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Enrique Gil y Carrasco El Señor de Bembibre Concordancias (Hapax Legomena) |
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3007 19| envía! -No, hija mía, no te esfuerces en consolarme, pero tú no 3008 11| amarguísimos, como si el único eslabón que la unía a la dicha se 3009 18| Con tan raro concierto y eslabonamiento de circunstancias, a cual 3010 7| insensiblemente llega a eslabonarse con aquellos sublimes sentimientos 3011 23| jóvenes años eran otros tantos eslabones que le unían a él. Así fue 3012 38| celajes se coloreaban y esmaltaban con indecible pompa y esplendor 3013 35| padecimiento, y la calentura había esmaltado sus mejillas con una especie 3014 4| pueblos y praderas que esmaltan su bendecida orilla y adornan 3015 35| entonces un vivo carmín esmaltó sus mejillas y hasta su 3016 2| obstáculo para que en la crianza esmerada de su hija emplease su instrucción 3017 18| muy grande pintada en su espacioso y saludable semblante. -¿ 3018 10| por encima describiendo espaciosos círculos, y luego se precipitaba 3019 25| descubierta, las lanzas y espadas inclinadas al suelo, y el 3020 22| fueron las grevas, peto, espaldar y manoplas con que sustituyeron 3021 25| para atravesar sus petos y espaldares. En cambio, los ballesteros 3022 18| la visión, puede que la espante yo haciéndole la señal de 3023 8| hasta allí de sombras y espantos. Así se pasó algún tiempo 3024 21| Antes morir que vivir en tan espantosa agonía! ¿No hay quien me 3025 31| combatida por el viento, y que esparcía alrededor sombras y dudas 3026 22| mundo que si alguna vez esparció flores por su camino fue 3027 36| por qué mi corazón ha de esparcir la desdicha por todas partes?.... .. 3028 3| disolver nuestra hermandad y esparcirnos por la haz de la tierra, 3029 19| apartarme de mi propósito tan especiosos argumentos, ni qué interés 3030 24| permanecía en lo exterior frío espectador de la contienda, si bien 3031 18| cerrando los ojos por no ver el espectro de don Álvaro, pues por 3032 38| entera. ¡Ah, don Álvaro!, ¿esperabais mejor padrino de nuestras 3033 25| más legítimo que sea, y esperad a mañana, que tal vez la 3034 35| esperas lo que todos para ti esperamos y nos afliges de esa suerte? 3035 33| mejor harías en haber ido a esperarlos, y volver corriendo con 3036 18| luego, irse al convento y esperaros allí, aunque todos decían 3037 35| muy en breve. ¿Cómo no esperas lo que todos para ti esperamos 3038 23| que tenga paciencia y me espere, que yo también la he esperado 3039 10| pudiera encontrar tan tupido y espeso como el misterio temeroso 3040 18| en el horizonte celajes espesos y pesados, que adelgazados 3041 18| ni otro me han dado buena espina. Doña Beatriz, que había 3042 3| descubrir algo de nuevo en tan espinoso asunto había escuchado al 3043 16| galas puramente místicas y espirituales. El conde de Lemus, con 3044 2| de aquellos amores cuya espléndida aurora debía muy en breve 3045 2| alumbraba a un aposento espléndidamente amueblado y alhajado. Era 3046 37| aéreo, matizado de tintas espléndidas y enriquecido con una prolija 3047 13| bailoteos y algazaras que la esplendidez del señor hacía más alegres 3048 20| verse don Rodrigo, su tío, espoleaba los ardientes deseos que 3049 4| Santiago, plantas indígenas y espontáneas en el suelo de la caballería 3050 5| por un impulso natural y espontáneo, se precipitaron una en 3051 21| Por vos, Lara, que calzáis espuela de oro; por vos, que nacisteis 3052 37| arroyo de sangre ardiente y espumosa vino a teñir sus labios 3053 10| el peso de los años, el esqueleto del castillo todavía se 3054 4| sepulcros que encierran los esqueletos de aquel pueblo de gigantes. 3055 31| allí se abrigaban algunos esquifes ligeros en que los caballeros 3056 31| mugiendo a beber moviendo sus esquilas, y otros hatos de ovejas 3057 16| jinete y caballo doblaban la esquina en busca de la puerta principal, 3058 10| caballeros y aspirantes esquivaban su conversación. Paseábase, 3059 23| superstición común, había esquivado en la narración el punto 3060 26| estocada que el comendador supo esquivar; y alzando el hacha con 3061 18| aunque todos decían que estabais en el otro mundo y enseguida 3062 35| no estás tan alegre, como estabas algún día?~ ~ ~ ~ Los ecos 3063 13| de doña Beatriz. Hubo que establecer una especie de turno para 3064 21| Bembibre, faltando en esto a la establecida práctica de entregar los 3065 18| propios de su estado. Millán, establecido ya y deseoso de coronar 3066 25| y triste de diciembre, y estableciendo sus guardias y precaviéndose 3067 25| de peligro ni gloria, se estacionó en la reducida llanura que 3068 7| vos si fuere menester, y estad seguro de que nunca maldeciréis 3069 36| ella, retirándose a sus estancias respectivas. No bien se 3070 19| luchad con vuestro dolor y no estanquéis la sangre ilustre que corre 3071 30| Cristo con todos. Ello no estaréis muy bien, porque allá aun 3072 11| Miren que aliño de casa estaría, la mujer llorando por los 3073 9| mujer que antes de amanecer estarían va de vuelta, se alejaron 3074 1| meses no fue bueno. Con éstas y otras llegaron al pueblo 3075 30| vida. Don Álvaro se quedó estático con esta respuesta, pues 3076 25| Y pensáis que el conde esté mañana con sus lanzas? - 3077 22| todos los medios que no estén reñidos con la ley de Dios, 3078 2| y numerosa; rama seca y estéril el uno, por su edad y sus 3079 30| te han desamparado, y la esterilidad y la viudez vendrán juntas 3080 38| alfombraron su camino, y el estertor de su agonía los festejos 3081 9| pícaro conde! y otras por el estilo, con que aquellas gentes 3082 2| personas universalmente estimadas. Los templarios habían llegado 3083 15| bien nacido. Si en algo estimáis, pues, la fina voluntad 3084 25| bajo mi mando? -Todos os estiman y respetan por vuestra alcurnia, 3085 16| tantas razones tenían para estimarla. Su padre como deseoso de 3086 16| necesitaba respetarle y estimarle y, por otra parte, su condición 3087 5| hablar de uno que le venere y estime. Aquel tiro, dirigido a 3088 27| escaparán. Pídeme lo que más estimes de mi casa y de mis tierras, 3089 21| extraño juicio y dar nuevo estímulo a sus deseos, cosa natural 3090 25| Con semejantes voces y estímulos no parecía sino que iban 3091 13| cabía en su pellejo, harto estirado ya por su gordura. Añádase 3092 26| coraje le tiró una soberbia estocada que el comendador supo esquivar; 3093 27| sin ceremonia trasegó a su estómago, le pidió cuenta de su expedición. - 3094 26| muchísimas flechas rodeadas de estopas alquitranadas y encendidas 3095 26| de afuera no sólo se lo estorbaba, sino que vomitaba sin cesar 3096 28| acallarse. -No diréis que os he estorbado el paso -contestó él ahora 3097 34| poderosa su influencia a estorbar la declaración que restituía 3098 32| superiores, tuvieseis ánimo para estorbarlo. ¿En qué opinión teníais 3099 34| Juan, comenzó a suscitar estorbos a la decisión del concilio. 