ACTO PRIMERO
Sale ROMÁN, vestido humildemente
ROMÁN: Ni beldad ni
gentileza [redondillas]
igual en mi vida
vi.
Sin duda a sí misma
aquí
excedió naturaleza.
Los miembros
forma perfetos 5
soberana
proporción,
y como la causa,
son
milagro en mí sus
efetos,
pues que su
vista primera
tanto en mi pecho
ha podido; 10
mas no fuera dios
Cupido
si igual poder no
tuviera.
Rindióme,
hirióme, matóme
de una vez. ¿Quién puede haber
que tan divino
poder 15
con humanas fuerzas dome?
¿Mas quién hay
que sin ventura
se atreva a tanta
beldad?
¿Cómo tendrá mi
humildad
alas para tanta
altura? 20
Sale TRISTÁN, de camino, dirigiéndose
a un mozo que está dentro
TRISTÁN: Sacad las mulas,
mancebo.
VOZ: ¡Cuerpo de Dios con
la priesa! Dentro
Aun no me he puesto
a la mesa.
TRISTÁN: Caminando como y
bebo
yo, como grulla,
en un pie. 25
Ensillad.
ROMÁN: Mientras
es hora
de partir, esa
señora,
me decid, ¿quién
es?
TRISTÁN:
No sé.
ROMÁN: Si el oficio
entre su gente
de mayordomo
ejercéis, 30
¿por qué causa
respondéis
un "no
sé" tan secamente?
TRISTÁN: No os espante
que del eco
guarde las leyes
así;
que si seco
respondí, 35
también
preguntastes seco.
¿No dijérades
siquiera,
"Hidalgo,
saber quería,
si cabe en la
cortesía,
quién es esta
pasajera"? 40
Y no, sin haber
jamás
visto a un hombre,
"Esa señora,
me decid, mientras
es hora
de partir, ¿quién
es?" Demás
que estoy con
vos en pecado, 45
porque os he visto
comer,
y ni vino os vi
beber
ni tocino habéis
probado;
y de hablar con
vos me corro;
que quien no come
tocino 50
ni vino bebe, es
indino
de hablar ni
escupir en corro.
ROMÁN: El padecer
corrimientos,
de flema y calor causados,
hace para mí
vedados 55
esos dos
mantenimientos;
y si con menos
razones
que debiera os
pregunté,
soy hombre llano, y
no sé
cortesanas invenciones. 60
Yo hablé con
sinceridad,
y con la misma os
ofrezco
mi amistad.
TRISTÁN: Yo lo
agradezco;
mas porque hasta en
la amistad
fuese también
desdichado, 65
tengo el amigo
primero
que he encontrado,
por agüero,
que es lo mismo ser
aguado.
ROMÁN: Desde hoy no lo
pienso ser
si con eso os
obligáis. 70
TRISTÁN: Pues a lo que
preguntáis
es justo ya
responder.
Don Francisco de
Meneses, [romance]
cuanto desdichado,
noble,
padre de esta
hermosa dama, 75
que Aldonza tiene
por nombre,
con ella y su casa
toda
de Deza partió a la
corte,
al pleito de un
mayorazgo,
que hoy es ya de
Aldonza el dote. 80
Venciólo al fin;
mas no quiso
su fortuna que lo
goce,
pues salió con la
sentencia
la de su muerte
conforme.
Aldonza, huérfana y
sola 85
con esto,
determinóse
a volver entre sus
deudos
a Deza, su patria,
donde
la espera ya, para
ser
su esposo, don Juan
de Torres, 90
mi señor, noble,
galán,
rico y venturoso
joven.
Y así, don Pedro,
su primo,
que es el que veis,
a la corte
se partió, para
volverla 95
acompañando en su
nombre;
que por no serle
decente
antes que su mano
goce,
no se atrevió a ser
él mismo
precursor de sus
dos soles. 100
Más que me habéis
preguntado,
he dicho en breves
razones;
y adiós, que ya en
la litera
la bella Aldonza se
pone.
Vase
ROMÁN: ¡Ah cielos! ¿Quién
vió salir 105
de purpúreos
pabellones
pródiga el alba de
rayos,
lloviendo perlas y
flores;
quién tras la fiera
borrasca
que formó tremenda
noche 110
vio el hermoso
Autor del día
bordar claros
horizontes,
quién por capital
sentencia
esperó suplicio
enorme,
y en dichosa
libertad 115
trocó las duras
prisiones;
que no juzgue,
bella Aldonza,
si a tu beldad las opone,
alba, libertad y
día,
sombra, esclavitud
y noche? 120
Sale doña ALDONZA, de camino,y don PEDRO,
escudereándola, y TRISTÁN, atraviesan el teatro
TRISTÁN: Llegad, mancebos.
Vanse doña ALDONZA, don PEDRO y TRISTÁN
ROMÁN:
¡Oh Amor!
¡Dichoso don Juan
de Torres,
que ha de gozar la
belleza
mayor que el mundo
conoce!
¡Ay de mí! Ya para
entrar 125
en la litera recoge
las faldas. Amor,
¿qué he visto?
¿Qué nuevo inhumano
golpe,
con breves puntos
de un pie,
siglos eternos
dispone, 130
tanto a los ojos de
glorias
cuanto al corazón
de ardores?
¡Perdido
estoy! ¡Estoy loco!
