ACTO PRIMERO
ARSENO, con botas y
espuelas; ARDENIA, teniéndolo
ARDENIA: ¿Por qué te quieres partir,
y que yo sin alma quede?
ARSENO: Con un príncipe, ¿quién puede,
Bella Ardenia, competir?
ARDENIA: El príncipe para mí
Tú solamente lo eres.
ARSENO: Bien conozco las mujeres.
ARDENIA: Y yo, fementido, a ti;
Que por partirte condenas
Sin culpa mi firme pecho.
ARSENO: ¡Qué dellas en vano han hecho
juramento de ser buenas!
ARDENIA: No habrán arresgado el bien
que yo, Arseno, al quebrantallo.
ARSENO: Al que más merece, hallo
que lo quebranten más bien.
ARDENIA: Pues dime, ¿qué puede haber
que te dé satisfacción?
ARSENO: Tener de ti posesión.
ARDENIA: Será en siendo tu mujer.
ARSENO: ¿Cuándo tanto bien aguardo?
ARDENIA: Estorbos deja pasar.
ARSENO: No sufre tanto aguardar
el vivo fuego en que ardo.
ARDENIA: Mi fe que vivas pretende
si alarga la conyutura,
porque no estará segura
vida que a un príncipe ofende.
ARSENO: Si tú quieres, lo ha de estar.
ARDENIA: Si él me quiere, no lo está.
ARSENO: ¿Pues cuándo no te querrá?
¿Eres tú para olvidar?
ARDENIA: El tiempo es bastante medio
para apagar mayor llama.
ARSENO: Al fin de la que me inflama
el aguardar no es remedio.
ARDENIA: Pues mira tú lo que quieres.
ARSENO: Sal de tu tierra conmigo.
ARDENIA: Perderé mucho contigo;
que es de livianas mujeres.
ARSENO: Lo que alcanza mi porfía,
¿puede conmigo infamarte?
ARDENIA: Puede al menos avisarte
de que con otro lo haría.
ARSENO: No siendo tu amor menor,
no culpará tu fineza.
ARDENIA: Si la fineza es bajeza,
no la disculpa el amor.
ARSENO: Si cuando tanto me ama
tu pecho, al honor te mides,
¿cómo al Príncipe no impides
que te destruya tu fama?
ARDENIA: ¿Qué ofende su pretensión
A quien bien su honor defiende?
ARSENO: Al príncipe que pretende
da el mundo la posesión.
ARDENIA: Si solo su intento daría,
¿Quién podrá impedir su intento?
ARSENO: ¿Ves cómo mi pensamiento,
enemiga, no se engaña?
ARDENIA: ¿Por qué no se engaña?
ARSENO: Es llano;
que al fin ha de ser vencida
la mujer que es pretendida.
ARDENIA: ¿Luego nadie espera en vano?
ARSENO: Nadie, si intentar le dejan.
ARDENIA: ¿Y mil mujeres
diamantes,
de quien sus firmes
amantes
en,las historias se
quejan?
ARSENO: Vencieron porque no dieron
a los intentos lugar,
y a recebir y escuchar
sin manos y sordas fueron.
ARDENIA: Si en eso no más consiste,
vencedora me verás.
ARSENO: Contradiciéndote vas.
ARDENIA: ¿Cómo?
ARSENO: ¿Agora no dijiste
que quién le podrá estorbar
al Príncipe tal intento?
ARDENIA: Llamo intento al pensamiento,
no a la obra de intentar.
ARSENO: Si entra el Príncipe en tu casa,
mal puedes no darle oído.
ARDENIA: Sí yo tuviera marido,
no pasara como pasa.
ARSENO: Si merecerte pensara,
presto marido tuvieras.
ARDENIA: Seráslo como tú quieras.
ARSENO: Quiero, aunque el vivir costara.
ARDENIA: Pues mientras a eso los cielos
muestran ocasión y día,
aun darse traza podría
para asegurar tus celos.
ARSENO: Dime cuál.
ARDENIA: Pensarla quiero,
Arseno mío, más bien.
Con la, noche oscura ven;
que a la ventana te espero,
y pensada la tendré.
Vete agora; que vendrá
Mi padre de fuera ya.
ARSENO: Queda a Dios.
ARDENIA: ¿Vendrás?
ARSENO: Vendré.
Vanse y salen PERSIO y
TRISTÁN, de noche,
con una linterna encendida
TRISTÁN: ¿Tan enamorado estás,
y en verla te estrenas hoy?
PERSIO: Tan enamorado estoy,
y una vez la vi no más.
TRISTÁN: A purgar pienso que vienes
aquel delito pasado.
PERSIO: ¿Cuál delito?
TRISTÁN: Haber burlado
a Celia.
PERSIO: Donaire tienes.
¿De qué sacas que a pagar
delitos pasados vengo,
si sabes, Tristán, que tengo
Dichosa estrella en amar?
TRISTÁN: Es verdad -- mas eso ha sido
cuando rico; hoy no lo estás,
y así dorar no podrás
vos virotes a Cupido.
