IntraText Índice: General - Obra | Palabras: Alfabética - Frecuencia - Inverso - Longitud - Estadísticas | Ayuda | Biblioteca IntraText |
Link to concordances are always highlighted on mouse hover
INÉS: ¡A Consntanza hablabas,
CAMPANA: Le estaba pidiendo...
INÉS: ¿Que?
CAMPANA: Que me echase un remiendo.
INÉS: ¿Por qué no me lo encargabas?
CAMPANA: Porque eres tú mi cuidado,
INÉS: No es buen modo de excusarse,
ha menester remendarse.
CAMPANA: Ya le da pena mi amor.
No hay mejor madurativo
Sale don DIEGO, sín espada y con
ya -- ¡gloria a Dios! -- con salud
te ves.
de inconvenientes!
con sufrimiento y valor,
que en la empresa más perdida,
y si te causa impaciencia
con muy poca diligencia;
uno y otro inconveniente,
y verás qué fácilmente
voy a todos respondiendo.
DIEGO: Huésped de don Sancho soy,
con que si hasta aquí el efeto
por enfermo he suspendido,
Casarme con ella es
pierdo, a quien mi pecho adora,
Declararme y no casarme
y un desaire, recompensa
y después a su cuidado;
la opinión se ha confirmado.
en que un engaño me ha puesto;
CAMPANA: Vesle aquí. Pues de mil modos
te cercan riesgos tan grandes,
y escaparáste de todos.
DIEGO: ¡Buen consejo me propones!
¿Fuera acción de quien soy, di,
yo satisfación de mí?
CAMPANA: Pues desengaña a Leonor.
DIEGO: Bien quisiera; mas, ¿qué labios
CAMPANA: El refrán te lo declara --
DIEGO: ¡Ay de mí! Pues el tormento
o es mi sentimiento poco,
pues cabe en él sufrimiento.
LEONOR: ¡Don Diego! ¡Señor! ¿Qué es esto?
DIEGO: Éstos son rayos, Leonor,
que en ciega noche me ha puesto.
LEONOR: ¿Qué noche o qué error?
LEONOR: A entenderos llego ahora;
desengañar a Teodora...
CAMPANA: (¡Buenas noches nos dé Dios!) Aparte
LEONOR: Yo lo haré; no os dé cuidado.
CAMPANA: (Con eso queda enmendado.) Aparte
DIEGO: Mirad, señora, que vos...
LEONOR: No temáis que de los dos
querellosa ha de quedar;
CAMPANA habla aparte con su amo
CAMPANA: ¿Qué es de tu valor, señor?
¡Habla!
CAMPANA: (Aquí es ello. Aparte
DIEGO: (Mil cuchillos, de un cabello Aparte
pendientes, mi triste cuello
amenazan.)
que os dio más salud la herida,
la enfermedad más aseo;
en restauraros, ¿qué haría
si para que cada día
es la hermosura no más
¿No me habláis? ¿Tan mesurado,
DIEGO: ¡Ay, Teodora, que me anego!
¡Ay, que entre una y otra roca
TEODORA: Dueño de mi pensamiento,
si son de esas tempestades
causa las dificultades
que en clara tranquilidad
a quebrantar las cadenas
Don Sancho es noble y discreto,
LEONOR: Teodora, Teodora, advierte
que es muy otro estado ya
TEODORA: Es verdad que fuerza ha sido,
no culpa.
quien después acá ha tenido
y si queda restaurado
mi hermano desengañado.
TEODORA: ¿Qué quieres decir en eso?
TEODORA: Harásme perder el seso
CAMPANA: (Ya ha reventado la mina.) Aparte
TEODORA: ¿Tal dice, tal imagina,
LEONOR: No obliga contra el honor
TEODORA: ¿Esto escucho, y de mis celos
¿Cómo ardientes Mongibelos,
cielos, no multiplicáis?
de los rayos vengadores
LEONOR: Ni los cielos he ofendido,
Teodora, no ha delinquido.
