
que él a más rico casamiento aspire,
y a mí su ausencia me mitigue el pecho.
TRISTÁN: Industrioso es Amor.
entre tanto el volcán en que me abraso,
traza, Tristán, como yo hable, o mire
siquiera el sol de Blanca, cuyo ocaso
es de mi vida fin.
hablas, señor! ¿Ya sales de tu paso?
¡Brava labor ha hecho la celera;
mas di, ¿quiéresla ver secretamente
de noche?
Pues, ¿y la autoridad de presidente?
JUAN: La de un rey es mayor, y disfrazado
deja el dorado trono si Amor siente
demás que en el secreto iré fïado.
TRISTÁN: ¡Plegue al cielo que quiera darte ausencia
JUAN: Apelo a tu ingenio y tu cuidado.
TRISTÁN: Trazas no faltarán y diligencia;
mas tiénesla ofendida y es honrada.
TRISTÁN: Armarte de paciencia.
este viejo con tanto dilatarme
el arte que es de mí tan deseada.
Todo es pedirme, todo es acordarme
mis promesas. ¡Qué neciamente espera
al cumplimiento de ellas obligarme
antes de darme la lición primera!
Excúsame con él.
con eso entenderá. ¿Quién tal creyera?
Muda la condición quien muda estado.
ILLÁN: (¿Ya volvéis a don Illán Aparte
más experiencias, don Juan,
que para desobligaros
no os di lugar suficiente.)
TRISTÁN: Sea
ILLÁN: Al marqués quisiera dar
el parabién.
ILLÁN: Descanse pues, que es razón;
TRISTÁN: (Parece, por Dios, que oyó Aparte
ILLÁN: Las previas disposiciones
este códice, y tomar
los caracteres que ves;
y esto sabido, después
TRISTÁN: Presto, señor don Illán,
lo sabremos.
la ingratitud de don Juan.
en cumplir su obligación,
TRISTÁN: Ved si me queréis mandar
que a su excelencia le deis,
por mí.
De tres plazas que han vacado,
"Invocación para hacer
al silbar un mosquetero.
Tristán, que os comais de viejas.
los caracteres primero.
Mira al libro, y hace una letra con dedo en el
paño, alza el paño y aparece CHACÓN, y esconde
TRISTÁN: Fue por buriaros, Chacón,
CHACÓN: En vano excusas buscáis.
TRISTÁN: Como sé que la adoráis,
CHACÓN: Ingenioso habéis andado;
mas no os valdrá para mí;
CHACÓN: ¿Demasïado? Un buen día
TRISTÁN: Decid primero, por Dios,
CHACÓN: A pedir audiencia entró
y para no ser sentido
y escucharos, me escondí
CHACÓN: Esto no es sino hacer bien,
y yo me entiendo.
que además de ser gustosa
provechosa os ha de ser.
y cuando no lo cumpliere,
que a lo menos de temor
mi obligación cumpliré.
TRISTÁN: Demás de esto os daré
que hay en Madrid, y es, Chacón,
Caracteres para hacer
CHACÓN: ¡Oh, qué buenos caracteres!
de cristianos y de moros,
CHACÓN: Con eso quedo vencido.
TRISTÁN: Yo cumpliré lo que digo;
CHACÓN: ¿Eso me habeis de advertir?
TRISTÁN: Cuerdo sois; no es menester.
que hay curiosos, y será,
querer defenderle en vano.
Mételo en la faltriquera
Abrázase TRISTÁN con él, y da voces
CHACÓN: ¿Qué es esto?
que es ladrón.
TRISTÁN: Tras este dosel lo hallé
las faltriqueras; quizá
TRISTÁN: "Arte de nigromancía."
¿Esto más? ¿Así, Chacón,
¡Qué buena bellaquería!
JUAN: ¿Qué es esto?
TRISTÁN: Manda que le lleven preso;
que es también encantador.
este libro.
JUAN: "Arte de nigroiuancía."
pues dar pena es vuestro gusto,
en una casa en que había
conversacián, cierto día
Pues el que le recibió,
Y así, con esta invención
aquel mismo que había dado
hay gente y podrá escucharnos.