PERSIO: En la conquista presente
dinero no es menester,
que es muy rica esta mujer,
sino dicha solamente.
TRISTÁN: ¿Que es muy rica?
PERSIO: Un su vecino
largo de eso me ha informado
y que es de linaje honrado.
TRISTÁN: ¿Y dura tu desatino?
PERSIO: Y aun se aumenta mi esperanza.
TRISTÁN: ¿Y aun se aumenta? ¡Ay de ti triste!
Parece que ayer naciste,
pues tu experiencia no alcanza
que para vencer la rica
es menester más tesoro;
que es como pimienta el oro,
que al que más come más pica.
PERSIO: Poco se pierde en probar.
TRISTÁN: Dios lo haga.
PERSIO: ésta es la casa.
Alumbra, a ver lo que pasa.
TRISTÁN: Déjate de enamorar,
y intenta, si te parece,
una plaza de criado.
PERSIO: Calla, necio; que al osado
la Fortuna favorece.
TRISTÁN: También de empresas como éstas
he visto, y tú habrás oído,
que algún osado ha salido
con muchos palos a cuestas.
PERSIO: Eso suele suceder
al vil que alturas pretende,
que a la calidad ofende
solamente en pretender;
mas siendo yo caballero,
mi amor a Ardenia no ultraja,
pues sabes que más ventaja
no me lleva que el dinero.
TRISTÁN: Como de ser a no ser
es la ventaja, y lo fundo
en que sólo tiene el mundo
un linaje, que es tener.
PERSIO: La ventana abren, Tristán.
TRISTÁN: ¿Quieres llegar?
PERSIO: No; que quiero
espiar y ver primero
por dónde estas cosas van.
Pongámonos en espía,
veremos qué amantes tiene.
Quien a sí no se previene,
inciertos sus pasos guía.
Nunca el médico ordenó
el remedio sin tomar
el pulso.
TRISTÁN: Bien puedo dar
testimonio de eso yo.
PERSIO: ¿Cómo?
TRISTÁN: Fui a llamar un día
para un enfermo un doctor,
y él, sin saber el dolor
o enfermedad que tenía,
me dijo, "Mientras se
ensilla
mi mula, mancebo, id,
y que le sangren decid;
Que yo voy luego."
PERSIO: La silla
De su mula merecía
tal doctor.
Salen ARDENIA, a la
ventana con un papel, e
INÉS. PERSIO y TRISTÁN, en la calle
ARDENIA: Con este enredo
Pienso, Inés, que guardar puedo
del Príncipe la honra mía,
y asegurar a mi bien.
INÉS: A mucho te obliga
amor.
TRISTÁN: Ya hay penitentes, señor:
cubre esa linterna bien.
PERSIO: No temas que vernos pueda.
Salen ARSENO y SANCHO, de
noche. ARSENIA e INÉS, a la
ventana; PERSIO y TRISTÁN,
retirados
ARSENO: Solitaria noche mía,
dejadme ver a mi día.
Sancho,. en esa esquina queda,
y avisa en viniendo gente;
que es un príncipe el contrario.
SANCHO: El es caso temerario,
que un pobre soldado intente
a un gran príncipe oponerse.
Apártase SANCHO, y llégase
a la
ventana ARSENO
ARSENO: Ardenia...
ARDENIA: Arseno...
ARSENO:
Señora,
aquí un alma que os adora
en su gloria llega a verse.
ARDENIA: Escucha.
Hablan en secreto y habla
TRISTÁN aparte a
su amo
TRISTÁN: Ve lo que pasa.
Llega a enamorar, señor.
Por dicha hallará tu amor
desocupada la casa.
PERSIO: ¡Bien lo entiendes!
TRISTÁN: Bien lo entiendo.
PERSIO: Agora empieza a crecer
la esperanza de tener
el dulce fin que pretendo.
Su liviandad y mudanza
han de admitir mi cuidado,
y esta liviandad me ha dado
de que otras hará, esperanza.
TRISTÁN: No es una mujer liviana
por un amor.
PERSIO: Es verdad;
mas, doncella, ¿es liviandad
que a tal hora dé ventana?
ARDENIA: Con esta traza, señor,
Tu recelo se asegura.
ARSENO: Es sin igual mi ventura,
Y muestras, mi bien, tu amor.
PERSIO: (Yo quiero pasar, Tristán, Aparte
y tanta gloria estorbarle,
y ver de camino el talle
de este dichoso galán.)
TRISTÁN: ¿Pues piensas dalle en la cara
con la luz?
PERSIO: Sí; que ése ha sido
el fin de habella tenido
encendida.
TRISTÁN: Pues prepara
la espada; que sucedió
alguna vez -- yo lo vi -- ,
por dar con la luz así,
gran pesadumbre
PERSIO: Ya yo,
Desde que me enamoré,
la espada, el pecho, la vida,
tengo a todo apercibida.
TRISTÁN: Ya yo mi espada tenté.
ARDENIA: Gente viene. Ese papel
échale un papel y cae al
suelo, y no lo
levanta ARSENO
toma, y sí algo se te olvida
de la traza referida,
escrita va toda en él.