¡Muerto estoy! Ya el sol se esconde,
que deslumbra
cuando alumbra, 135
y ciega cuando se
pone.
Ya camina. ¿Qué he de hacer?
Por valles, prados
y montes
seré alfombra de
sus plantas,
sombra de sus
resplandores. 140
No puedo más... No
soy mío.
Miente la opinión
que pone
siempre elección de
los actos
en la voluntad del
hombre;
miente, que no hay
albedrío; 145
ley es todo, todo
es orden
dispuesto por los
influjos
de los celestes
orbes.
Pues te sigo, bella
Aldonza,
forzado de mis
pasiones, 150
como el acero al
imán
y como la aguja al
norte;
dictándome la
razón,
que el imposible
conoce,
por ser nuestros
dos estados 155
en todo tan
desconformes.
¿Quién, pues, me
dará esperanza
de que algún tiempo
la goce,
si diabólicos
engaños
no ayudan mis
pretensiones? 160
Que, según estoy,
no hay cosa
que no intente, no
hay desorden
que no emprenda, no
hay delito
que mi atrevimiento
estorbe.
¿Hay un demonio que
escuche 165
estas quejas, estas
voces,
y por oponerse al
cielo
dé remedio a mis
pasiones?
Sale el DEMONIO, en forma de galán
DEMONIO: Román Ramírez.
ROMÁN:
¿Quién es? [redondillas]
DEMONIO: Yo soy el mismo que
llamas, 170
que de las eternas
llamas
vengo en la forma
que ves,
a tus voces
obediente,
y dispuesto a tu
favor.
ROMÁN: ¿Qué dices?
DEMONIO: Pierde el temor, 175
pues Amor es tan
valiente.
Yo soy tu amigo,
que soy
quien a tu abuelo
ha servido
de familiar. Condolido,
Román, de tu pena
estoy. 180
Pero, pues de mí
te vales,
pierde la
desconfïanza;
que o lograrás tu
esperanza,
o a los reyes
infernales
faltará el
poder, la ciencia, 185
la industria, el
arte y engaño.
ROMÁN: Si al inevitable
daño
de esta amorosa
dolencia
das fin...
(Detestable medio Aparte
es al que me
determino; 190
mas si del cielo me
vino
la desdicha, y no el remedio,
¿en qué
dudo?) Una amistad
eterna hallarás en
mí,
y en el mundo solo
a ti 195
adoraré por deidad.
DEMONIO: Pues con
recíproco pacto
nos obligamos los dos:
tú a adorarme a mí
por dios,
y yo, igualando al
contracto, 200
a cumplirle, ese
deseo,
y hacer que de
Aldonza goces,
y que obedezca a
tus voces
todo el reino del
Leteo.
Riqueza, honor y
opinión 205
de noble y sabio he
de darte
y tras de todo,
librarte
del poder y la
opresión
de las
justicias, de suerte
que te valga mi
amistad 210
eterna felicidad
en la vida y en la
muerte,
pues si mi amigo
leal
hubieres sido en el
mundo,
.................... [ -undo] 215
te trataré como
tal.
ROMÁN: Pues con esas
condiciones
me pongo ya en tu
poder.
DEMONIO: Atiende a lo que
has de hacer
para que tus
pretensiones 220
consigas. Tú has de mudarte,
para no ser
conocido,
el nombre; que
concedido
me es a mí
desfigurarte,
ofreciendo en lo
visible 225
a los ojos otro
objeto,
ya que el natural
sujeto
alterar no me es
posible.
Con esto
entrarás en Deza,
e indicios darás de
que eres 230
hombre ilustre; di
que quieres
disimular tu
nobleza.
Y para hacerte opulento
en riquezas y
opinión,
y disponer la
ocasión 235
a tu enamorado
intento,
médico te has de
fingir;
que de él necesita
Deza.
ROMÁN: ¿Cómo podrá mi
rudeza,
si ni leer ni
escribir 240
jamás supe,
acreditar
esa invención?
DEMONIO: Yo
al oído
lo que el físico ha
sabido
más docto, te he de
dictar;
y pues no son a
mi ciencia 245
angélica
reservadas,
yerbas te daré
adecuadas
a sanar cualquier
dolencia.
Con esto y con
los engaños
que según las ocasiones
250
tracen nuestras
invenciones,
verás el fin de tus
daños.
ROMÁN: Impide, pues, a
don Juan
con Aldonza el
casamiento
antes que logre su
intento. 255
DEMONIO: Yo te lo ofrezco,
Román;
que de tal
suerte los ojos
de Aldonza
inficionaré
al mirarle, que le
dé
una vista mil
enojos. 260
ROMÁN: Pues ya en todo
te obedezco.
DEMONIO: ¿Qué nombre te has
de poner?
Y advierte que no
ha de ser
de cristiano, que
aborrezco
sus ecos.
ROMÁN:
Pónmele tú. 265
DEMONIO: Demodolo desde aquí
te nombra.
ROMÁN: El tuyo
me di.
DEMONIO: Yo me llamo
Belcebú.
Y con esto ven,
amigo,
para que el pacto
confirmes, 270
donde con tu sangre
firmes
lo que has tratado
conmigo.
ROMÁN: Vamos.
DEMONIO: Tu
lascivo ardor
verás presto
satisfecho.
ROMÁN: Tanto han podido en
mi pecho 275
codicia, ambición y
amor.