JUAN: El remedio es retirarnos
al camarín.
que en lo que me ha sucedido
Vanse. Salen don ENRIQUE, con hábito de
ENRIQUE: Si no le ofrezco a Blanca la encomienda,
ni estimo el bien ni logro la ventura;
que mi mayor aumento es sueño vano
si no llego a alcanzar su blanca mano.
LUCÍA: Si estuviera el serviros en la mía
experiencia tenéis de mi deseo;
mas hoy no puede ser; que acaba agora
de lavarse el cabello mi señora.
ENRIQUE: ¡Ay dueño hermoso! En ella considero
mientras sus hebras baña, al sol que esconde
cuando a los mares baja occidentales
pirámides de luz en sus cristales.
¡Quién viera las estrellas en que adoro
dar brújulas de luz por nubes de oro
quién en sus rayos ensartar la aurora
las mismas perlas que naciendo llora!
LUCÍA: Ablandará diamantes tu terneza.
Ven a la calle, Enrique, a media noche;
que yo sacaré a Blanca a la ventana.
ENRIQUE: En nuevo oriente se verá Dïana.
Publique esta cadena, mi Lucía,
la que pones con eso al alma mia.
LUCÍA: Inclinas firme, y liberal obligas.
ENRIQUE: ¿Qué seña podré hacer?
del balcón a las doce, solamente;
y adiós.
ENRIQUE: Mi vida estriba en ti, Lucía.
LUCÍA: De mi cuidado tus intentos fía.
Esto sí es negociar, y esto se llama
a Dios rogando y el dinero dando.
sacarle--el cielo sabe cuán sin gana
de cumplirlo--mi dueño a la ventana
y tanto obró, pagando francamente,
la promesa sin alma, que me pesa
de que fuese sin alma la promesa.
Ya mudo parecer; que el presidente
con el poder obliga solamente.
¿Qué se me sigue a mí de su grandeza?
Y más si, de ella ya desvanecido,
galán pretende ser, y no marido?
Y siendo esto imposible, nunca espero
fruto de su poder ni su dinero.
¿Cansarme?
a ver si el presentar ante tus ojos
de roja cruz atravesado el pecho,
era con tus crueldades de provecho;
Soberano poder del rey de España!
Sin que nada le cueste da un tesoro,
y sabe y puede hacer, solo queriendo,
la más vistosa gala de un remiendo.
LUCÍA: Dijo que si tu mano no alcanzaba,
ni hábitos ni encomiendas estimaba.
Mientras más sube, más humilde adora;
bien otro que el marqués desvanecido
en quien con el honor crece el olvido.
BLANCA: Conozco lo mejor, y aunque lo apruebo,
elijo lo peor; que en daño mío
huye la inclinación del albedrío.
LUCÍA: Excuséte diciendo que acababas
LUCÍA: Callaré lo demas; que le aborrece,
y mejor al descuido y engañada
la sacaré a la reja, que avisada.
TRISTÁN: Licencia no ha de aguardar
quien halla abierta la puerta,
secretario, que no fuera,
más que hermosa, desdichada!
TRISTÁN: No estés triste, cuando tengo,
señora, qué suplicarte.
BLANCA: Con tener en que agradarte,
¿Qué quieres?
si te sirves.
LUCÍA: ¿Para mí
hay ya secretos?
de dos frailes que habían sido
por provincial elegido.
nuestro padre ciertas cuentas,
Y él respondió, "Desde que es
Pater noster anda en cuentas."
di, "Desde que es secretario,
LUCÍA: Oblígasme a que recele,
BLANCA: A esa puerta te retira.
TRISTÁN: El presidente,
BLANCA: ¿No es más cuerdo su excelencia?
TRISTÁN: ¿Qué sabes si, reducido
¿Qué arriesgas en darle audiencia?
BLANCA: Quien se deja a solas ver
TRISTÁN: Óyele en tu reja pues.
BLANCA: Si no ha de ser mi marido,
TRISTÁN: ¿Qué, pierdes en esenchalle?
BLANCA: Otro esposo ser podría.