Estima el renglón postrero,
que es la firma de mi amor.
SANCHO: Que viene gente, señor.
ARSENO: Adiós.
ARDENIA: Mañana te espero.
Quítanse de la ventana
ARDENIA e INéS
ARSENO: (Si me han visto aquí parado, Aparte
y es del Príncipe esta gente,
tengo la muerte presente...
pero ya el remedio he hallado.)
Caballeros...
PERSIO: ¿Qué mandáis?
TRISTÁN: (¿No lo dije yo?) Aparte
ARSENO: Querría
que me deis, por cortesía,
si muy de priesa no vais,
esa luz para buscar
cierto papel que he perdido,
y ha rato que en vano ha sido
sin ella el quererlo hallar.
Saquélo revuelto a un lienzo,
y aunque sé que aquí cayó,
no sé dónde lo llevó
el viento.
PERSIO: (A enredar comienzo. Aparte
De Ardenia es este papel,
y que he de cogerlo fío
en mi industria; que este mío
haré que lleve por él.)
Saca un papel y finge que
lo levanta del suelo, y
dalo a ARSENO
En una ocasión tan buena
me huelgo de haber llegado,
y de haberos aliviado,
hallando el papel, la pena.
Veislo aquí.
ARSENO: Dios haga bien
a vuestras cosas y a vos.
PERSIO: Dios os guarde.
ARSENO: Guárdeos Dios.
PERSIO: Trístán, vamos.
ARSENO: Sancho, ven.
SANCHO: Vamos, y lleva estudiado
lo que a Celia has de decir;
que es tarde y ha de reñir.
ARSENO: Diré que jugando he estado.
Vanse ARSENO y SANCHO
TRISTÁN: ¿No nos vamos, pese a mí?
PERSIO: ¿Dio la vuelta?
TRISTÁN: Ya la dio,
Y las diera mejor yo
En la cama ya que aquí.
Advierte que canta el gallo,
y te tengo que negar
si otra vez vuelve a cantar
y acostado no me hallo.
¿No ves que no tengo amor,
y me hiela el menor frío?
PERSIO: El fuego del amor mío
puede a entrambos dar calor,
escucha un cuento gracioso.
TRISTÁN: ¿Qué buscas?
PERSIO: Este papel;
Levanta el papel que le
echó ARDENIA
que uno mío di por él
a aquel galán venturoso.
TRISTÁN: ¿Para qué?
PERSIO: Ya lo verás.
Ten y alumbra.
Da la linterna a TRISTÁN,
y él
alumbra, y PERSIO abre el
papel y lee
TRISTÁN: ¿Pues
aquí
quieres leer?
PERSIO: Tristán, sí;
no sufre el deseo más.
ésta es letra de mujer,
y Ardenia dice la firma.
Lo que sospeché confirma.
Oye.
TRISTÁN: Comienza a leer.
Lee
PERSIO: "Yo tengo un hermano en Roma
veinte
años ha, llamado Arnesto, a
quien de edad
de cinco llevó Roberto, hermano
de mi
Padre, yendo a servir al cardenal Coloma
de mayordomo. Este hermano dirás
que eres,
y que te vienes por haber
muerto nuestro
tío; que los muchos
años de ausencia,
la mudanza de niño a hombre, y la corta
vista de mi viejo padre aseguran
el no
ser conocido; y con esto
viviremos seguros
del Príncipe, dándome primero
palabra de
esposo, que desde luego te doy
de esposa.
Tu Ardenia."
TRISTÁN: ¿Qué le dices al papel?
PERSIO: Digo, Tristán, que mañana
cumpliré de buena gana
lo que ordena Ardenia en él.
TRISTÁN: ¿Cómo?
PERSIO: Mañana he de ser
hermano de la que adoro,
y ella, su casa y tesoro
han de estar en mi poder.
Yo ¿no soy recién venido
A esta corte? Pues di, ¿quién
fingir puede esto más bien,
o ser menos conocido?
¡Vive Dios, que he de
engañalla,
Tristán, con su mismo engaño
TRISTÁN: Es atrevimiento extraño.
PERSIO: Sígueme, ayúdame y calla.
TRISTÁN: él es mucho aventurar.
PERSIO: ¿Yo no tengo este papel
della firmado? Pues él
de todo me ha de sacar.
Tres mil ducados tendré
de renta desde mañana;
y de mi querida hermana,
si puedo, al fin gozaré.
TRISTÁN ¿De modo que, a buena cuenta,
este papel te ha valido
gozar de la que has querido,
y gastar tres mil de renta?
¡Oh más que santo papel,
que escribió un ángel hermoso!
¿Cuál fue el papel venturoso
Que diste al galán por él?
PERSIO: Verélo; pero seguro
puedes tener confïanza
de que no ha sido libranza.
Recorre los papeles de la
faltriquera
TRISTÁN: Ni privilegio de juro.
PERSIO: ¿Sabes cuál era? Un romance
en que a Montano escribía
la historia de Celia y mía.
TRISTÁN: Suma el recibo y alcance.
El poeta eres primero
que por coplas enriquece.