Vanse. Salen don JUAN, TRISTÁN, y
don PEDRO,
de ciudad
PEDRO: Ya, primo,
estaréis contento,
pues Aldonza, no
obligada
solo, pero
enamorada,
corresponde a
vuestro intento. 280
TRISTÁN: No pienso yo que
agradó
Narciso a la ninfa
más.
JUAN: ¡Estoy loco! ¿Quién
jamás
tal belleza
mereció?
PEDRO: En ella las
gracias todas 285
el cielo quiso
copiar;
y adiós; que voy a
sacar
galas para vuestras
bodas.
Vase
TRISTÁN: ¿Qué vestido
piensas darme
para estas fiestas,
señor? 290
Que yo también con
Leonor
tengo de
matrimoniarme.
JUAN: A tu voluntad
está
la tienda del
mercader.
TRISTÁN: ¿Cuándo, Fortuna,
he de ser 295
venturoso? ¿Cuánto
va
que, si lo voy a
sacar,
según nací
desdichado,
o el mercader ha
quebrado
o tú no te has de
casar? 300
JUAN: Calla. ¿Cómo
puede ser,
si Aldonza ya lo
desea,
ni que mi esposa no
sea,
ni que quiebre el
mercader,
siendo tan ríco?
TRISTÁN:
Porque es 305
mi Fortuna tan avara,
que si en zapatos
tratara,
nacieran todos sin
pies.
Un amo que tuve
yo,
dijo, estando ya
espirando, 310
"A Tristanillo
le mando..."
y al momento
mejoró.
Pero mi suerte
colijo
que se engañó; que
en teniendo
más aliento,
prosiguiendo, 315
"Mando a
Tristanillo," dijo,
"que al
punto que muera yo,
le pague todo el dinero
que me debe, a mi
heredero."
Y en diciéndolo
espiró. 320
JUAN: Pues con tales
desengaños,
no te he de hacer
bien jamás.
TRISTÁN: Quiéreme mal y
verás
como vives dos mil años.
JUAN: Ya sale Aldonza,
Tristán. 325
TRISTÁN: Di, señor, la que
te adora.
Salen doña ALDONZA y LEONOR
LEONOR: Aquí está don Juan,
señora.
Hablan las dos aparte, junto a la puerta
ALDONZA: ¡Qué dices! ¿Éste
es don Juan?
LEONOR: ¿En qué lo has
desconocido?
ALDONZA: O tú te engañas, o
a mí 330
me engañó cuando lo
vi,
o tengo el seso
perdido.
LEONOR: Lo postrero es
lo que creo.
¿Qué has visto en él que te asombre?
ALDONZA: ¿Don Juan puede ser
un hombre 335
tan mal tallado y
tan feo?
El que yo he
visto, el que quiero,
el que espera ser
mi esposo,
es gallardo y es
airoso;
éste es desairado y
fiero. 340
LEONOR: ¡Qué dices!
¿Estás sin seso?
¿Hay algún galán en
Deza
que a su talle y
gentileza
pueda igualar?
ALDONZA: Y aun
por eso
me afirmo en que
no es don Juan. 345
LEONOR: ¿Hay locura más
extraña?
Dime, el que le
acompaña
¿no es su crïado
Tristán?
ALDONZA: Sí.
TRISTÁN: ¿Qué
temes? ¿Qué contrario
embistes?
JUAN: Verla tan
bella 350
me acobarda.
TRISTÁN: Aguarda
que ella
te saque por el
vicario.
LEONOR: Ya llega; agora
verás
cuál de las dos se
ha engañado.
(O está loca, o se
ha mudado.) Aparte 355
ALDONZA: O estoy ciega o tú
lo estás.
JUAN: ¿Cuando, bella
Aldonza, harán
nuestras bodas
venturoso
al que solo en ser
tu esposo
funda su gloria?
Al oído a doña ALDONZA
ALDONZA: ¿Es
don Juan? 360
JUAN: ¿Cuándo el alma
que te adora
con tan deseada
unión
en dichosa posesión
se verá?
Aparte a su ama
LEONOR: ¿Es don
Juan, señora?
JUAN: Advierte, mi
bien, que están 365
juzgando las ansias
mias
eternidades los
dias.
Aparte a su ama
LEONOR: Di ahora que no es
don Juan.
ALDONZA: (¡Don Juan es,
al fin! ¿Qué es esto? Aparte
¿Qué puede
ser? O venía, 370
cuando otras veces
le veía,
tan aliñado y
compuesto,
que las faltas
ha podido
encubrir que agora
veo,
o me engañaba el
deseo, 375
o después acá ha
tenido
algún furioso
accidente
con que se ha
desfigurado,
o por dueño me ha
cansado;
que se juzga
diferente 380
el que se teme
marido
que el que se
estimó galán.)
JUAN: ¿No me respondéis?
Aparte al criado
(Tristán,
¿Qué es aquesto?}
TRISTÁN: (Mi
vestido.)
JUAN: ¡Señora! ¿Qué novedad 385
es ésta, Leonor?
LEONOR: No
sé.
(Si puedo lo
enmendaré.) Aparte
Pienso que una enfermedad,
que en el
corazón padece
y ha muy poco que
le ha dado, 390
este disgusto ha
causado
que vuestro amor no
merece;
que siempre que lo
ha tenido,
aunque libre del
dolor,
del melancólico
humor 395
vuelve a cobrar el
sentido.