TEODORA: Bien dices; lo que has debido
CAMPANA: Sobre la mano del justo
TEODORA: Pero vos, ¿Cómo tenéis
don Diego, y enmudecéis?
DIEGO: Ya se acabó el sufrimiento;
que si mi fe desconoces,
y tuya ha de ser la mano;
LEONOR: Eso debistes, traidor,
dieron causa a estos agravios,
solicitando mi amor.
CAMPANA: (Vertió el poleo.) Aparte
INÉS: (¡Ya escampa la tempestad!) Aparte
TEODORA: Díme, Leonor, la verdad.
dijo...
Si no merezco de tí
mi amor.
TEODORA: 0 verdadero o mentido
obligastes; ya traidor
DIEGO: Si me escucháis la ocasion,
TEODORA: ¿Qué he de escuchar, si me habéis
¿cómo podéis disculparla
tan cierto indicio el callarla?
obligarla, por sí acaso
me perdiésedes a mí.
Y pues ya con eso habéis
del amor vuestro, la mía
-- ¡cielos! -- me faltaba agora.
mi muerte, y satisfacella
por que no pudiese yo
LEONOR: ¡Ah, falso! Esta furia
ha confirmado mi injuria,
CAMPANA: (El diablo ha sido el desdén. Aparte
de su traición.
Vanse doña LEONOR e INÉS. Salen don
JUAN, de camino, y doña TEODORA
JUAN: No; que si bien las postas han tomado
rayos por alas, con que fue una injuria
al cansancio y fatiga del camino
el filo de un celoso pensamiento,
la punta de un escrúpulo, que vivo
siempre en el pecho honrado y vengativo
de mis celos, Teodora, y de tu fama.
Escucha, pues, el sentimiento mío,
si restan voces a un cadáver frío.
los muros saludé, cuando me entrega
una carta don Pedro de Castilla,
de don Sancho Girón. ¡Qué presto llega
con la nueva infeliz el mensajero,
pues partiendo después, llegó primero!
Ábrola, pues, y en su discurso breve
tósigo el alma por los ojos bebe;
que el caso, para mí tan desdichado,
de don Diego de Luna, sucedido
en tu cuarto, Teodora, epilogado
en diez renglones solos, mi sentido
que por ya muerto me olvidó la muerte.
Quien del rápido rayo divididos
los polos vio y del trueno estremecidos,
horror tan explicado a los mortales,
que aun lo entienden los brutos animales,
no quedó tan confuso, tan turbado,
inútil tronco, bulto inanimado,
la sentencia crüel que me condena
el sentir sólo me negó difunto.
Mas como en la borrasca turbulenta
el náufrago infeliz salvar intenta
cuando la muerte ya en las ondas bebe;
así yo, que en la carta, donde veo
que en tanto que don Diego no cobraba
salud, la ejecución se dilataba
del matrimonio. Mi esperanza asida
a esta pequeña tabla, di a la vida
aliento; y sin quitarme las espuelas,
velas los remos son, alas las velas,
con que desde Sevilla
montañas penetré, y llegué a la orilla
donde suele anegarse el desdichado,
después que el golfo undoso venció a nado;
y yo saber espero si lo mismo,
después de haber pasado tanto abismo,
del estado que tienen mis agravios.
TEODORA: Hermano, cobra aliento, cobra vida;
que entre don Diego y tu Leonor querida
aun no a la breve sílaba que en lazo
prende inmortal las almas, llegó el plazo.
JUAN: ¡Ay, Teodora! No puedo darte albricias
que con dármela tomas de tu mano.
Dime ya todo el caso, y no receles
mi enojo, pues las furias más crüeles
aplacas, y benigno me granjeas,
cuando con nueva tal me lisonjeas.
TEODORA: (Disponga mi venganza Aparte
cómo Leonor malogre su esperanza
aunque prometa agora lo que luego
no me deje cumplir el amor ciego.)
Ni fuera noble yo, don Juan, ni fuera
hermana tuya, si el peligro huyera
de la vida con riesgo de la fama.