Mas ¿sabes qué me parece?
PERSIO: ¿Qué?
TRISTÁN: Que llevas mal agüero
en que principio haya dado
a este caso la poesía.
PERSIO: Calla, necio: ¿en la porfía
del vulgo ignorante has dado?
TRISTÁN: Llegado nos ha al mesón
La plática sin sentir.
PERSIO: Esta noche no hay dormir.
TRISTÁN: ¿Pues qué?
PERSIO: Estudiar la lición.
TRISTÁN: ¿Qué lición?
PERSIO: Este papel
de memoria has de tomar;
que mañana se ha de dar
a mi padre cuenta dél.
TRISTÁN: ¿Ya es tu padre?
PERSIO: Ya lo es,
Y ya soy Arnesto yo.
TRISTÁN: ¿No Persío ni Julio?
PERSIO: No.
TRISTÁN: Con éste en seis meses, tres
nombres ya mudado habrás.
El uno, de Celia huyendo;
el otro, a Ardenia siguiendo.
PERSIO: Dudo en cuál acierto más.
Vanse. Salen ARSENO, SANCHO, y CELIA, con una
luz
ARSENO: Para venir descontento
de perder lo que tenía,
¿es bueno, por vida mía,
Celia, este recebimiento?
CELIA: ¡Y dar, es bueno también,
amargos días con celos,
Negras noches con desvelos
y con sospechas, a quien
con su hacienda os ha
entregado
la libertad, como veis!
ARSENO: No muy de balde lo hacéis
con quien palabra os ha dado
de marido.
CELIA: ¿Y qué diez mil
ducados de renta gano
con alcanzar vuestra mano,
sino ese cuerpo gentil?
ARSENO: Pues si tan poco ganáis
en que yo la mano os dé,
la palabra os soltaré,
si también me la soltáis.
CELIA: Cuando veis que me he empeñado
¡eso de vos a oír vengo!
¿Conocéis que amor os tengo,
y arrojáisos confïado?
ARSENO: Pues si me tenéis amor,
sufridme, así Dios os guarde;
que
venir un poco tarde
no es agora tanto error
para levantar tal fuego.
Idos, señora, a acostar;
que yo tengo que rezar,
y a veros entraré luego.
CELIA: (En celos mi pecho arde.) Aparte
Vase CELIA
ARSENO: ¿Entróse ya?
SANCHO: Ya se ha entrado;
Pero por Dios que has andado
-- Y perdóname
-- cobarde. . .
Si has de ir mañana a vivir
con la que adorando estás,
¿Por qué, di, perdido has
esta ocasión de reñir
y descompadrar del todo?
ARSENO: Por Dios, que me ha acobardado
ver que me tiene obligado
Celia por tan noble modo.
Tú sabes la gran pobreza
con que a esta corte llegué;
de Celia me enamoré,
pagó mi fe con firmeza,
dile de esposo palabra,
y sólo sobre esa prenda
me da su casa y hacienda:
esto ¿en qué piedra no labra?
SANCHO: Pues ¿y Ardenia?
ARSENO: Ardenia, amigo,
es el bien de mi memoria,
es el centro de mi gloria
y el claro norte que sigo.
SANCHO: ¿Ha de ser tu esposa?
ARSENO: Sí,
aunque muriese por ella.
SANCHO: Pues, ¿y Celia?
ARSENO: Entretenella
como lo hice hasta aquí.
¿Sabes ya lo que has de hacer
Mañana?
SANCHO: Que he de
alquilar
dos mulas y he de
buscar
dos maletas, y has
de ser
Arnesto,
y vienes de Roma;
que eres hijo de Justino,
y de Roberto sobrino,
que del cardenal Coloma
en el servicio murió.
ARSENO: Diestro estás; mas por ver muero
deste papel lo postrero
que mi Ardenia me mandó
que estimase, por ser firma
Desdobla el papel
de su amor. ¡En verso viene!
¿Esta gracia también tiene
mi bien?
SANCHO: Su ingenio confirma.
Lee
ARSENO: "Oid, amigo Montano,
Los sucesos de un poeta. .
."
Sale CELIA, que se asoma a
la puerta a espiar. Se quedan
ARSENO y SANCHO, sín verla
CELIA: (No sosiega el alma inquieta. Aparte
Ved si me recelo en vano.
Un papel está leyendo.)
ARSENO: Ni estilo ni letra, amigo,
son de mujer.
SANCHO: Yo
tal digo.
ARSENO: ¿Qué puede ser?
SANCHO: No lo entiendo.
CELIA: (Celos me dan cruda guerra.) Aparte
SANCHO: Lee algunos versos
más.
Lee
ARSENO: "En seis meses que ha no más
que Dios me trajo a esta tierra.
. ."
SANCHO: Señor, el caso he entendido.
allá dejaste el papel.
Y éste tomaste por él.
ARSENO: Eso lo cierto habrá sido.
SANCHO: No importa, pues diestro estás
en la traza que traía.
ARSENO: Lo postrero no sabía,
que es lo que estimaba más.
CELIA: (¡Qué consultas!