3100 25| no se me alcance algo de estratagemas y ardides? -Sí, sí, ya veo 3101 14| escuadrón, y don Álvaro estrechado entonces, comenzó a retirarse 3102 20| diciéndole que el cerco se iba estrechando, y que, si llegaban a dar 3103 30| precipitándose en sus brazos y estrechándole fuertemente. ¿Qué habéis 3104 17| significativas y penetrantes y de estrechar su mano. No parecía sino 3105 14| de que nunca llegarían a estrecharle hasta el extremo, porque 3106 34| aquella voz interna, se estrellaban todos los consuelos y reflexiones 3107 24| las batallas relincha y se estremece, a pesar de su debilidad, 3108 28| desde abajo una voz que hizo estremecer a don Álvaro. -Seguro como 3109 18| empezaba a verse aprisionada, y estremecida su complexión con tantos 3110 26| jornada, cuando de repente les estremeció sus espaldas una trompeta 3111 26| entonces corría con tremendo estrépito, muy a propósito para ocultar 3112 26| barbacana, prorrumpió en una estrepitosa y alegre gritería vitoreando 3113 24| la grosera trama en que estribaba la persecución de la orden, 3114 7| cuando justamente en vos estriban todos sus planes! ¡Por vida 3115 35| sobre un aire del país el estribillo de una canción popular que 3116 1| temperamento -, ¡y sin perder los estribos!, ¡ah buen caballero! ¡Lléveme 3117 34| Portugal, sino la justicia estricta y rigurosa, y así, desde 3118 36| la página siguiente esta estrofa dolorosa:~ ~ ~ ~La flor 3119 26| los matacaspas acabaron de estropearlos. Entonces comenzó a sonar 3120 12| don Álvaro de Cornatel, el estudiado rodeo que le vieron tomar 3121 28| y sus espías, bajo mil estudiados disfraces, sin cesar le 3122 27| sitio. -Más de una hora estuve escuchando -repuso el montañés, 3123 11| pureza de nuestro amor. Así estuvieron algunos instantes, como 3124 4| persecución que tiznará eternamente su memoria. El Papa, que 3125 4| rigor que no mansedumbre evangélica; enflaquecido por los ayunos 3126 22| dechado entonces de ciencia y evangélicas virtudes. De sentir enteramente 3127 34| solicitud al espíritu del Evangelio, que los obispos todos con 3128 20| obligó a no intentar su evasión por ningún camino hízole 3129 24| fuerza de reflexiones y evidencias, se le oyó exclamar más 3130 28| revés que, a no haberlo evitado rápidamente, hubiera dado 3131 15| Bonifacio, y a trueque de evitarlo, le dejaba bañarse en la 3132 10| parecía el profeta Ezequiel evocando los muertos de sus sepulcros 3133 22| general de los caballeros, exacerbados con tantas iniquidades y 3134 25| arrogancias empleadas adrede para exacerbarlos y empeorar su causa con 3135 26| sacar. Todas estas desdichas exacerbaron su orgullo ofendido, y avivaron 3136 28| persuadirse el buen Millán de la exactitud de las noticias que por 3137 7| entonces su imaginación se exaltaba hasta mirar sus lágrimas 3138 26| Semejantes razones subyugaban y exaltaban a aquellas gentes crédulas 3139 25| castillo con el mayor cuidado, examinando muy prolijamente sus murallas, 3140 10| y el anciano, después de examinarle atentamente, le dijo: -¡ 3141 36| marchita flor de sus años y su exánime juventud. Inmediatamente, 3142 4| sobrenaturales y sobre todo la exasperación causada en los templarios 3143 12| iracunda y soberbia se ha exasperado con nuestras desdichas, 3144 26| los enormes barrancos que excava aquel regato poco antes 3145 25| residuo de las inmensas excavaciones romanas, acaba de revestir 3146 32| de enmendar con la debida excepción. Infructuosos fueron, por 3147 31| los pechos bien nacidos excita la posesión de un bien legítimamente 3148 36| extraordinaria, pues la excitación de delirio y de la calentura 3149 33| mojarse hasta los huesos, y excitando la furia de Mendo que echando 3150 16| madre empleaba adrede para excitar sus lágrimas, y sobre todo 3151 24| y evidencias, se le oyó exclamar más de una vez desde la 3152 12| combinaciones políticas, excluyó de esta avenencia y concierto, 3153 26| dientes: -No, pues ahora excusa el conde de venir con que 3154 17| en conocimiento de que se excusaba con el enardecido monje. 3155 21| de tan ilustre sangre. -Excusad las alabanzas que no tengo 3156 7| ellos, por sendas y veredas excusadas llegaron prontamente a Bembibre. 3157 9| Castilla y de la cual mal podía excusarse; y la idea de una ausencia 3158 20| su ligereza, y le dio mil excusas delicadas y corteses de 3159 12| gran pesadumbre suya le excusó la enfermedad de doña Beatriz, 3160 35| pecho. De cuando en cuando exhalaba un ¡ay! profundísimo y llevaba 3161 11| Álvaro, y semejante a una exhalación celeste entre nubes, parecía 3162 24| Como doña Beatriz no había exhalado una queja durante su reclusión 3163 3| dejar a San Juan de Acre, exhalamos el último suspiro! Desde 3164 16| último, bajando los ojos y exhalando un suspiro histérico, dijo 3165 38| sobre su hombro acababa de exhalar el último suspiro .... .. 3166 26| conoció la inutilidad de exhortar a unas gentes en cuyos pechos 3167 20| la salud de Castilla lo exige así y no me ha sido dable 3168 Conc| sucesos que en él se refieren exigen cierto conocimiento de los 3169 36| iba a ser mi esposo y le exigí palabra de que me respetaría 3170 21| merced que acababa de hacerle exigía de él una obligación sin 3171 5| infinitamente menor que el que exigían de su hija, bien quisiera 3172 12| propia de su carácter, aunque exigiéndole antes su palabra de caballero 3173 30| del arco del rastrillo, existe todavía un gran escudo de 3174 31| del alma en un principio, existía ya de por sí y como cosa 3175 22| demandas nada tenían de exorbitantes, pues no declinaban la jurisdicción 3176 28| rematarle con su puñal. Este expediente, sin embargo, tenía más 3177 24| corazón y a las amargas experiencias del mundo, se perdían en 3178 10| más repentina que la que experimenta el viajero entrando en esta 3179 13| maneras doña Beatriz no experimentó al salir de la enfermedad 3180 18| brindaba el porvenir a una expiación soñada. Con tan raro concierto 3181 12| de que al siguiente día expiraba el plazo señalado a doña 3182 17| Doña Beatriz en cuanto expiró su madre se aferró a su 3183 13| tendremos completamente explicado el regocijo del buen palafrenero. ~ ~ ~ ~ 3184 18| por vos, por mí mismo, explicaos. En esto hay algún misterio 3185 8| de vuestro padre ni mía exponernos a las malicias del vulgo. - ¿ 3186 9| sería dar que pensar, y exponerse a perder la última áncora 3187 Conc| no ir contra la voluntad expresa del difunto, que quería 3188 38| manifestó al prelado con vivas expresiones su agradecimiento por su 3189 28| labios haciendo gestos muy expresivos, y enseguida comenzaron 3190 29| nuestros antiguos poetas expresó con imponderable felicidad 3191 13| cada paso estaba enviando expresos que volvían siempre con 3192 30| y penoso a que se veían expuestos, los preparativos de su 3193 2| que resaltaba sobre su exquisita ropilla oscura, guarnecida 3194 28| ahora, sustraerse a las más exquisitas indagaciones por entre su 3195 14| perfiles y dibujos de oro de exquisito trabajo. Finalmente, a la 3196 36| las aguas, seguían como en éxtasis sus blandas ondulaciones. 