Y si es delito la amorosa llama,
por éste no recelo mi castigo,
pues eres mi disculpa tú contigo.
De todo adorno la verdad desnuda
escucha, pues, y la vergüenza muda
que supuesto que tantas opiniones
puede, si me refreno o me limito,
dañar más el silencio que el delito,
bañe púrpura el rostro, y no consienta
el corazón la mancha de la afrenta.
En la noble ciudad que el Betis baña,
de plata y oro rayos amanecen,
al Jove castellano,
por que vibrados de su heroica mano
del moro y del hereje a la malicia
den pena, dando pasto a su cudicia
-- que aun a sus mismos fieros enemigos
riqueza les dispensa en los castigos --
allí, digo, don Juan, que dio don Diego
que sujetó mi pecho en breve instante;
que como es dios, su flecha penetrante
para volar y herir no necesita
del favor sucesivo de las horas.
Trajísteme a la corte,
de nobles centro y de ambiciosos norte;
de Toledo, mi llanto a la corriente
de Manzanares el raudal aumenta,
por ver si puedo redimir la afrenta
de trocar el caudal del Betis puro
por una vena de licor obscuro,
cuando en la noche de su amor, ligero,
siguiendo el resplandor de su lucero,
llegó también don Diego; y el confuso
caos de Madrid los medios le dispuso
de proseguir tan cauto el galanteo,
que escondió a tu cuidado su deseo.
Jamás, ni en el silencio más secreto
-- que esto debes, don Juan, a mi respeto --
mi audiencia mereció; bien que me hablaba
mirando, y yo mirando le escuchaba,
porque para entender gustos y enojos
tiene Amor los oídos en los ojos.
Al fin, cuando tu ausencia
a mi ciega afición dio más licencia,
le permití pisar estos umbrales
una vez sola; que mi suerte dura
en una sola ocasionó mil males;
que en ella sucedió la desventura
que no refiero, porque la supiste
en la carta, don Juan, que recibiste
de don Sancho en Sevilla; y así, paso
a contar lo que ignoras de este caso.
a la ventaja, no al valor, rendido;
título que Leonor le dio de esposo
que yo juzgué de su amistad fineza,
y era -- ¡ay de mí! -- de aleve amor bajeza;
tuve de su traición y de mi daño.
Hoy supe que don Diego me engañaba,
y en secreto a Leonor solicitaba,
y que esto, junto con haber tenido,
huésped suyo, opinión de su marido,
que de él no saldrá bien, si no es su dueño;
que hoy me dijeron, hoy, los mismos labios
de Leonor las razones que has oído,
si se llaman razones los agravios.
¡Cuál quedó de sentirlos mi sentido!
Finge en tu pensamiento,
don Juan, un labrador a cuya vista
desata en humo la preñada arista.
que al pálido temor y muerte fea
una manchada tigre, que perdidos
sus hijos, a tormentos y bramidos
las furias del infierno desafía.
Piénsate a ti cuando la nueva triste
de haber perdido a tu Leonor supiste;
y un breve rasgo en todos, una vana
sombra apenas verás de la inhumana
rabia, furor, congoja y sentimiento
que inundó mi abrasado pensamiento,
cuando a su lengua oí mi desengaño,
y en su resolución miré mi daño.
Mas como arroja al navegante incierto
tal vez la misma tempestad al puerto,
la misma sinrazón, la misma rabia,
libró mi amor de quien mi amor agravia,
y así, no amante ya, sino enemiga
de don Diego, ha resuelto mi venganza
quitarle de una y otra la esperanza,
y que la suya tu afición consiga,
que con don Sancho tienes concertado;
pues contándole el caso, es fácil cosa
el casamiento de Leonor, y luego
le impedirá su falsedad el mío...
(Si a la pasión venciere el albedrío.) Aparte
...y quedará con esto satisfecha
tu opinión y mi fama, la sospecha
del pueblo desmentída,
manifestada la invención fingida,
Leonor honrada, tú, don Juan, contento,
logrado tu constante pensamiento,
de don Sancho la fe galardonada,
don Diego castigado, y yo casada.