¡Qué debates!) Aparte
ARSENO: Amigo Sancho, ¿qué haremos
para que el papel hallemos?
SANCHO: ¿Es hora que de eso trates?
CELIA: (Ya no lo puedo sufrir.) Aparte
Sale CELIA y se dirige a
Arseno
Traidor, ¿son éstas las horas
en que rezas y en
que adoras?
Quítale el papel
ARSENO: ¿Vuélvesme ya a perseguir?
CELIA: He de leer el
papel,
o la vida ha de costarme.
ARSENO: Si con eso has de dejarme,
toma y abrásate en él.
¿Pensabas que era billete
de dama?
CELIA: Yo lo veré.
SANCHO: Sin razón tu enojo fue.
CELIA: ¿Osaís hablarme, alcahuete?
Lee
"Oid, amigo Montano,
los sucesos de un poeta.
En seis meses que ha no más
que Dios me trajo a esta tierra.
Libre y descuidado andaba,
Cuando en Dios y en hora buena
Con una dama encontré. . ."
Arseno, ¿qué dama es ésta?
ARSENO: El papel lo dirá. Lee.
Lee
CELIA: "De buen talle, cara y prendas.
Al fin, toda me agradó."
Y tú, di, ¿agradaste a ella?
ARSENO: El papel lo dirá. Lee.
Lee
CELIA: "Informéme de quién era. .
."
Yo juro que no te quede,
Arseno, por diligencia.
"Y que era doncella supe. .
."
¿Qué se te da que lo sea?
Dále, como a mí, palabra.
ARSENO: Celia, por Dios, que estás necia.
¿Cómo sabes que soy yo
de quien este papel reza?
CELIA: El papel lo dirá. Leo.
"Y que era su nombre
Celia."
ARSENO: ¿Cómo?
CELIA: ¡Pues ya anda mi nombre
en coplas, señor! ¿No vieras
que habiendo de ser tu esposa,
es bien que buen nombre tenga?
ARSENO: ¿No hay más Celias que tú?
CELIA: No,
para Arseno no hay más Celias;
y concurren muchas cosas
para que negar no
puedas.
Habla SANCHO aparte a
ARSENO
SANCHO: Señor, ¿qué puede ser esto?
ARSENO: Un confuso mar me anega.
Lee
CELIA: "Sabe Dios que temblé todo
a la palabra doncella;
mas al fin acometí,
que mi antigua maña es
ésta."
Habla ARSENO aparte a
SANCHO
ARSENO: Sancho amigo, vive Dios,
que este papel es de Ardenia,
que ha sabido ya esta historia,
y así la venganza ordena.
Lee
CELIA: "Fui admitido, entré en su casa,
rica, adornada y compuesta.
ra su guarda una tía,
Julia en nombre, en años
vieja."
¿Hay más Celias que yo, Arseno?
¿Cómo agora no lo niegas?
¿No reza de ti el papel?
ARSENO: (¡Que así me castigue Ardenia!) Aparte
Lee
CELIA: "Era una vieja Creusa
lo que llaman de honor dueña,
criadas Celia y Dorísta,
y el escudero Perea,
un gato manso de Roma
y una perrilla faldera."
¿También era fuerza darle
cuenta de estas menudencias?
ARSENO: (¿Quién tan por menor habrá Aparte
informado de esto a Ardenia?)
Lee
CELIA: "A pocos días y lances
Amor a los dos concierta
a futuro casamiento:
¿Qué no hará quien desea?"
¿De manera que el deseo
de gozarme os hizo fuerza,
y no el merecerlo yo?
ARSENO: (¡Que Ardenia esto también sepa!) Aparte
Lee
CELIA: "Dímonos los dos palabras,
que son no costosas prendas,
y para engañar las bobas,
industriosas alcahuetas."
¡Bien descubrís vuestro pecho!
¿Y vos me vendéis
nobleza?
Al fin, ¿que habéis de engañarme?
No ha de ser de esa manera;
que hay Dios, leyes y justicia.
ARSENO: (¿Quién no pierde la paciencia?) Aparte
CELIA: ¿Este pago dan los hombres
Tras de tantas obras buenas?
¿De esto sirve el regalaros
con mi casa y con mi hacienda?
Si mi honor os entregara,
¡buena quedara de necia!
ARSENO: ¿No dice más el papel?
CELIA: Sí dice; pero ¿qué enmienda
puede tener lo que ha dicho?
Quítale el papel ARSENO y
lee
ARSENO: Deja que todo lo lea;
Que estoy loco, y quiero ver
Qué es lo que en el fin se
encierra. . .
(Que por firma de su amor Aparte
Estimar me mandó Ardenia.)
Lee
"Al fin, sobre mi palabra
me dio, lo que llaman ellas
su honra, y lo que solemos
llamar la flor los
poetas."
¡Yo, Celia, no te he gozado!
Esto de otro dueño reza.
CELIA: En lo que mi queja fundo
¿quieres fundar tu defensa?
Si te alabas sin gozarme,
si me gozaras, ¿qué hicieras?
ARSENO: Bien lo riñes. Mas aguarda;
que va adelante la letra.