TRISTÁN: Del secreto te confía.
BLANCA: Ahora bien, esté en la calle
a maitines.
¿Qué seña?
TRISTÁN: Solos vendremos los dos;
y tú de esto cautamente
que publicarlo podría,
está mal a un presidente.
Hablan en secreto. LUCÍA habla al paño
LUCÍA: (Rabiando estoy de que a mí Aparte
me tenga por sospechosa.
Tristán! ¿Qué mudanza es ésta?
me encargó.
¿No adviertes que soy mandado?
LUCÍA: ¿Qué es esto, señora mía?
BLANCA: Recatos del presidente,
LUCÍA: Si no ha de ser tu marido,
ni aun esperanzas le des.
Vanse. Salen don JUAN y TRISTÁN
JUAN: ¡Y pantorrillas! ¿Qué más?
TRISTÁN: Que enfadoso aliento das.
TRISTÁN: Pues, señor, a no mentir
el maldiciente, ¿lo fuera?
Aquél es murmurador
que divulga falsedades;
lamo yo predicador.
JUAN: ¿Es reloj? Como lo espero,
se me antoja.
JUAN: ¿Que al fin tan resuelta ves
a Blanca?
JUAN: "Si no ha de ser mi marido,
TRISTÁN: Y a fe que era buen consejo.
JUAN: Si no puede haber mudanza,
TRISTÁN: Este zaguán ha quedado
prevención de mi cuidado.
JUAN: Y fue cuerda prevención;
en conocerme, será
Mas oye.
que o me engaño o viene gente.
TRISTÁN: Pues miéntras pasa, al zaguán.
ENRIQUE: La soledad de la noche
BLANCA: Al reloj siguió la seña.
TRISTÁN: Uno es solo, y se ha parado
¿Quién puede ser sino un cuerpo
que en tu cielo busca el alma?
JUAN: ¡Vive Dios, que habla con ella!
Escuchemos lo que hablan.
BLANCA: De la merced que os ha hecho
JUAN: Enrique es, y doña Blanca
de la encomienda le da
el parabién.
ENRIQUE: Todo es nada
BLANCA: Si estáis en eso resuelto,
yo lo estoy también.
BLANCA: (Declaróse. ¡Dicha extraña! Aparte
¡Oh, lo que pueden los celos!)
ENRIQUE: (¡Oh lo que un hábito alcanza!) Aparte
JUAN: ¿Que tal escucho? No puedo
ENRIQUE: ¿Quién es?
TRISTÁN: ¿Es acaso vuestra casa
por aquí?
ENRIQUE: Pues, ¿qué os importa?
TRISTÁN: ¿Es don Enrique de Várgas;
porque el presidente os llama
para un negocio importante,
que antes de acostarme os hallo
ENRIQUE: Id delante, secretario;
que ya os sigo.
BLANCA: ¡Ay desdichada!
ENRIQUE: Adiós, mi bien. ¿No respondes?
BLANCA: ¡Que por el marqués le hablase!
JUAN: ¿Estás en la reja, Blanca?
JUAN: ¿Esto haces
quieres que se case un grande?
¿Ves mi razón? ¿Ves tu infamia?
BLANCA: Si a la seña que te di
JUAN: Pues si engañada saliste,
BLANCA: No lo estuve hasta que habló
de la encomienda le dabas,
BLANCA: ¿Yo dije encomienda? Calla.
daros ya la enhorabuena"
¿no le dije?
¿no es lo mismo?
BLANCA: No es lo mismo;
de la presidencia.
JUAN: ¿Cómo?
no le conocieses?
BLANCA: No;
digo que no, y esto hasta;
mas ¿qué doy satisfaciones?
¿Has de ser mi esposo? ¿Callas?
JUAN: Cuando tales cosas veo...
BLANCA: Estas cosas no te dañan
Aquí te has de resolver,
¿quieres que todo lo arriesgue
con quien...? Perdóname, Blanca;
que es muy desigual tu estado,
BLANCA: Calla, falso. pues si agora
¿No me quebrarás también
Tu oficio y del rey la gracia;
BLANCA: Si no dices, "Soy tu esposo,"
JUAN: Terrible estás de resuelta.
