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San Juan Bautista de la Concepción
Obras III - S. Juan B. de la C.

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CAPITULO [15] DE LOS HERMANOS CUANDO SE SIENTAN A COMER

 

  Ya se sabe la dificultad que trai consigo el concordar en uno muchas cosas y que entre sí estén tan slabonadas, unidas y conformes que todas ellas tengan entre sí un orden, una conformidad y trabazón. De aquí es la dificultad del templar una vigüela e instrumento de muchas cuerdas y la paciencia que ha menester a el que lo aguarda. El pastor que con


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facilidad tañe una flauta y otra diversidad de instrumentos unos, no apriende con esa facilidad el tañer un instrumento con muchas cuerdas. Por grande excelencia dijo el sancto Job que Dios hacía concordia, unión y conformidad en sus alturas 1. Y de la esposa dijo la propia excelencia el sposo cuando la llamó y dijo que estaba ordenada y compuesta como un exército de soldados, que, siendo muchos y diferentes, estaban reducidos a un orden y concierto 2. Siempre que nosotros hablemos de muchos se nos ha de ofrecer esta dificultad, porque no sólo ha de ser necesario tratar de uno en orden a sí, sino de cada uno en orden a los demás. De suerte que, si tratamos de que es bueno humillarse, es mejor y más dificultoso hacer la tal humillación cuando el otro la hace; y lo propio en el bajar los ojos, en el comer o no comer. Y que reduzga yo mi necesidad y la suspendab hasta cuando el otro ha de remediar la suya, es mejor y más dificultoso. Esta dificultad y mejoro ha de tener este capítulo, de suerte que los religiosos se han de juntar a un tiempo y con unas propias ceremonias y compostura para haber de comer.

 

 

1.  Comer todos a un tiempo

 

  Que todos coman a un tiempo es una de las cosas más esenciales que se guardan en las religiones. Que si cada uno comiera cuando quiere, como en el siglo, más fuera retrato de mesón o bodegón que de religión. Y así, el que tiene mucha gana y poca gana, todo ha de venir a un tiempo, que no vale aguardar al uno y accelerar la comida al otro. Es como la siega: que, en llegando el agosto, el trigo chico y el grande se siegan a un mismo tiempo, sin que diga el chico que lo aguarden y el grande que le antepongan. En la Religión [56r] no hay que esperar al que tiene poca gana ni adelantar al que la tiene grande. En llegando la hora, tañen su campana y todos se juntan a dar refección al cuerpo. Yo pienso que, cuando los religiosos train conpuestos sus estómagos, no destemplándolos con almuerzos y comidillas, que siempre se vienen a un tiempo a conformar con la gana, porque si en eso hay desigualdad es llano que también la ha de haber en la comida y templanza de mediodía. Es llano que no pueden crecer por un parejo el trigo de regadío y el de sequero. Lo propio digo yo del que almuerza y del que ayuna: que la gana no les puede venir a un tiempo.

  Yo confieso que, si no es a algún enfermo, jamás he dado licencia para que ningún religioso se desayune, digo que no la he dado de buena gana, porque juzgo que el que almuerza no tiene gana de comer y la tiene de merendar, y así sale del orden y conformidad que vamos diciendo -que así sube de puncto la hermosura en la Religión, esposa


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de Cristo-. Que a mediodía o a la noche de un propio manjar que se da a todos uno coma un poco más, un poco menos, no eso desbarata el orden, pues cada uno ha de acudir a la necesidad de su estómago, más o menos calor, como no descompone en una arpa el orden y concordancia que el que la tañe hiera con más fuerza la cuerda gruesa (creo llaman bordón) y más delicadamente la delgada y prima; y así no tiene el religioso que reparar si su necesidad le pide comer másc o menos pan, más o menos coles.