Es tan turbado y
confuso,
que por gran rato
no entiende,
y la pasión le
suspende
de las potencias el
uso. 400
Yo apostaré que
hasta agora,
don Juan, ni os ha
conocido,
ni palabra os ha
entendido.
Mira que es don
Juan, señora,
quien te habla.
ALDONZA:
(Estoy perdida.) Aparte 405
JUAN: ¡Qué enfermedad tan
crüel!
ALDONZA: (No me casara con
él Aparte
si me importara la
vida.)
JUAN: Bella Aldonza,
gloria mía,
si cuantas piedras
cordiales 410
en las regiones
australes
el ligero ciervo
cría;
si cuanta
persiana yerba
y odorífero
semnión,
aplicado al
corazón, 415
de pasiones lo
reserva;
si cuanta perla
luciente,
cuanto purpúreo
coral,
antídotos de ese
mal,
engendra el mar y
el oriente, 420
alegrarte
pueden, tantas
me permite que te
ofrezca,
que al mundo todo
empobrezca
para enriquecer tus
plantas.
ALDONZA: Señor don
Juan...
LEONOR:
Ya ha cobrado, 425
pues habla, su
entendimiento.
ALDONZA: Ni sin salud hay
contento,
ni alegría con
cuidado.
Yo me siento de
tal suerte
sujeta a
melancolía, 430
que no hay para mí
alegría,
sino acercarme a la
muerte;
y así, es bien
que el casamiento
dilate hasta
mejorar;
que poco puede
durar 435
accidente tan
violento;
y entre tanto
sólo os pido
que el visitarme,
don Juan,
excuséis; que sois
galán
hasta ahora, y no
marido. 440
Vase doña ALDONZA
TRISTÁN: Leonor, ¿qué
ocasión ha hecho
en Aldonza tal
mudanza?
LEONOR: ¿Qué pensamiento lo
alcanza?
Algún demonio
sospecho,
por lo que mis
ojos ven, 445
que anda, Tristán,
por aquí.
TRISTÁN: ¿Y hay demonio para
ti?
¿Haste mudado
también?
LEONOR: Forzoso ha de ser
mudarme
si no se casan los
dos. 450
Vase LEONOR
TRISTÁN: Nunca, Leonor, me
dé Dios
otro mal que no
casarme.
¡Ah señor! ¿Qué
suspensión
es ésta? ¿Estás
persuadido
que ha causado mi vestido 455
este mal de
corazón?
"Tristan,
¿cómo puede ser,
si Aldonza ya lo
desea,
ni que mi esposa no
sea,
ni que quiebre el
mercader, 460
siendo tan rico?" Ya es clara
del mercader la
ventura;
que a ser firme
esta hermosura,
era fuerza que él
quebrara.
JUAN: No puede, no
puede ser 465
que Aldonza se haya
mudado.
Del corazón la ha
obligado
la dolencia a
proceder
con tan extraña
esquiveza;
que si de mí se
agradó, 470
si contenta el sí
me dio,
si yo adoro su belleza,
si soy el mismo
que fui,
si ella es la mesma
que ha sido,
si ni de ofensa ni
olvido 475
se puede quejar de
mí,
cosas son que
contradicen
el crédito a su
mudanza.
TRISTÁN: Eso ha dicho la
esperanza;
entran los celos y
dicen: 480
“Si, aunque con
mentira fea,
le han dicho algún
mal de ti;
si después que te
dio el sí
en nueva afición se emplea...”
JUAN: Calla, atrevido.
TRISTÁN:
¿Es error 485
discurrir sin
decidir?
JUAN: Sí; que ofende el
discurrir
en agravio del
honor.
TRISTÁN: ¿Puede ser?
JUAN: No
puede ser.
TRISTÁN: ¿Qué mujer no se
mudó? 490
JUAN: No es mujer
Aldonza, no.
TRISTÁN: ¡Vive Cristo, que
es mujer,
y se ha mudado,
y perdido
cuanta afición te
tenía!
JUAN: Pues ¿por qué
ocasión podía 495
mudarse?
TRISTÁN: Por mi
vestido;
y apostara a que
esto es cierto
de ojo, a no
recelar
que ella te volviera
a amar
porque yo quedase
tuerto. 500
JUAN: Necio estás.
TRISTÁN: Y tú
estás ciego,
pues en el aspecto
triste
de doña Aldonza no
viste
que de su amoroso
fuego
no hay ya ni aun
cenizas frías. 505
JUAN: Tú quieres matarme.
TRISTÁN:
Quiero,
señor, no ser
lisonjero.
JUAN: ¡Vive Dios, pues
que porfías,
y gustas de mi
pesar,
si no es cierta su
mudanza 510
y se cumple mi
esperanza,
que a palos te he
de matar.
TRISTÁN: Con eso, sí, los
regalos
de Aldonza has de
conseguir.
Sale LEONOR, con manto
LEONOR: Albricias vengo a
pedir. 515
TRISTÁN: ¡Mira lo que obran
los palos!
JUAN: ¿De qué, Leonor?
LEONOR:
Al instante
que desconsolado y
triste
de la presencia partiste,
don Juan, de tu
hermosa amante, 520
de todo punto
cobró
su acuerdo y,
enternecida,
amorosa y condolida
de tu pena, te
escribió
los favores y regalos
525
que en este papel
verás.