3197 22| especie de semicírculo, se extendían los caballeros profesos, 3198 30| al oriente con las manos extendidas y soltando la rienda al 3199 10| transparente de Carucedo, harto más extendido que en el día, parecía servir 3200 25| tonadas. Los gallegos se extendieron por la ladera más suave 3201 31| valle, parece dilatar su extensión, y los juncos y espadañas 3202 24| esposo, se pasmaron de ver su extenuación, sus miradas a un tiempo 3203 29| las hipócritas formas y exterioridades de los hombres. Doña Beatriz, 3204 25| negruzcos y musgosos que se extienden a su pie, residuo de las 3205 19| esclarecido que en vos se extingue? -¿Y no habéis visto extinguirse 3206 16| de la gloria de su linaje extinguido ya a la sazón por la muerte 3207 38| aflicción. Con su muerte se extinguió aquella casa ilustre que 3208 19| extingue? -¿Y no habéis visto extinguirse otras cosas aún más nobles, 3209 4| resultado, era una orden extranjera cuya cabeza residía en lejanos 3210 34| en uso de sus facultades extraordinarias, rompiese la última valla 3211 25| que dice muy bien con lo extravagante y caprichoso de sus figuras. 3212 37| alma rabiosa y sombría se extraviaría en los senderos de la eternidad! 3213 11| que sólo a las naturalezas extremadamente enérgicas y altivas son 3214 13| Entonces se le administró la extremaunción, porque, como no había recobrado 3215 28| de él se veían asomar las extremidades de una porción de escalas 3216 10| muerte, parecía el profeta Ezequiel evocando los muertos de 3217 34| como los de la serpiente fabulosa, no pudieran volver a juntarse 3218 27| para capitán de aquella facción al enemigo más encarnizado 3219 18| con todo su condado y su fachenda, no le llega a la suela 3220 20| sangre preparada al intento, facilitó la escena que ya presenciamos 3221 2| de los ojos aquel prisma falaz que hasta entonces les había 3222 31| porque mientras su suerte se fallaba, ningún lugar había más 3223 31| Salamanca, donde se iba a fallar el ruidoso proceso que traía 3224 32| del Delfinado, donde debía fallarse definitivamente el proceso 3225 Conc| misteriosa llegada había fallecido el ermitaño de la Aguiana, 3226 12| aseguró que su plan no saldría fallido. Cierto es que don Álvaro 3227 24| ojos de la muchedumbre la falsedad de los cargos, junto con 3228 29| pálida y húmeda mortaja. No faltaban accidentes pintorescos en 3229 20| y desasosegado, no había faltado, a pesar de todo, a las 3230 21| con el señor de Bembibre, faltando en esto a la establecida 3231 34| origen adolecían, nunca faltaría a la fe jurada a sus hermanos. 3232 32| oírse nuevos testigos. No faltaron muchos que se presentasen 3233 4| amortiguarse, y la memoria de sus faltas, la envidia que ocasionaban 3234 10| será mi brazo el que os falte. -Mucho podéis hacer -contestó 3235 22| su mano para permitir que faltes a tus juramentos, tu vida 3236 32| extrañas y maliciosas como falto de juicio y compostura. 3237 38| ángel consolador de las familias; la noticia de su peligro 3238 5| conocía harto bien el fondo de fanatismo que en el alma del abad 3239 18| le salgan sus soberbias y fantasías. Bien oí yo lo que le dijo 3240 11| espuelas, se lanzó contra el fantasma en quien reconoció con gran 3241 37| extremidad occidental pasaban con fantasmagórico efecto los últimos resplandores 3242 22| blancos parecían otros tantos fantasmas lúgubres y silenciosos. 3243 28| como otras tantas sombras fantásticas en aquellas escarpadas eminencias. 3244 25| ofrece un aspecto peregrino y fantástico por los profundos desgarrones 3245 30| enjuto como al ejército de Faraón. De hoy más, Jerusalén - 3246 34| fundan en una mezquina y farisaica explicación de las leyes, 3247 16| la vanidad nunca habían fascinado sus ojos; pero estas disposiciones 3248 17| los sueños que ahora os fascinan serán vuestro más doloroso 3249 13| locos. Su delirio tenía fases muy raras y diversas: a 3250 31| seguridad y de ventura. Fatalidad y no pequeña era encontrar 3251 37| alrededores era extraordinaria. Fatigábale la cama terriblemente, pero 3252 20| donde tan a menudo solía fatigar al colmilludo jabalí, al 3253 25| flotaba semejante a un fuego fatuo en la cimera de su yelmo. 3254 27| aquellas circunstancias poco favorables, no sólo por el número y 3255 5| noble y poderoso de Galicia, favorecido del rey y muy especialmente 3256 16| mentarle siquiera sus proyectos favoritos. El conde de Lemus, que 3257 31| querrá borrar mi nombre de la faz de la tierra. Doña Beatriz 3258 29| y rectitud, y echaba una fea mancha en el escudo hasta 3259 27| infinito de su corazón por las fealdades que le manchaban. El conde, 3260 21| por muerto, porque a estas fechas ya la habrá entregado mi 3261 37| tiempo a sus ojos, habían fecundado estas terribles semillas 3262 2| común en aquella época, y fecundase las felices disposiciones 3263 38| deleznable de las terrenas felicidades y el premio inefable de 3264 7| extremado cariño, porque su femenil agudeza le daba a entender 3265 21| de algún pecho traidor y fementido? ¿Asististeis vos a estos 3266 32| origen de tanta sangre y tan feos borrones para la cristiandad.~ ~ 3267 10| que forman aquel hermoso y feraz anfiteatro. El Cúa, encubierto 3268 38| cuando miradas vagarosas al féretro y a la concurrencia, pero 3269 8| ligera idea de él. Don Pedro Fernández de Castro, conde de Lemus, 3270 25| y por último, se alegró ferozmente de aquel desafío a muerte, 3271 9| venas suyas, derraman la fertilidad y alegría por el llano. 3272 6| proporciona riego abundante y fertiliza aquella tierra en que la 3273 38| la sepultura y en oración ferviente pasó más de una hora; besó, 3274 18| familia de Cristo, y orado fervorosamente sobre la sepultura apenas 3275 38| obediencia, tuvieron ahora de fervorosos sus servicios; así fue que, 3276 22| hermoso bien venido a quien festejé con todo mi poder y carino; 3277 37| pensar de aquel tono casi festivo de doña Beatriz, y en particular 3278 20| le hacía insoportable y fétido, y su juventud se marchitaba 3279 4| aquella época la Europa feudal. Para conjurar todos estos 3280 38| los bienes que poseía en feudo y, mejorando considerablemente 3281 8| en Castilla, son el mayor fiador de la pasión que me inspiráis. 