BLANCA: Estoy resuelta, de honrada,
JUAN: ¡Ah, enemiga! ¡Vive el cielo,
pues tan resuelta me agravias,
que ni te has de ver conmigo
Pues tú mi afición desprecias,
Vase. Salen TRISTÁN y tres PRETENDIENTES, con
PRETENDIENTE l: Merezca en esta ocasión
que vusted, como quien es,
PRETENDIENTE 1: Una comisión.
TRISTÁN: ¿Qué?
¿Fuera de aquí?
PRETENDIENTE 1: En Zaragoza.
PRETENDIENTE 1: Con mujer moza
y hermosa.
Vase el PRETENDIENTE 1
PRETENDIENTE 2: Para que una plaza alcance
PRETENDIENTE 2: He escrito un libro en romance.
TRISTÁN: ¿Qué?
PRETENDIENTE 2: En romance.
PRETENDIENTE 2: Y también fui traductor
Vase el PRETENDIENTE 2
PRETENDIENTE 3: ¿Qué hay de mi negocio?
PRETENDIENTE 3: Pues, ¿no ha bastado a mostrarlo
TRISTÁN: Acá tiene su excelencia
PRETENDIENTE 3: Señor, si favor me da,
TRISTÁN: ¿Qué?
Vase el PRETENDIENTE 3. Salen doña BLANCA,
con manto, don ILLÁN, y don ENRIQUE
ENRIQUE: A las dos de la mañana,
que hasta entonces me tuvieron
BLANCA: (Yo fui causa de ese efeto.) Aparte
ENRIQUE: ...entrarme mandó el marqués,
que os partáis, Enrique, luego,
más venturosos aumentos.
por los despachos." Con esto
le dejé, y a despedirme
ILLÁN: Vueseñoría, señor,
lo mucho que gana en ello,
ENRIQUE: Vos, Blanca, ¿no respondes?
su resolución resulte;
ENRIQUE: ¿Qué es esto, sagrados cielos?
ILLÁN: Don Enrique, yo me entiendo.
TRISTÁN: Su excelencia viene, ¡plaza!
JUAN: Señor don Illán, ¿qué es esto?
ella misma.
es éste, Blanca?
ILLÁN: Como engaños de la corte
y desengaños del tiempo
han dado a mis esperanzas
tan notorios escarmientos;
como tantas dilaciones
el debido cumplimiento,
en que mostrais que o fingidas
os mudó los pensamientos,
o consultado a lo menos;
a dejar las pretensiones
JUAN: (Con la ausencia me amenazan Aparte
por obligarme con eso
al revés el pensamiento.
de altiveces con desprecios,
de desprecios con desdenes,
Para obligar superiores,
debiérades, si sois cuerdo,
atribuirlo a que en vos
faltan los merecimientos;
y no motejar a quien
con tan libre atrevimiento.
mas antes, según me ofendo,
De tu ingratitud he hecho.
Los caracteres deshago.
JUAN: ¿Qué es esto?
TRISTÁN: ¿Qué es esto,
ILLÁN: ¿Luego tuvistes por cierto
ser marqués y presidente
os representó mi ciencia
para conocer así
Vos le mostrastes tan vano,
que llegastes a querer
castigarme por lo mesmo
que ha visto vuestros desprecios
BLANCA: Claro está; porque trocar
a un desvanecido ingrato
ILLÁN: Vivas mil años. Enrique,
llegad. ¿Qué esperáis con esto?
ENRIQUE: Tan alto es el bien que alcanzo,
que el encanto es lo presente,
y lo pasado lo cierto.
TRISTÁN: Arrojóse pues: ¿qué harémos?
JUAN: De suerte estoy de corrido...
TRISTÁN: ¿Qué quieres? ¿Echar un reto?
Tú lo pecaste.
TRISTÁN: Lucía, ¿hay misericordia,
o me voy?
ILLÁN: Yo por lo menos,
TRISTÁN: Seré el lacayo primero
FIN DE LA COMEDIA