JUAN: ¿Ves, Tristán, cuán
necio estás?
TRISTÁN: ¿Ves cuánto pueden
mis palos?
JUAN: Por nueva tan
venturosa
te da en albricias
mi amor 530
esta cadena.
TRISTÁN: Leonor,
ya no puedes ser mi
esposa.
LEONOR: ¿Por qué?
TRISTÁN: Porque
yo no fuera
desdichado, a
merecer
hermosa y rica
mujer. 535
JUAN: Calla; que ya, aunque no quiera
tu fortuna,
pienso hacerte
venturoso, y el
vestido
mejorar que he
prometido.
TRISTÁN: Tente, señor; que
es perderte. 540
Lee
JUAN: "Si os di nombre
de marido,
ya es fuerza, por
no matarme,
revocarlo, no
casarme."
¿Qué es aquesto?
TRISTÁN: Mi
vestido.
LEONOR: ¿Cómo dice?
JUAN:
¿Dónde hay pena 545
que iguale con mi
pasión?
TRISTÁN: ¿Éstos los favores
son?
Vuelve, Leonor, la
cadena.
LEONOR: Vuelve, don
Juan, a leer;
que el papel me
leyó a mí 550
Aldonza, y no dice
así.
JUAN: Sí dice.
LEONOR: No puede
ser.
Lee
JUAN: "Si os di
nombre de marido,
ya es fuerza, por
no matarme,
revocarlo, no
casarme." 555
LEONOR: O el seso todo he
perdido,
o algún demonio a porfía
trueca las letras
así;
que yo misma se le
oí,
y tal razón no
decía. 560
JUAN: Con industria lo
habrá hecho
para engañarte,
Leonor;
que, viéndote en mi favor
aquel rigoroso
pecho,
trocó el sentido
al papel; 565
porque si tú lo
entendieras,
es cierto que le
impidieras
resolución tan
crüel.
Ello es cierto; yo he perdido
el bien que no
merecí. 570
LEONOR: Prosíguela.
JUAN: Dice
así,
Lee
"De mi mal ha
procedido
la esquiveza y
novedad
que disculpar es
tan justo;
pues no parte con
el gusto 575
su imperio la
enfermedad.
Doña Aldonza de
Meneses."
Leonor, tan clara
razón
no admite
interpretación
y, aunque tú misma
le oyeses 580
lo contrario,
esto que leo
viene de Aldonza
firmado,
y es cierto que se
ha mudado.
LEONOR: Yo lo miro y no lo
creo...
Dame el papel,
que estoy loca 585
y corrida de que a
mí,
ya que te la rompa
a ti,
me trate con fe tan
poca.
Vase LEONOR
TRISTÁN: ¿Y la cadena?
Voló.
Tú has hecho un
gentil empleo. 590
Sale don FÉLIX que se queda retirado,
escuchando a don JUAN
JUAN: Bien lo debo a su
deseo,
cuando a sus
efectos no.
¡Pluguiera a
Dios redimiera
lo menos del mal
que lloro,
con cuanto rubio
tesoro 595
produce la indiana
esfera!
FÉLIX: (¿Qué escucho?
Cuando es mi intento Aparte
pedir a don Juan,
hermano
de mi Teodora, su
mano
en albricias del
contento 600
de su cumplida
esperanza,
se lamenta. ¡Plega a Dios
que no nos dañe a
los dos
igualmente una
mudanza!)
¿Qué es esto,
don Juan?
JUAN: Amigo, 605
sucesos de un
desdichado.
Doña Aldonza se ha
mudado.
FÉLIX: ¿Qué decís?
JUAN: ¿De lo
que digo
dudáis, cuando
es en mi daño?
FÉLIX: ¿Y qué ha sido la
ocasión? 610
JUAN: Cierto mal de
corazón,
según dice, tan
extraño,
que de gusto y
aun de seso
la priva.
FÉLIX: (¿Hay
desdicha igual?) Aparte
Quiera Dios que
vuestro mal 615
estribe, don Juan,
en eso;
porque un médico
extranjero
ha venido, a cuya
ciencia
no hay reservada
dolencia.
Llevádsela; que yo
espero 620
no solo que
librará
de ese mal su
corazón,
pero que de su
pasión
la causa conocerá.
TRISTÁN: ¡Oh médico
celestial! 625
FÉLIX: (Callaré mi
pretensión Aparte
hasta mejor ocasión;
que un triste no es
liberal.)
JUAN: ¿Que es tan
sabio?
FÉLIX:
Eslo de suerte,
que por los pulsos
y aspetos 630
penetra hasta los
secretos
de la vida y de la
muerte.
TRISTÁN: ¿Que adivina el
extranjero
por los aspetos,
señor?
Mátenme si este
doctor 635
no fuere un gran
embustero.
FÉLIX: Con obras se
acreditó;
que no con palabras
sólo.
TRISTÁN: ¿Y llámase?
FÉLIX:
Demodolo.
TRISTÁN: Miren si el nombre
buscó 640
famoso por lo
exquisito,
por lo extraño
provocante,
porque dé al vulgo
ignorante
la novedad apetito.
JUAN: Félix, toda mi
esperanza 645
pongo yo en ese
doctor.
A mí me cure de
amor,
si a Aldonza no de
mudanza.
Busquémosle.