3282 2| de los sentimientos son fiadores más seguros de la paz y 3283 37| Papa, y en ella viene la fianza de tu felicidad. -¡Misericordia 3284 18| un vestiglo! ¡Cuidado con fiarse de los templarios que son 3285 13| alejaba del Bierzo cuando la fiebre se cebaba en doña Beatriz 3286 13| lectores pueden figurarse, con fiestas, bailoteos y algazaras que 3287 18| cresta de las montañas, figuraban otros tantos cendales y 3288 1| al río de cabeza. ¿Qué os figuráis que hizo don Álvaro? Pues 3289 20| sentimiento, como tal vez se figuran. Este caballero era don 3290 36| Cuántas veces se habrían fijado en aquellos carácteres los 3291 15| fieramente alrededor, y fijándola alternativamente en sus 3292 35| los ojos de don Alonso, y fijándolos con más cuidado en aquel 3293 35| abrió los ojos, aunque sin fijarlos en objeto alguno determinado 3294 6| no sabemos decir a punto fijo si era esto lo que más influía 3295 13| partes con atención, se fijó en la escasa luz de una 3296 20| noche Ben Simuel preparó un filtro con que todas las funciones 3297 34| referían a un orden de cosas ya finado o suspenso por lo menos, 3298 2| ropilla oscura, guarnecida de finas pieles. En una palabra, 3299 9| cualquiera! Y sobre todo, más fincas hay que las del señor de 3300 8| templanza y con un acento de fingido pesar. -Mucho me pesa, señora, 3301 9| escrúpulo, salió del convento fingiendo la misma prisa y pesadumbre 3302 33| a su sistema de generoso fingimiento, pero tan lejos estaba de 3303 31| que apenas se atrevía a fingir en su imaginación. Después 3304 25| armaduras damasquinas, de finísima forja, nada tenían que temer 3305 22| encaminóse a Ponferrada al punto, firmemente resuelto a no salir de sus 3306 7| su hija el amor que tan firmes raíces había echado no era, 3307 13| Carracedo, muy versado en la física y que conocía casi todas 3308 18| mismo; y a estas señales físicas de un profundo padecimiento 3309 37| día, y sus padecimientos físicos, unidos a los combates de 3310 3| anciano venerable, alto y flaco de cuerpo, con barba y cabellos 3311 13| entonces tan descarnados y flacos, se los echó al cuello y 3312 28| un tiempo por el frente y flanco, y desconcertados de aquella 3313 25| de los otros que eran los flanqueadores y tropas ligeras a quienes 3314 30| presentimientos los ánimos más fuertes flaqueaban. El día señalado, muy de 3315 11| vacilar es que mis fuerzas flaquean y mi cabeza se turba en 3316 16| en sí; su madre comenzó a flaquear y al poco tiempo se postró 3317 3| dejado ver demasiado las flaquezas que abriga este anciano 3318 10| jovencillo iba tocando en una flauta de corteza de castaño una 3319 22| de terciopelo negro con flecos y borlas de oro y desarrollando 3320 1| tenía un cuerpo enjuto y flexible, una fisonomía viva y atezada, 3321 26| Lemus en especial, de tan floja defensa, creyeron que la 3322 35| dolor, no bien sintieron flojas las rigurosas ataduras, 3323 12| discurso del rey eran ambos flojos en demasía para atajar tan 3324 24| una existencia próspera y floreciente. ¡Miserable inestabilidad 3325 27| venir nuevas bandas otra vez florecieron en el conde sus antiguas 3326 35| encontraréis el césped que florezca sobre el cuerpo de vuestra 3327 16| generoso gran número de sus más floridas esperanzas, y tanto en su 3328 2| huertas de la casa estaban floridos todos los rosales y la mayor 3329 25| que se había levantado, flotaba semejante a un fuego fatuo 3330 Conc| a ceñirla como un ropaje flotante, pero sin arredrarse por 3331 29| tomaba la pluma y de ella fluía un raudal de poesía apasionada 3332 35| sucede con las imaginaciones fogosas, bastó para alterar favorablemente 3333 22| alguna empresa de crédito la fogosidad y energía de su carácter 3334 25| cuajados de plata, que el fogoso animal salpicaba de espuma 3335 26| acertó a ver al conde que forcejeaba con sus hidalgos y deudos 3336 37| queriendo acercarse a ella, y forcejeando con el abad y los remeros 3337 25| damasquinas, de finísima forja, nada tenían que temer de 3338 13| brazos, tan puros y bien formados no hacía mucho y entonces 3339 3| entre vos y él algún pacto formal? -Ninguno. Menguado fue 3340 26| dando terribles gritos, se formaron al punto bajo sus enseñas. 3341 29| contra el alfarero que me formó. -Doña Beatriz, dadme vuestro 3342 17| pronunció con voz ronca la fórmula del sacramento y ambos esposos 3343 28| era mucho más robusto y fornido. Así fue, que sin desconcertarse 3344 25| aquellos brazos robustos y fornidos. Todos ellos se distinguían 3345 29| especie de libro de memoria, forrado de seda verde que cuidadosamente 3346 25| brindaban abundosos pastos y forrajes. De esta suerte repartidos, 3347 37| que cuando comenzaba a fortaleceros vuestro antiguo valor, así 3348 8| frondosa y apacible. Su alma se fortificaba en la soledad y aquella 3349 28| luego tuvo que sujetarse la fortificación imposibilitada de dominarla, 3350 25| naturaleza se había empeñado en fortificarle con horrorosos precipicios. 3351 25| entonces cuidadosamente con una fortísima muralla y un foso muy hondo. 3352 3| aquí y acullá en aquellas fortísimas murallas; pero en la época 3353 26| punto, justamente cuando, forzada la puerta, cabreireses y 3354 8| desesperados. Unas veces pensaba en forzar a mano armada el asilo pacífico 3355 8| Como este era un suceso que forzosamente había de llegar, la joven 3356 12| del rey don Fernando IV, forzoso será que demos a nuestros 3357 26| por los que morían en los fosos y al pie de sus murallas, 3358 36| La flor del alma su fragancia pierde;~ ~por lo de ayer 3359 2| como una azucena gentil y fragante al calor del cariño maternal, 3360 19| dejar de ser por eso puras y fragantes. Adiós... Don Alonso le 3361 31| fortaleza, porque todos los frágiles adornos y labores del gusto 3362 4| ensoberbece aun a los humildes, la fragilidad de la naturaleza humana 3363 25| ligeras a quienes por lo fragoso del país debería caber la 3364 Conc| contó, había ido a meterse fraile a un convento de la Tierra 3365 3| el río, semejante a una franja de plata, corría al pie 3366 28| paños de tartarí negro con franjas de oro. Sus deudos y vasallos 3367 28| por una estrecha garganta franqueada por dos terribles despeñaderos. 3368 22| ellos el ósculo de paz y de fraternidad. Concluido este acto, aproximaron 3369 27| prolongación de una lucha fratricida; pero el conde le respondió 3370 11| autoridad legítima y de donde fraudulentamente la habéis arrancado. En 3371 20| torreones angulares, el menos frecuentado del castillo. Allí le sujetaron 3372 30| agraviado caballero. Por fin, frenando su ira como pudo, le dijo 3373 25| la fortaleza presenta dos frentes regulares, pero defendidos 3374 9| alba, se encontraron en las frescas orillas del Cúa. Cabalmente, 3375 20| pintoresco país, coronados de fresnos, chopos y mimbreras que 3376 31| mole blanca en medio de una fresquísima alfombra de prados, y los 3377 10| una laguna, ora praderas fresquísimas y de un verde delicioso, 3378 16| repetía en su memoria las frías y altaneras palabras de 3379 1| y oficio de montero.