Lee
"En habiéndole gozado,
conocí la diferencia
que hay del dudoso deseo
a la posesión quieta.
Canseme, y a pocos días
;a dejé burlada y necia."
¡Yo, Celia, no te he dejado!
CELIA: Escribes lo que hacer piensas.
Lee
ARSENO: "Y para vivir seguro
de que me siga y me prenda,
me he mudado el propio
nombre."
¿Yo he mudado el nombre,
Celia?
Esto otras historias toca.
Ya cobro nuevas sospechas.
CELIA: En mi casa eres, Arseno,
y no sé si fuera de ella
te lo has mudado.
ARSENO: Bien dices.
Lee
"Y el que antes Persio era.
. ."
CELIA: (¡Ay Dios!) Aparte
ARSENO: Pues ¿qué Persio es éste
que colores diferencias?
CELIA: Si. . .
ARSENO: No tienes que alegar;
que ésta no es la vez primera
que de este Persio he oído
murmurar algo en tu ofensa.
Quien esto de sí sabía,
¿Con tan animosa lengua
me ofendía y agraviaba,
como si razón tuviera?
CELIA: Tú, falso, tú por dejarme
estos engaños ordenas.
ARSENO: ¿Que aún animas tus
enredos?
Una mujer ¿qué no intenta?
Sale PEREA
PEREA: ¡Cuando ya los gallos cantan,
anda esta casa en pendencias!
¿Qué es esto, Sancho? ¿Qué es
esto?
SANCHO: Es el demonio, Perea.
Oíd y ved y callad.
PEREA: Eso me mandó mi abuela.
Lee
ARSENO: "Agora me llamo Julio.
Éstas son, señor, las nuevas
que os puede dar este amigo
de esta corte de Bohemia."
CELIA: (¡Ah Persio! ¿No te bastara Aparte
hacerme sola una ofensa?)
ARSENO: Celia, quédate con Dios,
y haga el cielo que te veas
desde tu Persio vengada.
Yo no trato de mi afrenta;
yo te perdono mi agravio,
y sólo en su recompensa
te pido que desde aquí
ni me sigas ni me quieras.
Donde acaso me encontrares,
cual sí no me conocieras,
ni me mires con tus ojos,
ni me nombres con tu lengua.
CELIA: ¿Dónde te vas a estas horas,
Arseno? Señor, espera.
Hola, Perea, tenedlo:
No dejéis que abra las puertas.
SANCHO: En eso no se pondrá,
si quiere vivir Perea.
PEREA: Pues ve; que quiero vivir
Como si agora naciera.
Vanse. Salen PERSIO y TRISTÁN, de camino, y
JUSTINO. Después, ARDENIA e INéS
JUSTINO: Vengáis muy enhorabuena,
hijo de mi corazón;
que llegáis con ocasión
que aliviáis mucho mi pena.
La muerte de vuestro tío,
mi hermano, en el alma siento;
pero vuélvela en contento
el gozaros, hijo mío.
Sale ARDENIA
ARDENIA: ¿Que vino mi hermano Arnesto?
Al cielo mil gracias doy.
PERSIO: (¡Cuán otro que piensa, soy!) Aparte
TRISTÁN: (¡Aquí es
Troya!) Aparte
ARDENIA: Mas ¿qué es esto?
JUSTINO: Dale a tu hermana los brazos.
PERSIO: Hermana del alma mía,
¿posible
es que llegó el día
de gozar de estos
abrazos?
ARDENIA: (¡Cuán otros los
esperaba!) Aparte
Sale INÉS
INÉS: ¿Que vino ya mi señor?
TRISTÁN: (Ya yo también tengo amor.) Aparte
INéS: (Mas no es el que yo pensaba.)
¿Qué es esto, señora?
ARDENIA: Es
lo que mi suerte ha ordenado.
Mí hermano, que hoy ha llegado
porque hoy me dañaba, Inés,
menester es dar aviso
a Arseno de lo que pasa.
INÉS: ¿Cómo o dónde, si su casa
jamás declararnos quiso?
TRISTÁN: (Todo el mundo se entristece.) Aparte
INÉS: Si él tardara más de un día
otro hospedaje hallaría.
ARDENIA: Dios lo quiere así.
PERSIO: Parece
que os habéis entristecido.
Si es porque mal talle tengo,
a ser vuestro hermano vengo,
que no vengo a ser marido.
Hasta aquí mí condición,
hermana, no la sabéis,
en sabiéndola, veréis
que alegraros es razón.
En mí no es de esa manera;
que tal me habéis parecido,
que mejor a ser marido
que a ser hermano viniera.
JUSTINO: No te espantes, hijo Arnesto
de lo que en tu hermana ves;
que es condición, y en un mes
no le veo alegre el gesto.
Entra agora a descansar,
y mientras otra se aliña,
mi cama o la de esa niña
reposo te pueden dar.
PERSIO: En vuestra cama será;
que si no me da mi hermana
la vista de buena gana,
menos la cama dará.
Vase JJUSTINO
INÉS: Háblale; que algún indicio
cobrará contra tu fama.