JUAN: Porque en fe de que yo te he asegurado,
Teodora, la verdad me has confesado,
y porque tus amores
no han llegado a más prendas que favores,
disculpa y aun piedad halla en el mío,
tiempla mi pecho la enojosa llama
de que hayas arriesgado nuestra fama;
y más cuando el haberlo confesado
es por dar fin dichoso a mi cuidado.
Mas -- ¡ay de mí! -- ¡Qué fácil significas
la ejecución! Parece que los fueros
olvidas del honor cuando fabricas
remedios sólo al gusto lisonjeros.
¿Esposo he de ser yo de quien esposo
a otro llamó, con ella tan dichoso,
que le ha favorecido,
y que en su misma casa le ha tenido?
TEODORA: Hemos visto, don Juan, un caballero
que, pródiga ella misma de su fama,
que a otro galán había
dádole, no esperanzas y favores,
que el honor al amor rendir podía;
y que fue tan bienquista y celebrada
esta resolución, por acertada,
que el general aplauso de su historia
vencerá de los tiempos la memoria.
¿Y, recatado tú y escrupuloso,
reparas sólo en que ha llamado esposo
a don Diego Leonor, y en que le ha dado,
favores, sin mirar que el más pesado
agravio que a palabras se refiere,
nace en los labios y en oyente muere?
JUAN: Sí; que soy desdichado,
y el escrupulo en mí será pecado,
si es virtud el delito en el dichoso.
TEODORA: No siempre dura el tiempo tenebroso.
Pues en la corte estás, tu amor no sea
hidalgo puntüal de corta aldea,
porque si de los ojos y los labios
los favores, don Juan, fuesen agravios,
no ha delinquido el pecho mas honesto?
0, ¿cuál varón al tálamo llegara
honrado, si esto la opinión manchara?
JUAN: Yo, al menos, por agora,
mientras los mismos casos
muestran lo que he de hacer, quiero, Teodora,
al nuevo intento de Leonor los pasos
impedir, por que, ya que mi esperanza
no logre, logre al menos mi venganza.
TEODORA: Impida yo a don Diego
el casamiento de Leonor, y luego
podrá mi amor, si tan valiente fuere,
que a manos de mis celos no muriere,
por lograr gustos, perdonar agravios,
aunque don Sancho acuse de mis labios
la promesa inconstante;
que no obligan palabras a un amante.
Vase doña TEODORA. Sale don DIEGO con
CAMPANA: Señor, mucho va apretando
la dificultad. La noche
el plazo va apresurando
DIEGO: No.
CAMPANA: De ese modo, si yo fuera
CAMPANA: Pues,
¿Desconfiar a Leonor
DIEGO: En la opinión le tocara,
las espaldas.
¿qué has de hacer? Que está Leonor
mi engaño, que viendo el daño,
Sale doña LEONOR, muy bizarra, e INÉS
INÉS: Bizarra y hermosa estás.
LEONOR: Don Diego con sus rigores
que claro está, si a don Diego
las puertas con centinelas.
LEONOR: Vanos consuelos previenes,
tan groseros.
por deslumbrar a Teodora;
su primera obligación.
CAMPANA: Doña Leonor sale a verte
de novia.
LEONOR: Don Diego, señor, mi esposo...
DIEGO: Callad, Leonor, y mirad
que es en vuestra calidad
que lo ha de estorbar mi muerte
LEONOR: De vos lo espero mejor,
y aunque mi amor despreciéis,
DIEGO: Puesto que no persuadida,
de mí estáis desengañada,
quien no se enmienda advertida.
mas no es posible que os quiera;
Y así, mudad parecer;
no aguardéis a vuestro hermano;
LEONOR: En eso habrá de parar;
le vencerá.
CAMPANA: ¿Y de la mía?
INÉS: Que te responda tu nombre;
CRIADO: Un gentilhombre, señor
de hablaros.