~ ~ Frisaba el segundo en los treinta 3380 24| vez de aquellas arboledas frondosas, de tantos trinos de pajarillos 3381 18| sentóse al pie de un nogal frondoso y acopado, por cuyo pie 3382 Conc| remonta su origen a San Fructuoso y San Valerio, santos ambos 3383 10| aposentos donde hicieron una frugal comida, y al caer el sol 3384 10| una sola ojeada, y dijo, frunciendo el entrecejo, de una manera 3385 30| dominus custodierit civitatem, frustra vigilat qui custodit eam. 3386 24| Francia. Así pues, viendo frustrarse una tras de otra todas sus 3387 28| según las llamas de los fuegos lanzaban reflejos más vivos 3388 28| pertrechos y avíos como si fuéramos a poner cerco de veras, 3389 6| ternura de mi padre no me fuerce a tomar por esposo un hombre 3390 | fuere 3391 21| obligación sin límites. Fuéronse los tres entonces a una 3392 11| reja volvieron a entrar las fugitivas, y Martina casi en brazos 3393 11| al afligido y socorred al fugitivo y no apartéis del sendero 3394 32| renovar las hazañas de que fuimos testigos encima de Río Ferreiros. 3395 23| han pasado desde que te fuiste! ¡Vamos!, aún no se me ha 3396 38| derramar al mismo tiempo un fulgor divino sobre la caída de 3397 35| por el sol despedían vivos fulgores. Hacía días que no recibía 3398 Conc| víctima de una apoplejía fulminante que le trajo su obesidad 3399 11| midiéndola de alto a bajo con sus fulminantes miradas. Ambas mujeres se 3400 33| que contra él llegase a fulminarse, porque el amor puro y lleno 3401 21| inflexible y sólido que se funda en la enseñanza de los años 3402 24| el Temple bastante vivo, fundábase éste en su deferencia ciega 3403 6| Bernardo, hermano en su fundación del de Carracedo y en el 3404 28| señor de Bembibre conjeturó, fundadamente, que el conde y Cosme Andrade 3405 Conc| terrible ascetismo de sus fundadores, pues está montado sobre 3406 34| como otras muchas que se fundan en una mezquina y farisaica 3407 4| poder que los templarios, fundando un estado cuyo esplendor 3408 5| Aunque don Álvaro no fundase grandes esperanzas en su 3409 30| esclavos. Reinaba un silencio funeral y todos tendían los ojos 3410 31| esperanza, y sembraba de flores funerarias el camino que guiaba a su 3411 2| les guardaban. ¡Solicitud funesta, que tan amargas horas preparaba 3412 30| la imaginación llena de funestos presentimientos los ánimos 3413 32| Tartamudeando, pues, de furor y con una cara como de azufre, 3414 10| dudar de vuestras glorias futuras y hasta de vuestra existencia. - 3415 33| se mostraba tan hermosa y galana, como si del sueño de la 3416 8| disgustada de encontrar la galantería estudiada del mundo, donde 3417 4| apresurado, como era natural, a galardonar una orden que contaba en 3418 4| reducida, pero elegante galería, le daba entrada y recibía 3419 30| comenzó a pensar en las gallinas, pichones y cabritos que 3420 28| de allí como zorros en un gallinero. Como vosotros sois los 3421 35| amoroso ambiente. Aquel cuadro ganaba cada día en belleza y amenidad, 3422 12| a las villas, harto bien ganadas las tenía. Con esto el rey 3423 25| codiciosos otros de botín y ganancias, y todos aguijados del deseo 3424 9| maravedís de oro que los que ganas en todo el año con el arado. - 3425 Conc| entonces dijeron ser Nuño García, montero que había sido 3426 27| brazas de cuerda con un garfio a la punta. -¿Pero crees 3427 31| en el puño, acechando las garzas del aire, como una ninfa 3428 36| surcar su frente; sus ojos garzos habían perdido su serenidad 3429 7| añadió como recobrándose - en gastar así estos pocos momentos 3430 10| oropéndolas y los vistosos gayos revoloteaban entre los árboles, 3431 Conc| sarracénica, pertenece a San Genadio, obispo de Astorga, cuya 3432 22| entre las nieblas de una generación más sensual y grosera. A 3433 35| muy alegre de verse tan generosamente recompensado. -Pues es preciso 3434 15| su proceder; pero con su genial obstinación se aferró más 3435 18| por maldito que fuese su genio en ocasiones, bien creerá 3436 18| plumas abandonados por los genios del aire en medio de su 3437 2| Beatriz como una azucena gentil y fragante al calor del 3438 6| cuidar de sus halcones y gerifaltes. Y sobre todo, sea lo que 3439 4| esqueletos de aquel pueblo de gigantes. También ellos en su orgullo 3440 38| esfuerzos, y sobre esto giraban sus desolados pensamientos 3441 29| vapores y nublados oscilaba en giros vagos y caprichosos al son 3442 32| Temple, la península puede gloriarse de que su santuario se conservó 3443 4| en la Palestina con tan gloriosos rayos, y que ha menguado 3444 12| es más, el castillo que gobierna a semejantes propósitos! ¡ 3445 32| decía mi padre, que de Dios goce, "el que no es agradecido 3446 38| su sencilla inclinación, gocen en paz una vida que tal 3447 18| hojas de los árboles, las golondrinas se juntaban para buscar 3448 19| entre lamentos terribles y golpeándose el pecho. Quedáronse todos 3449 4| profeta que salía huyendo de Gomorra. -Cuando vea lo que me decís - 3450 32| Vasco, obispo de la Guardia; Gonzalo, de Zamora; Pedro, de Ávila; 3451 9| pastos, parece una panera de gorda. Capaz está de llevarse 3452 30| cabritos que estaban más gordos para regalaros con ellos. 3453 13| harto estirado ya por su gordura. Añádase a esto que la mala 3454 38| En el jardín de la quinta gorjeaban jilgueros alegres, calandrias 3455 30| nuestro, que quitándose la gorra de pieles con tanto respeto 3456 10| jilgueros y desvergonzados gorriones se columpiaban en las zarzas 3457 25| la Cabrera traían todos gorros de pieles de cordero, coleto 3458 Conc| santos ambos de la época gótica, y su restauración, después 3459 32| hidalguía y valor que en ella gozáis. Decid, pues, bajo vuestra 3460 5| la dicha pudiendo ahora gozarte segura en la ribera! -Madre 3461 25| por perderle. Así, pues, gozoso de contar como por suyos 3462 11| dando de cuando en cuando gozosos relinchos. En minutos llegaron 3463 7| entonces el dolor mismo lo graba profundamente en el pecho, 3464 4| corazón misericordioso, gracioso aposento con ligeras columnas 3465 31| remataban su cadena con una gradación muy vistosa. Casi al pie 3466 24| Castilla con los reyes de Granada y sus discordias intestinas, 3467 19| vuestra. ¿Qué no haré yo por grangearme la voluntad de un caballero 3468 26| Entonces una enorme bola de granito, bajando por uno de los 3469 26| piedras y venablos, pero la granizada de flechas de los montañeses 3470 25| ocasión lo requería, le granjeaban la voluntad de la gente 3471 23| el que os abandonase para granjearme su maldición, pero por lo 3472 14| tampoco era a propósito para granjearse el cariño de nadie. Don 3473 30| hoy más, compra tu pan y granjéate tu agua con dinero, como 3474 21| he podido haceros un daño gravísimo, pero si tuve noticia de 3475 24| silenciosas sobre sus cabezas o graznando ásperamente a descomunal 3476 38| con alegres aunque ásperos graznidos, y precipitándose enseguida 3477 26| caminaban por una ladera gredosa y escurridiza y por una 3478 25| hasta las rodillas con unos greguescos muy anchos de lienzo blanco 3479 22| bruñido también fueron las grevas, peto, espaldar y manoplas 3480 22| el que quiera ser de mi grey tome su cruz y sígame", 3481 2| cabello negros y un perfil griego de extraordinaria pureza. 