 

 

2.  Orden y compostura en la mesa

 

  Llegada, pues, la hora del comer, que es después de dicha missa mayor, sesta o nona d, los que por razón de sus officios han faltado del coro, tañen a examen de conciencia y se juntan todos en el coro, de donde dentro de breve rato salen todos en orden para el refectorio. Como van entrando, van de dos en dos haciendo la humillación al Cristo o imagen que está en la traviesa, advirtiendo que los que van entrando primero se van quedando más hacia la puerta, que es la parte baja del refectorio, y como van entrando se van puniendo adelante de los que ya están puestos [56v] en orden. Y adviertan que no se queden amontonados todos abajo, porque, por usar de su humildad, desbaratan el orden que vamos diciendo.

  Bendita la mesa, cada uno se pone en su asiento según su antigüedad. Y aunque es verdad que esto jamás se ha mirado entre nosotros -porque cada uno quiere el lugar más bajo, y así es muy ordinario el dejar el más alto para el donado y lego-, pero confieso que es tan grande el gusto que me da el buen orden y concierto y el ver a cada uno en su lugar que no querría que en el refectorio y coro usasen de esa humildad, sino que cada uno acuda a tomar su sesión. Digo de los que entran juntos a mesa primera, que los que se tardaron y entraron después, siéntense donde hallaren. Al entrar y salir e en las mesas, se acostumbra, por vía de mortificación, entrar por debajo o por los lados, sin reparar en eso. Eso no inporta, cada uno entre o salga según en la parte que estuviere sentado.

  Sentados todos en sus mesas, tienen puestas sus capillas y sus manos debajo el scapulario hasta que el prelado da el primer sónito, que entonces enpieza el lector y dice: "En nombre de la Sanctíssima Trinidad". Y para entonces ya las han de tener quitadas y bajar bien la cabeza cuando enpiezan y dicen: "En el nombre de la Sanctíssima Trinidad". Y luego se las tornan a poner f y a tornar sus manos debajo del scapulario hasta que el prelado da segundo sónito, que entonces se las tornarán a quitar. Y, bajando la cabeza, tomarán el pan y, como cosa bendita, lo besarán y pondrán a un lado, y al otro apartarán el cuchillo y la cuchara que estaba sobre la servilleta, sin hacer ruido ni


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dar golpe en la mesa. Y tenderán su servilleta la mitad en la mesa y la otra mitad que caiga abajo, sobre g las piernas o pecho, y luego tomará su guchillo y partirá el pan, no haciendo muchas rebanadas [57r] ni h pedazos, porque en eso dan a entender la buena disposición que train para comer, pues tanto pan preparan. Cuando les echan vino i, han de estar mirando para hacerle señal con tiempo, porque si les echan mucho es mala crianza volverlo al jarro.

  Luego enpiezan a comer su fruta, si la tienen, con mucha mesura y espacio, de suerte que por mucha gana que lleven no la muestren dando grandes bocados, abriendo mucho la boca, haciendo mucho ruido con los dientes de suerte que suene lo que comen.

  En la mesa ha de estar derecho, no inclinado a uno de los lados o caído sobre el plato j. Los brazos de los cobdos a las manos sólo ha de sacar sobre la mesa, no echarse ni recostarse ni arrimarse k. Sus ojos siempre muy bajos, porque aquel lugar es donde se ofende mucho con el mirar, y esto sea de suerte que no sepa uno lo poco o mucho l que come su compañero. Los pies muy juntos.

  Cuando le trujeren la comida, ha de tomar el primer plato que en la tabla viene, sin levantar los ojos a ver lo que tienen los otros platos. Si fuere escudilla, no la enpine con sopas, sino que vaya echándolas poco a poco, como las fuere comiendo, ni las eche demasiado de grandes como si fuera cavador. Si después de le haber dado un plato le hubieren de dar otro y la gana que tiene no es mucha y el segundo plato se tarda, no se harte de pan; aguarde, puestas las manos debajo del scapulario, y enderécese, advirtiendo que m siempre que se enderezare en el asiento no se ha de arrimar a la pared, sino estar derecho. En dándole toda la comida y que ya esté satisfecho -no harto, que un religioso jamás lo ha de andar de comer ni dormir-, haga lo propio que cuando enpezó: aparte lo que tiene sobre la servilleta y dóblela y torne a poner la cuchara y cuchillo n encima, apartando bonitamente a un lado las migajas y el pan y al otro las cáscaras y sobras de la fruta. Si acaso le sobrare alguna fruta, que los servidores no la cojan en las cestas, póngala encima de la servilleta.