FÉLIX: De él espero
el fin que tu amor
desea. 650
TRISTÁN: Yo, que su
gualdrapa sea
la tumba de tu
dinero.
Vanse todos. Sale doña ALDONZA
ALDONZA: Cielos, ¿qué
vario accidente
causa los males que
lloro?
Ausente a don Juan
adoro, 655
y lo aborrezco
presente.
La postrer vez
que lo vi,
disforme me
pareció;
y luego que se
ausentó,
reina ya su amor en
mí, 660
poniéndonme,
porque muera
a los ojos la
memoria,
la nunca igualada
gloria
que hallé en su
vista primera.
¿Quién vio tan
nuevo furor, 665
y quién tan loco accidente,
que muera estando
presente
y viva, ausente, el
amor?
Sale LEONOR, con manto
ALDONZA: Leonor...
LEONOR: Vengo
tan corrida
de que me hayas engañado
670
con el papel que me
has dado,
que no olvidaré en
mi vida
este agravio.
ALDONZA: No
te entiendo.
LEONOR: ¡Bueno es leerme el
papel,
fingiendo que llevo
en él 675
a don Juan la vida,
siendo
la sentencia de
su muerte!
¡No supiera yo
leer!
¡Mal haya el hombre
o mujer
que da de su
humilde suerte 680
indicios con no
saberlo!
ALDONZA: ¿Qué dices? Muestra
y verás,
Leonor, que
engañada estás.
LEONOR: ¿Qué importa si has
de leerlo
conforme a tu
voluntad? 685
ALDONZA: Si con mi vida
aseguro
tu recelo, yo la juro
de leerte la
verdad.
Lee
"Si os di
nombre de marido,
ya es fuerza, por
no matarme, 690
revocarlo no,
casarme.
De mi mal ha
procedido
la esquiveza y novedad
que disculpar es
tan justo,
pues no parte con
el gusto 695
su imperio la
enfermedad."
¿Ésta la
sentencia ha sido
de muerte?
LEONOR: ¿Hay tal confusión?
Las mesmas palabras
son,
y no es el mismo
sentido. 700
¿En qué estará?
¿Hay tal tormento
como ser de ingenio
rudo?
¿A qué nació quien
no pudo
merecer entendimiento?
Pues muy
contrario sentido 705
don Juan al papel
ha dado,
con que se ha
desesperado
tanto como yo
corrido.
ALDONZA: Misterio hay,
Leonor en esto,
y a lo que puedo entender, 710
algún divino poder,
a nuestras bodas
opuesto.
Mas dime, por
vida mía,
¿qué te pareció don
Juan?
LEONOR: Tan de buen gusto y
galán, 715
que envidiarle el
sol podía.
ALDONZA: ¿Cómo es posible
que el verle
sola a mí me cause
enojos?
Pues si estuviera
en mis ojos
el defecto, ¿había
de hacerle 720
solo a don Juan
mi accidente
un agravio tan
crüel,
pues a nadie sino a
él
miro de sí
diferente?
No lo entiendo.
Sale TRISTÁN
TRISTÁN: Mi
señor, 725
tan enfermo de tu
mal,
que está más que tú
mortal,
te trae, señora, un
doctor
de cuya
infalible ciencia
huye medrosa la
muerte, 730
y los dos ya para
verte
sólo aguardan tu
licencia.
ALDONZA: Entren. Por dicha mi amor
hallará de tanto
daño
en don Juan el
desengaño, 735
o el remedio en el
doctor.
Salen JUAN, ROMÁN, de doctor galán, y
el DEMONIO, de platicante
JUAN: Aldonza, con el
cuidado
de vuestra
indisposición,
mi abrasado corazón
el remedio ha
procurado. 740
El señor doctor
que os viene
a visitar, no de humano,
de médico soberano
la fama y las obras
tiene.
Decid vuestro
mal; que creo 745
que tendrá fin la
dolencia,
si alcanza poder la
ciencia
y ventura mi deseo.
Aparte a LEONOR
ALDONZA: ¡Ay triste de
mí! Leonor,
mi mal crece de
hora en hora. 750
LEONOR: ¿Qué sientes?
ALDONZA: Don
Juan agora
me ha parecido
peor.
¡Qué narices!
Hablando aparte el DEMONIO con ROMÁN
DEMONIO: El
objeto
falso que ofrezco a
sus ojos
en don Juan le
causa enojos, 755
y se queja de su
efeto
Aldonza.
ROMÁN: Dime,
¿no fuera
mi pretensión más
segura
si el hechizo en la
hermosura
de Aldonza lo mismo
hiciera 760
que en don Juan,
porque él viniese
a aborrecerla
también?
DEMONIO: No, Román. No te está bien,
porque si él la
aborreciese,
ni cuidara de su
mal 765
ni te hubiera
menester;
y el amarla le ha
de hacer
contigo tan liberal,
que goces de su
riqueza
gran parte, y no es
de tu intento 770
el más leve
fundamento
para alcanzar la
belleza
de doña Aldonza.
ROMÁN:
Bien dices.
DEMONIO: (Lo más cierto es
que pretendo Aparte
que don Juan
pierda, sintiendo 775
los sucesos
infelices
de su amor, el
sufrimiento,
con que a delitos e
injurías
le precipitan las furias
de su celoso
tormento.) 780
¿Qué aguardas?
ROMÁN:
¿Has ya mudado
lo visible en mí?