ARDENIA: Ardenia, su vista y cama
están a vuestro servicio;
y no os espante si así,
con ser mi hermano, me extraño;
porque para mí es extraño
lo que en mi vida no vi.
Vase
PERSIO: Bien lo entiendo.
TRISTÁN: ¡Bueno va!
¡Vive Dios que la han tragado!
PERSIO: ¿Ves como el haber
hallado
ventura en buscarla está?
Vase
TRISTÁN: ¿Oye, señora doncella?
en mi amo a su señora
le vino un hermano agora;
en mí, ¿ qué le viene a ella?
INÉS: Paréceme que me viene. . .
TRISTÁN: ¿Qué le viene?
INÉS: Un majadero.
TRISTÁN: Por ser eso lo primero
que me habla, perdón tiene,
porque de los desposados
la primera es necedad.
INÉS: ¡Desposados! En verdad
que estábamos
remediados.
¿No ven qué honrado marido?
TRISTÁN: ¿Oye?
En tocándome en eso,
saldré de medida y seso.
mas yo la culpa he tenido;
que si yo no me abatiera
y a una vil mozuela hablara,
ni se me desvergonzara,
ni el respeto me perdiera.
Mas no sabe quién yo soy.
INÉS: ¿Qué más que un crïado eres?
TRISTÁN: Poco sabéis las
mujeres.
Mas por ser crïado,
¿estoy
de la estimación privado?
INÉS: ¿Qué la quita si es o no?
TRISTÁN: Y el que a todos honra dio,
que fue Adán, ¿no fue crïado?
INÉS: ¡Qué gracioso desvarío!
TRISTÁN: Pero dejando esto, dama,
¿tenéis aliñada cama
al cansado cuerpo mío?
INÉS: Una os tengo acomodada.
TRISTÁN: Si es la vuestra, sí será.
INÉS: A tal señor mal vendrá
la cama de una crïada;
mas yo por fiadora salgo
de que os ha de venir bien
ésta que os prevengo.
TRISTÁN: ¿Quién
dormir suele en ella?
INÉS: Un galgo.
Vanse. Salen ARSENO y
SANCHO, de camino
SANCHO: Al fin ello se ha de hacer.
ARSENO: Echada la suerte está.
SANCHO: A la puerta estamos ya.
Alto; toco a acometer.
ARSENO: ¡Nombre de Dios! Imagino,
por las señas, que
es aquí.
Sale TRISTÁN
TRISTÁN: ¿Quién llama? ¿Quién está ahí?
ARSENO: ¿Vive aquí el señr Justino?
TRISTÁN: Aquí vive.
ARSENO: ¡Gloria a Dios!
¡Oh casa, que lego a verte!
TRISTÁN: ¿Quién sois, que entráis de esa suerte?
SANCHO: Quien os puede
echar a vos.
TRISTÁN: ¿Echar a mí?
Sale JUSTINO
JUSTINO: Pues, ¿qué es esto?
ARSENO: ¡Padre y señor de mi vida!
Dadme es mano querida.
JUSTINO: ¿Quién sois vos?
ARSENO: Vuestro hijo Arnesto.
JUSTINO: ¿Cómo?
TRISTÁN: (Trístán, ¿qué aguardáis?
Aparte
Quiero avisar a mi amo.)
Vase
ARSENO: ¿Cómo, cuando padre os llamo,
de esta suerte os extrañáis?
Si os enojáis, padre mío,
porque sin licencia vengo,
llana la disculpa tengo
con la muerte de mi tío.
Murió Roberto, y por eso. . .
JUSTINO: ¿Estáis loco?
ARSENO: ¿Ya debiera
un hijo de esta manera
recebido. . .
JUSTINO: Pierdo el seso.
Salen PERSIO y TRISTÁN
PERSIO: ¿Sois vos, señor, por ventura,
Arnesto el recién venido?
ARSENO: Yo soy.
PERSIO: ¿Y qué os ha movido
a emprender tan gran locura?
ARSENO: ¿Quién sois vos, que de esa suerte
me habláis en mí casa a mí?
PERSIO: Arnesto soy, que nací,
traidor, para daros muerte.
ARSENO: Vos mentís, y en este acero
veréis qué sangre lo mueve.
Sacan las espadas y
acuchíllanse
JUSTINO: Hijo, tente.
PERSIO: ¡A tal se atreve
un embaidor embustero!
Salen ARDENIA e INéS
ARDENIA: ¡Ay triste de mí! ¿Que es esto?
ARSENO: Si mi padre no estuviera
de por medio, yo os dijera
si soy embaidor o Arnesto.
JUSTINO: ¡Es el Príncipe!
Salen el PRÍNCIPE, CLAUDIO,
y
criados
PRÍNCIPE: El rüido,
pasando yo por ahí,
me llamó. ¡Espadas aquí!
¡Desvergonzado! ¡Atrevido!
Ya que a ésta cana cabeza
el decoro le perdéis,
viles, ¿no respetaréis
esta divina belleza?
Dad las armas. Viejo honrado,
¿esto pasa en vuestra casa?