3482 33| chiquillería de Carucedo que gritaban a más y mejor. Martina, 3483 33| está allí. Oye, oye, cómo gritan y cómo brincan los rapaces 3484 9| asustaros, aunque me oigáis gritar y hacer locuras. Diciendo 3485 4| la puerta del convento. Guardábanla dos como maceros, más por 3486 12| sus órdenes a todos los guardabosques del monasterio, y al barquero 3487 10| para los templarios estaba guardada tamaña empresa, y en el 3488 35| acabado de leer!... ¿Dónde le guardáis, que no le veo? -¡Hija mía!, ¡ 3489 15| mandaba, y echando la llave y guardándosela en el bolsillo, se tendió 3490 Conc| ha concedido la salud y guardándote a nuestro amor, fue porque 3491 19| este nudo abominable... -Guardaos bien de poner vuestra honra 3492 23| veras hubiera muerto, que no guardarle para la hoguera con todos 3493 22| dignidad de caballero? Todos guardaron un silencio sepulcral. El 3494 21| joven, que mi intento al guardaros tan rigorosamente no era 3495 32| con buena voluntad; pero ¿guardé una siquiera, embustero 3496 3| les espera, pero ¡que se guarden! -exclamó con voz de trueno -, 3497 24| defendida en todas partes. Guárdense los dichosos en buen hora, 3498 20| con todos los cerrojos y guardianes del mundo. Sin embargo, 3499 25| diciembre, y estableciendo sus guardias y precaviéndose como lo 3500 18| las arracadas y cadena que guardo en mi cofre, y sin embargo, 3501 34| Tordehumos se apresuraron a guarnecerlo. En una palabra, el día 3502 26| con la poca gente que lo guarnecía y a un enemigo todavía respetable 3503 35| las largas pestañas que guarnecían sus párpados daban a sus 3504 2| exquisita ropilla oscura, guarnecida de finas pieles. En una 3505 25| unas porras de gran peso y guarnecidas de puntas de hierro, cuyo 3506 25| y certero que en muchas guerras le había granjeado fama 3507 30| sepulcro del Salvador, y sólo guerrea contra los que han dado 3508 29| de Hugo de Paganis y de Guillén de Mouredón fue porque los 3509 28| gran grita y alharaca, en guisa de asaltar las murallas, 3510 10| Pero ¿quiénes son esos gusanos viles que han dejado el 3511 15| deciros. -Podéis comenzar, si gustáis. Don Juan, entonces, principió 3512 8| ya sabéis que las reinas gustamos de ser obedecidas, y así 3513 33| replicó Martina, que no gustando de la compañía, se hubiera 3514 26| caballero, haced lo que gustéis de nosotros, pero no extrañéis 3515 9| era incapaz de contribuir gustosa a ningún género de farsa 3516 29| que siempre hubiera dado gustoso por vos la última gota de 3517 25| y todos os obedecerán gustosos; pero ¿qué tenéis, que no 3518 7| y don Álvaro, después de haberlas seguido con los ojos, se 3519 26| comendador, que pensaba haberles arengado, después de haber 3520 19| sepultura, me han dicho que habíais alcanzado el logro de vuestros 3521 37| dijera hace un año que nos habíamos de encontrar en estos escondidos 3522 31| que coronaban sus almenas. Habíanla labrado los templarios en 3523 19| de nuestros caballeros. Habíanse quedado cubiertos con unos 3524 Conc| de la Tierra Santa, pero habiéndolo entrado los infieles a saco 3525 25| conde era además capitán muy hábil, y aunque odiado en el país, 3526 33| ya están llegando? Anda a habilitar las caballerizas. No le 3527 10| es el valor que todavía habita en el corazón de los templarios 3528 35| tanto como el mismo mal, las habitaciones de los enfermos, sin oírse 3529 Conc| las águilas y buitres que habitan en las rocas. El pico de 3530 28| Concluía rogándole que pasase a habitar el castillo, donde sería 3531 7| de don Álvaro, ya un poco habituados a las tinieblas, los contornos 3532 11| trémula: -Doña Beatriz, habladme con vuestra sinceridad acostumbrada. ¿ 3533 32| honor, juro que la verdad ha hablado por su boca -contestó el 3534 21| daríais crédito a vulgares habladurías. Cierto es que me tendrá 3535 37| respiración -, ¿dónde estás? háblame, ven, dame tu mano. A nadie 3536 11| descubrí mi alma como si os hablara en el tribunal de la penitencia, 3537 18| Beatriz, dijeron que querían hablarla dos palabras. Por cierto, 3538 38| acostumbran, pero en lugar de hablarles del amor que podía dulcificar 3539 35| pero los ojos de entrambos hablaron un lenguaje harto más elocuente 3540 6| buen Nuño, porque tengo que hablarte. Tú eres el criado más antiguo 3541 3| que en adelante no sólo hablase con más comedimiento, sino 3542 15| los dejaba solos para que hablasen con más libertad, le preguntó 3543 2| que por vuestra ventura os hablo por la última vez y que 3544 38| le dijo a don Álvaro -, habrás comparado mis mejillas a 3545 8| Beatriz con amargura - que yo habré de sacrificarme a vuestro 3546 38| dedujeron unos que él también se habría encaminado a Palestina, 3547 6| viejo Nuño, caballero en su haca de caza, pero sin halcón 3548 26| Así pues, señor caballero, haced lo que gustéis de nosotros, 3549 27| a serviros. Lo que ahora hacemos es porque no se diga que 3550 38| las amarguras de su vida y hacerles más llevadero el camino 3551 11| extravía y el dolor llega a hacerme olvidar hasta de la generosidad. 3552 13| estás muy mala, y eso puede hacerte daño. -No lo creáis -replicó 3553 26| descargar al punto redoblados hachazos. Los caballeros, viendo 3554 28| iban y venían, unos con hachones de paja encendidos y otros 3555 32| quedaban y con lo mejor de su hacienda tales quebrantos. Otra cosa 3556 9| en que vivimos. -Dios lo haga -respondió la muchacha con 3557 23| como distraído -; no me hagas caso, porque no sé lo que 3558 6| que yo a buen hacer lo hago y él bien lo ve. Doña Beatriz, 3559 29| sintiesen más ofendidos que halagados con aquella luz tan viva 3560 31| cuyos cantos se quedan halagando el oído por rápido que sea 3561 29| esperanza que tal vez me sea más halagüeña que a vos misma, pero vuestro 3562 22| aquellos sitios, dulces y halagüeños cuando Dios quería, tristes 3563 21| con sospechas ni con el hálito de mentirosos rumores aquel 3564 21| Capítulo XXI~ ~ Bien ajeno se hallaba, por cierto, el desdichado 3565 32| caballeros de la orden que se hallaban en Salamanca, la importuna 3566 33| veces, pero la suerte me hallará para todo prevenida. Don 3567 32| fuesen semejantes razones, no hallaron en el ánimo de los jueces 3568 Conc| de San Pedro de Montes un hallazgo de grandísimo precio sobre 3569 4| quien venció, pronto se halló a la puerta del convento. 