DEMONIO: No
fuera,
si alguno te
conociera,
poderoso mi
cuidado.
No temas.
JUAN: (Yo la
he perdido. Aparte 785
Con gran disgusto
me mira.)
TRISTÁN: (Ella se queja, él
suspira, Aparte
y yo lloro mi vestido.)
ROMÁN: Si de las manos
confiero
las líneas con las
señales 790
del rostro, de
vuestros males,
señora, entender
espero
la verdadera
ocasión.
TRISTÁN: Señor doctor, no quisiera
que esta cura
adoleciera 795
de la santa
Inquisición.
JUAN: Calla, necio.
TRISTÁN: No
me vayas
a la mano, porque
he oído
decir que está
prohibido
adivinar por las
rayas; 800
y yo soy, aunque
me ves
en lo demás tan
humano,
un católico
cristiano,
testarudo aragonés;
y no tiene el
mundo aceros 805
iguales a mi coraje
para impedir el
ultraje
de mi Dios y de mis
fueros,
pues tan sin
dicha nací,
que siendo el más
inocente, 810
se escapará el
delincuente
y me prenderán a
mí.
ROMÁN: Por docto, tengo
permiso
para valerme de
tales
conjeturas y
señales; 815
que la Inquisición no quiso
prohibir tan
milagrosos
misterios sino a ignorantes,
que con artes
semejantes
dan luego en
supersticiosos; 820
pero yo, que con
la ciencia
física llego a
alcanzar
lo que ellas pueden
mostrar,
de usarlas tengo
licencia.
Mandadle, señor
don Juan, 825
dejarnos; que es
peligroso
un testigo
escrupuloso,
siendo ignorante.
JUAN:
Tristán,
véte al punto.
TRISTÁN: Bien
hacéis
en recelaros de mí, 830
que la leva os
entendí.
Vase
ROMÁN: (Presto me lo
pagaréis.) Aparte
Dadme el pulso.
(¡Oh, nieve pura, Aparte
cómo sois fuego de
amor!)
JUAN: (¡Ah! ¡No fuera yo
el doctor!) Aparte 835
ROMÁN: Libre estáis de
calentura.
(Así lo
estuviera yo.) Aparte
Alzad el rostro...
(¡Ay de mí! Aparte
Cuello hermoso, el
cielo en ti
todo su poder
mostró.) 840
Dadme la
mano...(En que adora Aparte
cinco saetas mi
amor.)
Rehusa ella
ALDONZA: ¿La mano?
JUAN: El señor
doctor
se entiende. Dadla,
señora.
ROMÁN tómale la mano izquierda
ROMÁN: Su virtud le
comunica 845
a la izquierda el corazón;
y así por su
indicación
sus sentimientos
publica.
Con ella apretad
la mía;
que la fuerza
quiero ver 850
que tiene.
LEONOR: (No he visto hacer Aparte
jamás tal
anatomía.)
ROMÁN: Apretadla.
JUAN: (Ya
me dan Aparte
celos estas
experiencias.)
ROMÁN: Los misterios de
las ciencias 855
son muy ocultos,
don Juan.
Aparte a don JUAN
Escuchadme y os
diré,
por no advertirla,
en secreto
de esta experiencia
el efeto.
(Con esto
dilataré Aparte 860
la gloria que
estoy mirando.)
Habla a don JUAN, recatándose de que le oiga
doña ALDONZA, y nunca deja su mano
En la relación que
hiciere,
es forzoso que se
altere
su corazón, en
tocando
la causa de su
pasión; 865
y yo lo he de
conocer,
porque en la fuerza
ha de haber
aumento o
diminución
y haciendo luego
jüicio,
según la quiromancía,
870
física y fisonomía,
tendré verdadero
indicio
de la secreta
ocasión
de su mal, y
aplicaré
el remedio, con que
os dé 875
su mudanza
admiración.
JUAN: ¡Qué sutil
filosofía!
Aparte a LEONOR
ALDONZA: ¿Has advertido,
Leonor,
qué buen talle de
doctor?
LEONOR: Extraña es su
bizarría! 880
ROMÁN: Haced lo que os
he advertido,
hermosa Aldonza.
ALDONZA: Yo
siento
lesión en mi
entendimiento,
turbación en mi
sentido.
Siento
inconstante deseo, 885
frágil memoria, de
modo
que juzgo diverso
todo
de lo que vi lo que
veo.
ROMÁN: Basta; que agora
tocastes
al punto. La alteración 890
dio a la mano el
corazón;
que en la fuerza
desmayastes.
Aparte a LEONOR
ALDONZA: Dice verdad.
Peregrino
es el médico.
LEONOR: ¡Hay
tal cosa!
Ciencia tiene
milagrosa. 895
JUAN: (Entendiólo. Él es divino;
que aborrecer
fácilmente
sin causa a quien
ha querido,
muestra que le ha
parecido
despues acá
diferente. 900
ROMÁN: Señora, ya yo
sospecho
vuestro mal. Hechizos son
los que en vuestro corazón
tan gran novedad
han hecho.
LEONOR: ¿No lo dije yo?
ALDONZA:
¡Ay de mí! 905
ROMÁN: Alguno que ciego
adora
vuestra hermosura,
señora,
quiere asegurarla
así.
El DEMONIO habla aparte a doña ALDONZA,
colocado a espaldas de ella
DEMONIO: ¿Quién sino don
Juan sería?