  Si no se levantare a hacer [57v] alguna mortificación, estése en su asiento, siempre su capilla puesta y sus manos debajo del scapulario y el cuerpo, como queda dicho, derecho, hasta que el prelado dé o el primer sónito. Si entonces no hubiere a mano servidores que cojan y él con commodidad puede salir a coger, salga sin hacer tropel ni ruido y tome su cesta para coger, como queda dicho en el officio del servidor, y, si no, aguarde el segundo sónito; y entonces salen todos juntos de la manera que entraron y se ponen en orden para dar gracias. Dadas las gracias, el que es lector de mesa segunda va y besa el scapulario al hermano ministro y dice: Benedicite, para leer, y lo propio el servidor.

 

 


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3.  Otras normas de comportamiento

 

  Advierta cuando come que de los platos que comiere, después de vacíos, no los ponga unos sobre otros. Si algo se le cayere de la p mesa de consideración -o el pan o algo de lo que come-, bájese bonitamente y póstrese debajo de la propia mesa hasta que le den q sónito por el descuido que tuvo y tome lo que se le cayó y levántelo, salvo si el servidor estuviere tan a la mira y a punto que él lo levante, que en tal caso, no siendo la cosa que se cayó de consideración, no tiene que postrarse.

  Algunos hermanos piden licencia para dejar algo de lo que comen. Y en semejante ocasión, lo que han de hacer cuando les dan el plato que desean dejar y mortificarse en él no comiéndolo r, es tomar el plato y ponerlo junto a sí y decir muy quedito: "Pida licencia", señalando el plato que desean dejar. Y entonces ha de ir el servidor y decir al prelado: "El hermano fulano pide licencia para dejar el plato o la escudilla". Y conforme la respuesta le dieren, ha de volver al religioso y s, si le dan la licencia para que no lo coma, tomar el plato y llevárselo; y si le mandan que lo coma, acercárselo.

  Advierta el hermano, cuando come, que no puede dejar ningún plato sin licencia de la obediencia, pero podrá comer de cada plato lo que tuviere necesidad, que no le obligan a que lo coma todo. Supongamos que es una fiesta grande y que les han traído de fuera alguna comida y que yo no tengo gana o mi estómago, estrechado y enseñado a lo poco, no puede llevar tanto. No me obligan a que lo coma todo; pedir licencia para dejarlo; si no me la dan, tomar un solo bocado o una niñería de aquel plato, con que cumplo con la obediencia, y luego apartarlo.

  [58r] Los que entran tarde a comer, digo después de haber entrado la comunidad, por haberse quedado atrás t por cualquier causa, se ha de hincar de rodillas y aguardar a que le den sónito y levantarse luego y irse al u lugar donde esté alguna sesión desembarazada. Si no la hubiere, siéntese en el suelo a un rincón, donde no haga estorbo a los servidores. Si el refectorio fuere pequeño, como ahora sucede en nuestras fundaciones, y no cupieren los religiosos en él, no se anden vagueando los unos mientras comen los otros; entren todos juntos en el refectorio y los que no cupieren quédense sentados a un lado v oyendo la lección que se lee en aquella mesa.

  Suelen levantarse algunos a pedir alguna mortificación, como es besar los pies o que les den algún w bofetón o pedir comida por amor de Dios, como queda dicho x. Si vinieren a besarles los pies, aunque sea el general, no lo huigan ni escondan, antes lo manifiesten. Si pidieren bofetón, denlo con mucho sentimiento de su corazón y consideren cuán


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a costa de su sentimiento y dolor aquel hermano se mortifica. Si interiormente Dios les inspirare el gran fervor con que aquel tal religioso hace aquella mortificación, bien pueden darle algo recio. Guárdense de no tener en esta ocasión el corazón con algún sobresalto o mal color, que seríe bien parecido al de Judas cuando Cristo estaba a sus pies y en su corazón el demonio 3. Si el religioso le pidiere algo para comer, gustando de se mortificar y comer sus sobras, déle algo de lo que come; si le parece que lo ha menester todo, hágale señas para que se vaya.