JUSTINO: Esto, gran príncipe, pasa
en casa de un desdichado.
Oye y el cuento sabrás.
Habla el PRÍNCIPE aparte a
[JUSTINO]
SANCHO: Señor, ¿qué habemos de hacer?
ARSENO: Ya se erró, no hay que escoger.
Lo que el caso enseñe harás.
ARDENIA: Llégate a mí Arseno, Inés,
Y con recato le di
que ya que sucedió así,
sufra y no diga quién es;
que todo cuanto suceda,
como él con vida quede,
al fin remediarse puede
si a mí la vida que queda.
PERSIO: Tristán, hoy has de mostrar
cuánto por amarme pones.
TRISTÁN: Aunque muera, serán nones.
PRÍNCIPE: Caso digno de admirar.
JUSTINO: Veinte años que han pasado
sin vello, cosa es bien clara
que la imagen de su cara
en mi memoria han borrado;
y también como ha crecido
de niño a hombre en la ausencia,
de los dos la competencia
determinar no he podido.
PRÍNCIPE: Es atrevimiento extraño
de uno de los dos.
CLAUDIO habla aparte con
el PRÍNCIPE
CLAUDIO: Señor,
este hombre tiene amor
a Ardenia, si no me engaño;
que mil veces lo he
encontrado
paseando por aquí;
y aunque antes nunca entendí
esto que te he declarado,
con lo que hemos visto agora
mi cierta sospecha crece.
PRÍNCIPE: Y pues ella me aborrece,
¿quién duda que a éste
adora?
Eso, Claudio, que has pensado
es muy fácil de creer,
que es galán, ella mujer,
ciego amor, yo desdichado.
¿Qué haré, que estoy sin
seso?
Estoy por darle la muerte.
CLAUDIO: Yo temo que desa suerte
se empeore este suceso;
Que obligarás de este modo
a Ardenia, si lo ha querido,
a decir que es su marido,
y perderásla del todo.
PRÍNCIPE: Claudio, aconséjame pues.
CLAUDIO: Escucha mí pensamiento.
A INéS
ARSENO: Que haré su mandamiento
Responde a mi Ardenia, Inés.
SANCHO: Inés, por ti me he perdido.
PRÍNCIPE: Cuádrame tu parecer.
Vase CLAUDIO
JUSTINO: Fácil es, señor, saber
duál de los dos ha mentido.
PRÍNCIPE: Eso está ya declarado;
que el que esta noche llegó
he visto otras veces yo
en corte, y me han informado
de que es un loco de atar.
Y así del remedio dél
trato.
Sale CLAUDIO con un cordel
CLAUDIO: Aquí tienes cordel.
TRISTÁN: Tormento nos quieren dar.
PRÍNCIPE: Atad a ese loco presto.
ARSENO: ¡A mí! ¿Por qué tal rigor?
Advertid, padre y señor,
Que soy vuestro hijo Arnesto.
PRÍNCIPE: ¡Mirad si su tema dura!
SANCHO: ¡Arnesto, de esta manera
Atan a ARSENO
nunca de Roma viniera
para tanta desventura!
PRÍNCIPE: ¿Quién es éste?
TRISTÁN: Su crïado.
PRÍNCIPE: ¡Triste dél!
Ataldo presto.
CLAUDIO: De su amo, según esto,
la enfermedad le ha tocado.
TRISTÁN: Señor, pues ves lo que pasa,
pon tu barba a remojar.
PRÍNCIPE: Estos dos has de llevar
y entregarlos en la casa
de los locos. El cuidado
encarga de su salud.
TRISTÁN: ¡Qué cristiandad! ¡Qué virtud!
A CLAUDIO
PRÍNCIPE: Escucha.
ARDENIA: (Aún me he consolado Aparte
Pues va donde le veré
y hacerle podré regalo.
PRÍNCIPE: Un saco muy roto y malo
haz que a éste se le dé,
y que lo pongan en parte
que todo el mundo lo vea,
porque esto en Ardenia sea
a que lo aborrezca parte.
CLAUDIO: Haré tu mandado. Andad.
ARSENO: Príncipe, un agravio tal
no es de tu pecho real;
mas valdrá al fin la verdad.
CLAUDIO y algunos criados
del PRÍNCIPE se
llevan a ARSENO y SANCHO
PRÍNCIPE: Arnesto, vedme mañana;
que esta noche pensaré
algo que daros, con que
regaléis a vuestra hermana.
PERSIO: El cielo guarde, señor,
vuestra mano liberal.
JUSTINO: Es al fin mano real.
PERSIO: (El a Ardenia tiene amor.) Aparte
PRÍNCIPE: Quedad, Ardenia, con Dios,
y del hermano gocéis
los años que
merecéis.
Vase
ARDENIA: Para serviros a vos.
PERSIO: (En celos quedo abrasado.) Aparte
JUSTINO: Entraos, Arnesto, a acostar,.
ARDENIA: Inés, venme a desnudar.
TRISTÁN: (De buena hemos escapado. Aparte
Vanse
FIN DEL ACTO PRIMERO