ROMÁN: Indicio ofrecen
notorio 910
del maléfico
amatorio
vuestra gran
melancolía,
la turbación del sentido
y variedad del
deseo.
¿Cuánto va,
Aldonza, que feo 915
alguno os ha
parecido,
a quien
juzgastes primero
bizarro, hermoso y
galán?
LEONOR: Es verdad.
ALDONZA: Esto en
don Juan
me ha sucedido, y
ya infiero, 920
Leonor, que lo
has publicado.
LEONOR: Fálteme Dios si tal
hice.
(¡Loca estoy! Secretos dice Aparte
que entre los dos han pasado.)
JUAN: (Él lo ha
entendido. Yo soy Aparte 925
quien ya le parezco
mal.)
ALDONZA: (No vi jamás hombre
igual.) Aparte
ROMÁN: Si con esto,
Aldonza, os doy
ocasión para admiraros,
estos son cortos
efetos; 930
que secretos más
secretos
pienso presto
declararos.
Agora os he de
mostrar
más clara la
ciencia mía
que por la
quiromancía 935
del todo he de
penetrar
vuestro
mal. Mostrad la palma
de la mano, que es
papel
del cielo, que
escribe en él
las afecciones del
alma. 940
¡Qué obscuras líneas! En ellas
se advierte la
confusión
que padece el
corazón.
Bésale la palma
JUAN: Pues, ¿qué hacéis?
ROMÁN:
Humedecellas;
que muestra en
ellas la mano 945
más viveza y más
color
con la humedad y
calor
que les da el
aliento humano.
JUAN: Aldonza pudiera
hacello.
(No me puedo
refrenar.) Aparte 950
ROMÁN: Señor don Juan, a
pensar
que os diera
disgusto en ello,
ni lo hiciera,
ni mis pies
estos umbrales
tocaran
si en recompensa
esperaran 955
innumerable interés.
Yo ejecuto con
llaneza
los medios cuyos
efetos
tocáis ya, pues los
secretos
de la bella Aldonza
empieza 960
a entender y
declarar;
y cuando con la experiencia
que veis, pretende
mi ciencia
lo que importan
alcanzar,
me obligan
vuestros recelos 965
a desistir, porque
yo
vengo a dar salud,
y no
desconfïanzas y
celos.
El tiempo os
vendrá a mostrar
que es tan secreto
y profundo 970
su mal, que nadie
en el mundo,
sino yo, lo ha de
curar;
mas pues las
llanezas mías
culpáis, buscad quien dilate
su enfermedad, y la
mate 975
con purgas y con
sangrías.
Vuelve las espaldas
ALDONZA: Aguardad.
ROMÁN: (Con
esto quiero Aparte
mi estimación
aumentar.
Él mismo me ha de
llamar,
y costarle su
dinero.) 980
Vanse ROMÁN y el DEMONIO
ALDONZA: Volved. Fuése. ¡Todo así
se conjura en
afligirme!
LEONOR: ¡Que se fuese sin
decirme
la buenaventura a
mí!
ALDONZA: ¿Esto, don Juan,
es fineza? 985
¿Esto debo a
vuestro amor?
¿Celos formáis de
un doctor?
Éraos ya a la
sutileza
de su ingenio
tan pesada,
temiendo, si
prosiguiera, 990
que del todo
descubriera
que estoy de vos
hechizada?
JUAN: ¿De mí, Aldonza?
ALDONZA:
Caso es llano.
¿Quién sino vos desconfía
de mi amor? ¿Quién pretendía 995
asegurarse mi mano
sino vos? ¿En
quién miráis
lo que ha obrado en
mí el hechizo,
sino en vos, si
bien no hizo
la operación que
intentáis, 1000
pues que
trocando la acción,
por dicha me
perderéis
con lo que
intentado habéis
asegurar mi
afición?
Y tras de
hacerme, con medio 1005
tan injusto, tanto daño,
¡por encubrir
vuestro engaño
me quitáis a mí el
remedio!
JUAN: Aldonza, juraros
quiero...
ALDONZA: No por eso me
aseguro; 1010
que también dará en
perjuro
quien ha dado en hechicero.
JUAN: ¿Hay tal
rabia? He de perder
la vida con la
paciencia.
ALDONZA: No me mintáis
inocencia. 1015
Lo que importa es
deshacer
el daño, y hacer
que vuelva
a remediarlo el
doctor;
y mientras no,
vuestro amor
no espere que me
resuelva 1020
a las bodas que
desea;
que obra contra vos
de suerte
el hechizo, que la muerte
no me parece tan
fea.
LEONOR:
(Declaróse.)
Aparte
JUAN:
Aldonza mía, 1025
sólo por
satisfaceros
el médico he de
traeros,
si cuanta riqueza
envía
la oriental
región me cuesta.
ALDONZA: Hacedlo, y no me
veáis 1030
primero que de él
sepáis
que estoy menos
indispuesta.
JUAN: ¡Eso más!
ALDONZA: Don
Juan, no os pese;
que a vos os
importa.
JUAN:
¿Quién
se vio a las
puertas del bien, 1035
que como yo le
perdiese?
Vase
LEONOR: Rabioso va.
ALDONZA: Y yo,
Leonor,
quedo confusa,
pensando
que de don Juan voy
sanando,
y enfermando del
doctor. 1040
FIN DEL ACTO PRIMERO