LEONOR: A que negociéis con él
Retírase INÉS con doña LEONOR.
Sale un GENTILHOMBRE con un papel
GENTILHOMBRE: Ved, señor, ese papel.
GENTILHOMBRE: Quien me le dio
Vase el GENTILHOMBRE. Don DIEGO lee para sí
DIEGO: "Faltando a lo prometido
aguardando que cobréis
Mete el papel en la faltriquera
la palabra; cierto es,
Vase don DIEGO. Salen doña LEONOR,
CAMPANA: (¿De quién el papel será?) Aparte
hacia su cuarto.
y ciñéndosela está.
LEONOR: ¡Ah, falso! No logrará
Cierra INÉS la puerta por donde se retiró don DIEGO
CAMPANA: ¿Qué es esto?
¿Por qué le encierras?
DIEGO: ¡Mira que me va el honor Aparte
en salir!
en impedirlo! (¡Estoy muerta!) Aparte
DIEGO: ¡Haré pedazos la puerta! Dentro
CAMPANA: Ella es fuerte, y él está
sin fuerzas... Pero, ¿que espera
Va CAMPANA a abrir y dale doña LEONOR un golpe
CAMPANA: Nunca vi tan blanda mano
TEODORA: (Con las voces y el rüido Aparte
la ocasión.) Leonor, ¿qué es esto?
INÉS: (Ya no da golpes.) Aparte
tu billete!
¿Que dices?
TEODORA: Leonor, engañada estás;
pero tu hermano y el mío
CAMPANA: (Aquí es ello. Ya han venido Aparte
que entre puertas le han cogido.
que ha mudado parecer.)
que andábades negociando
a la vuestra y mi opinión,
el casamiento impidiera.
SANCHO: Bien hicistes. ¡Que Leonor,
por defenderle la vida,
arriesgase nuestro honor!
¡Loco estoy, viven los cielos!
Mas, don Juan, si de este daño
es fin vuestro desengaño,
Antes moriré.
y vuestra esposa ha de ser,
(Si las cosas se disponen Aparte
SANCHO: Mejorada así mi suerte,
¿qué espero? Desengañemos
con su ausencia o con su muerte
me hallaréis determinado.
SANCHO: Inés, a don Diego llama.
INÉS: (Aquí el enredo se acaba.) Aparte
SANCHO: ¿Aqui estáis, Teodora mia?
TEODORA: Con Leonor me entretenía
SANCHO: Él me ha dicho ya el favor
TEODORA: Toque ha sido mi esquiveza
Leonor bella, el bienvenido?
LEONOR: No, don Juan; que no ha querido
es, señor, el aguardalle,
CAMPANA: ¡Por Dios, si no se mató,
que es milagro!
TEODORA: (¡Ay de mí! ¿Si te costó Aparte
la vida?)
tomó las de Villadiego
TEODORA: Y mas él, que de la herida
apenas ha restaurado
las fuerzas.
que recelo que he de hallarle,
más que la noche estrellado.
SANCHO: Ya, don Juan, ¿qué resta agora
TEODORA: (¿Qué puedo hacer? Aparte
con esto ya mi cuidado,
el casamiento a mi hermano
para dilatar el mío.)
a Leonor.
expirando ya.
TEODORA: (¿Que escucho?) Aparte
LEONOR: (Castigo ha sido del cielo.) Aparte
CONSTANZA: Ha llegado la justicia
dar gran golpe, y que sin duda
de algún balcón de los vuestros,
a la calle.
SANCHO: (No sé lo que hemos de hacer; Aparte
pues ya no puede ser menos,
TEODORA: Constanza, ¿vístele tú?
CONSTANZA: Yo le vi, y tal, que no espero
que viva.
TEODORA: (Bajaré a verle; Aparte
que no basta el sufrimiento
¡Ay, mi bien, cuánto te cuesto!
que tus desdichas, mis celos.)
su ingratitud y tu ofensa?
LEONOR: Inés, mi culpa confieso;
de piadosos sentimientos.