3570 10| caballeros que entre los lobos hambrientos de Castilla no han embestido 3571 12| Moya y Cañete en que le haredara poco antes. Contestóle don 3572 4| de mis intenciones, ¿no haréis algo por el bien de mi alma 3573 11| y del caballero. -¿Y qué haremos ahora? -preguntó éste. -¿ 3574 33| traen. -Pues harto mejor harías en haber ido a esperarlos, 3575 30| amargura -, cuando se hayan hartado con nuestra abundancia, 3576 32| precipicios y arriesgar la vida hartas más veces que vos?~ ~ -Vos 3577 31| moviendo sus esquilas, y otros hatos de ovejas y cabras y tal 3578 3| hermandad y esparcirnos por la haz de la tierra, como el pueblo 3579 21| quien me ayude a darme las hebillas de mi coraza? El comendador 3580 11| adelantó con su acostumbrada y hechicera modestia y le dijo con su 3581 21| hubiera tenido por cosa de hechicería, pero pasado aquel pasmo 3582 27| principio, pero los ultrajes hechos a la orden por una parte, 3583 35| al soplo mortífero de la helada. Su alma cansada de sufrir 3584 13| las lágrimas que se habían helado en sus ojos y oprimían su 3585 28| levantó entre sus vasallos helados de terror a vista de tan 3586 33| de una orden poderosa y helo ahí por el suelo. ¿Cómo 3587 32| comendador Saldaña, su deudo Hemán Ruiz Saldaña, y sobre todo 3588 26| cual si fuera de cera y hendiendo el capacete, se entró en 3589 22| todo punto desusadas en la heráldica, basta para probar que la 3590 8| quien venía por juro de heredad la turbulencia, el desasosiego 3591 12| de todos sus castillos y heredades, pero poco tardaron en volvérselas, 3592 9| porque siendo renteros hereditarios de la casa de Arganza, y 3593 5| verá que soy su hija y que heredo el esfuerzo de su ánimo. -¡ 3594 1| de la orden. -Valientes herejes y hechiceros exclamó entre 3595 23| esas cosas de magia y de herejía que dicen. -¿Qué sabes tú? - 3596 35| pesar de la fatigosa jornada hería la tierra con el casco. 3597 5| separarse del talismán que hermosea y dulcifica la vida: la 3598 34| caballo de casta árabe y de hermosísima estampa, ricamente enjaezado. 3599 37| mejor; y el día me parece hermosísimo. ¡Vos aquí también, don 3600 21| punto, diciéndole que don Hernando no sólo era su amigo, sino 3601 34| por haber venido a ser el héroe de aquellos sucesos, por 3602 4| contaba en su principio tantos héroes como soldados, y las honras, 3603 26| herir con sus hachas las herradas puertas del castillo. No 3604 8| y, proscritos llamado el Herrero, que de cuando en cuando 3605 31| los bosques de Arganza y Hervededo con un azor en el puño, 3606 35| sonora y anhelosa que parecía hervir en lo más profundo de su 3607 23| dulzura -, ¿qué querías que hiciera estando doña Beatriz así? - 3608 Conc| meridionales del Bierzo, hicimos en el archivo del monasterio 3609 8| señor conde, y creo bastante hidalga vuestra determinación para 3610 18| que ha llenado mi pecho de hiel y de tinieblas. Doña Beatriz 3611 11| idolatría por esta criatura. Hiéreme y mi sangre irá en pos de 3612 6| huertas llenas las más de higueras y toda clase de frutales 3613 18| muerte, habían entonado un himno de alegría el día de su 3614 17| funerales venían a ser los himnos de regocijo de aquel día. ¡ 3615 25| cruzó el riachuelo, entonces hinchado por las lluvias, y presto 3616 18| iban ya un poco turbios e hinchados, los pajarillos volaban 3617 33| al cielo y enseguida se hincó de rodillas con las manos 3618 19| dejando al tiempo y a su hipocresía el cuidado de soldar aquella 3619 14| conducta bajo el manto de celo hipócrita por los intereses del rey 3620 29| poco tienen que ver con las hipócritas formas y exterioridades 3621 11| sílfide cabalgando en el hipógrifo de un encantador. Don Álvaro, 3622 26| descargas en que maltrataron e hirieron a muchos. Sin embargo, su 3623 16| ojos y exhalando un suspiro histérico, dijo con voz casi tranquila: - 3624 32| razón calificado por un historiador moderno de gran mérito de " 3625 18| pensamiento mil pasadas historias y recuerdos? Tal vez eran 3626 6| habían visto aparecer en sus hogares como un ángel de consuelo 3627 9| buen pellizco diciéndole: -¡Hola, señor bribón!, ¡cómo se 3628 Conc| Bembibre, donde vivían bien y holgadamente, colmados de regalos y finezas. 3629 22| ceremonia, lo escupió y holló, y luego, alzándolo en el 3630 24| libertad había caído en holocausto de su generosidad delante 3631 24| hacen menos falta, como la hombría de bien y la bondad del 3632 25| venado como en los tiempos de Homero, y poblado de un murmullo 3633 Conc| arroyo, encerrado en su hondísimo y peñascoso cauce, tiene 3634 28| echó una ojeada hacia las hondonadas de aquellos extraños valles 3635 37| señal de vida que algunos hondos suspiros, estaba con la 3636 10| precipicios de Cornatel que por su hondura y oscuridad pudieran compararse 3637 34| aquel hombre, dechado de honradez y de virtudes antiguas. 3638 29| la despidió, pero no pudo honrarle hasta la puerta por la debilidad 3639 7| según dice, y además cree honraros a vos y a su casa. -Entonces 3640 4| héroes como soldados, y las honras, privilegios y riquezas 3641 27| entrase en capitulaciones honrosas con el conde. El anciano 3642 25| Península Ibérica. Esta montaña, horadada y minada por mil partes, 3643 18| terquedad en la cabeza en la horade la muerte. ¡Dios la tenga 3644 26| deseosos de terminar aquella horrenda escena, pero cuando más 3645 14| llegó a hacerse temerosa y horrible de veras. Por fin, los enemigos 3646 26| muchedumbre de atrás, aunque horrorizados porque apenas sabían a qué 3647 25| empeñado en fortificarle con horrorosos precipicios. Para mayor 3648 4| y desavenencias con los hospitalarios de San Juan, llegaron a 3649 9| a hacer un pan como unas hostias. -Pero ¿qué es lo que intentas? - 3650 8| tiempo sin que don Álvaro hostigase a su hija, siguiendo en 3651 19| perdono, sólo con que no hostiguéis a esos nobles caballeros. - 3652 25| ningún género de demostración hostil, y entrambos bandos pasaron 3653 33| las llamas, pero apenas lo hube logrado cuando los dos caímos 3654 36| pues, de mis manos, como la hubierais recibido de las de mi confesor. -¡ 3655 26| menos cinco veces. -¿Y qué hubieras hecho conmigo si hubiese 3656 1| como a real de enemigo? Hubiérasle pedido a Dios que te diese 3657 15| abandonar una alianza que hubieseis asentado con caballeros 3658 2| estaban sentados en el hueco de una ventana de forma 3659 18| que acabo de salir de la huesa. -¡Justicia divina! -exclamó 3660 11| esos caminos, que no hay hueso que bien me quiera, y a 3661 26| destruirlo todo, mientras él huía en medio de los suyos, qué 3662 25| y los corzos y jabalíes huían asustados por