  Desde que el religioso entra en el refectorio, de cualquier condición que sea -coma en las mesas, coma en el suelo-, como el officio que allí tiene no le impida, ha de tener grande atención a la lectura de suerte que, si fuere menester, pueda dar cuenta de ella a su prelado, si se la pidiere. Si la letura fuere el y evangelio que se ha leído aquel día en el coro, ha de tener quitada la capilla hasta que diga: Et reliqua. Si fuere el sábado, cuando se lee la tabla de los officios, mientras dura el leerla han de tener todos quitadas las capillas y, cuando les echaren algún officio, ha z de bajar la cabeza aquel a quien se lo echan; y cuando lo echaren al prelado la han de bajar todos. También han de tener quitadas las capillas cuando el prelado reprehende alguna culpa o algún hermano que hace alguna mortificación la confiesa, y por aquel breve rato no han de comer, [58v] antes han de estar muy compuestos, puestas las manos debajo del scapulario, escuchando con atención a su prelado o al hermano que viene en penitencia.

  Adviértase arriba, en la compostura del a religioso en las mesas, que no se ande hurgando, puniendo o quitando la capilla. En nuestros refectorios jamás se envía nada a nadie, pero si, por alguna causa justa, a mesa segunda el prelado, por ser güésped, habiéndole dado alguna cosa más -como se tratará en el capítulo de los güéspedes: que a todos el día que vinieren los deben regalar conforme su posible y la necesidad que trai el tal religioso-, en tal ocasión que el prelado le envíe algo a algún súbdito, lo reciba y quite su capilla bajando su cabeza. Jamás se rasque ninguna parte de su cuerpo y en particular la cabeza, que es mala crianza, estando todos comiendo. Si se le ofreciere necesidad de escupir, sea bonito, porb un lado, sin hacer ruido ni andar gargajeando, guárdese de scupir por encima de lo que come, ni por encima de la mesa. Si hubiere en el refectorio algún gato, huiga de echarle nada, porque eso es culpa grave, aunque se le ponga al lado y le den con la manecilla -como algunos gatos en otros refectorios he visto yo mal enseñados-, que ése es officio de los que sirven: ponerles a un lado una scudilla con algunas sopas; y si no, váyanse a cazar, que en ratones les puso Dios su ración.

  Si no bebiere vino, nunca el agua la beba con la jarra, porque ponen una para dos y no es crianza beba el uno las sobras del otro;


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échela en la taza y no eche tanta que se le vierta; más vale echar dos veces que por colmarla bien unac moje la mesa y a sí propio. Y lo mismo digo del que aguare el vino d.

 

 

[59r]     Jhs. M.ª

 

 




a  sigue q tach.



1 Cf. Job 25,2: "... qui facit concordiam in sublimibus suis".



2 Cf. Cant 6,3.9: "Terribilis ut castrorum acies ordinata".



b  sigue que tach.



c  sigue más tach.



d sigue s tach.



e y salir sobre lín.



f corr.



g  sigue las tach.



h al marg. la rúbrica de la firma del autor.



i sigue si lo ay tach.



j o-plato sobre lín.



k sigue q tach.



l sigue o tach.



m sigue siem tach.



n sigue sobre tach.



o sigue sónito tach.



p  sigue mesa tach.



q sigue sab tach.



r sigue lo que an de hacer tach.



s sigue al m tach.



t corr. de atrasado



u sigue q tach.



v sigue le ley tach.



w sigue s tach.



x como-dicho al marg.



3 Cf. Jn 13,4-5.27.



y  sobre lín.



z corr. de han



a sigue refectorio tach.



b sigue hu tach.



c  sigue se vaya tach.



d sigue espacio de 14 líneas en blanco.






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