las laderas 3663 11| interrumpió doña Beatriz - que no huiré con don Álvaro. -Bien está, 3664 37| entonces el ángel bueno huiría, espantado, de mi cabecera 3665 28| cuitado. -No hace mucho que huisteis de él -le dijo el comendador. - 3666 29| prontamente en su pálida y húmeda mortaja. No faltaban accidentes 3667 25| turbias y oscuras según la humedad o sequedad del combustible, 3668 35| sudor corría de su frente y humedecía todo su cuerpo. En semejante 3669 6| aguardaban; sus hermosos ojos humedecidos todavía despedían unos rayos 3670 26| colorearse débilmente los húmedos celajes del oriente, y los 3671 4| las lunas sarracenas? ¿Vos humilláis vuestra sabiduría hasta 3672 32| boca de todos, sino porque humillando la orden en lo que tenía 3673 21| cielo que semejante paso me humillara, ¡pues eso sería buena prueba 3674 30| Ahora la montaña se ha hundido, y cuando mis alas ya no 3675 36| perdido su serenidad antigua, hundiéndose un tanto en las cuencas, 3676 25| formando con el sucesivo hundimiento de las galerías subterráneas 3677 35| nido del ruiseñor cuando el huracán tala y descuaja los árboles 3678 4| como el profeta que salía huyendo de Gomorra. -Cuando vea 3679 1| Capítulo I~ ~ En una tarde de mayo 3680 35| mí para siempre porque os íbais a la guerra de Castilla. 3681 31| A medida que se acercaba íbase descogiendo un nuevo pliegue 3682 25| dominación romana en la Península Ibérica. Esta montaña, horadada 3683 26| elocuencia contra aquellos idólatras impíos que adoraban un gato 3684 11| están ciegos con tu loca idolatría por esta criatura. Hiéreme 3685 Conc| fin la noche antes de los idus de agosto (14) víspera de 3686 7| la mayor atención. En las iglesias de aquel país había, y hay 3687 29| apartados los disfraces, la ignominia que sobre ella derramaba 3688 8| vuestras prendas, de nadie ignoradas en Castilla, son el mayor 3689 36| vio esposa del conde! Ella igualaba su corazón con el mío y 3690 21| disgusto que sólo se podía igualar a la cólera que habían despertado 3691 28| independiente, no me abochorna el igualarme con vos en esta singular 3692 8| vuestro vasallo nunca querría igualarse con vos, que en todos los 3693 38| cielo que la muerte nos igualase del mismo modo! Don Alonso 3694 2| Capítulo II~ ~ Algo habrán columbrado 3695 3| Capítulo III~ ~ Cuando don Álvaro dejó 3696 4| eclesiástica debía oponerse a las ilegales invasiones de un poder temporal, 3697 16| sencillas pareció santificarse e iluminarse más vivamente, y su hermosura 3698 35| si un reflejo celestial iluminase aquel semblante. El abad, 3699 28| dos personas igualmente ilustres por su prosapia, sus riquezas 3700 28| averiguar por todos los medios imaginables cuanto pasaba en el real 3701 28| vigorosa. Contra una acometida imaginada con tanta habilidad, sólo 3702 37| especie de estremecimiento, imaginando oír las herraduras del caballo 3703 18| gracia en vuestros ojos, e imaginándoos una criatura más perfecta 3704 7| a toda clase de temores imaginarios. Oyó por fin la campana 3705 10| haberla perdido. Vos no podéis imaginaros a Jerusalén en medio de 3706 3| años. El Temple tenía un imán irresistible para todas 3707 13| fervor. La abadesa y Martina imitaron su ejemplo, y cuando acabaron, 3708 27| contrariedades que sufría impaciente don Alonso, la de servir 3709 21| correr detrás de una quimera impalpable. El implacable conde de 3710 32| sosiego de Castilla, le habían impedido hacer campo cerrado con 3711 9| casan si vos o Dios no lo impedís. Ved lo que cumple a vuestra 3712 12| que a tales extremos la impeliese el deseo de huir un matrimonio 3713 26| hirviendo que caían sobre su impenetrable armadura, llegó hasta la 3714 37| mi hora, porque moriría impenitente y perdería mi alma! Entonces 3715 35| cuantos remedios consentía lo impensado del lance, pero inútilmente, 3716 18| confusos y apagados los otros, imperceptibles y vagos los más remotos, 3717 32| años y por aquel resto de imperio y de poder que todavía quedaba 3718 18| interrumpiéndola con un gesto duro e imperioso -. Vos no sabéis todavía 3719 35| volvió a romperlo, diciendo impetuosamente y como si sus palabras y 3720 26| comendador; pero los suyos se lo impidieron arrancándole de aquel sitio, 3721 22| pecador, a partir de la impiedad y del crimen para subir 3722 19| enfrentados por su actitud imponente y reposada. Adelantóse el 3723 20| circunstancias me obligan a imponeros. Dadme, pues, vuestra palabra 3724 32| hallaban en Salamanca, la importuna solicitud de don Juan de 3725 2| su vida. Así pues, tanto importunó y rogó, que al fin hubo 3726 32| minaban sus cimientos y se imposibilitaba su restauración. Comoquiera, 3727 27| implacable del de Lemus imposibilitaban todo término justo y decoroso 3728 28| sujetarse la fortificación imposibilitada de dominarla, prolonga extraordinariamente 3729 21| lengua para escarmiento de impostores! ¿Sabéis a quién estáis 3730 32| probaron por lo menos su impotencia; así fue que, despechados 3731 31| un buril de fuego estaban impresas en su alma, le decidieron 3732 36| primeras y únicas que se habían impreso en su alma. Entonces pudo 3733 15| y el desconcierto de lo imprevisto del golpe y la desatinada 3734 28| oscuridad de los matorrales, imprimían en toda la escena un sello 3735 25| entrambos y cogerlos de improviso. ¡Ah!, don Álvaro -añadió 3736 35| cuerdo don Alonso aquella imprudente seguridad en que se adormecía 3737 19| como la que su amante le imputaba sólo para que más fácilmente 3738 11| estamos solos y nadie os imputará mi muerte, pero no me tratéis 3739 31| en su imaginación la tela inacabable de una vida dichosa, llena 3740 38| sepulcro aquellos restos inanimados, dando un tremendo alarido 3741 36| su sueño aquel descanso inapreciable, medicina de tantos males, 3742 20| vida de los horrores del incendio y del pillaje; por eso pongo 3743 16| bienes de la tierra, los incentivos de la vanidad nunca habían 3744 38| de Cornatel, las dudas e incertidumbres de la causa de los templarios 3745 13| sus miradas se clavaban incesantemente en ella y parecía poner 3746 34| recaer fallo sobre este incidente del gran proceso del Temple. 3747 22| embalsamado con delicado incienso que en vagos e inciertos 3748 25| a todas las asperezas e inclemencia de su clima; y las armas 3749 5| que en las almas elevadas inclina siempre a la conciliación 3750 17| a fuer de tal tanto más inclinada al sacrificio cuanto más 3751 25| descubierta, las lanzas y espadas inclinadas al suelo, y el rostro vuelto 3752 24| bien en su ánimo estaba inclinadísimo a la religión del Temple, 3753 Conc| hijos muy hermosos y bien inclinados, y muy ricos para su clase, 3754 12| ricos hombres acabaron de inclinar la balanza de su ánimo en 3755 20| mercedes del rey, fácilmente se inclinará a creer que semejantes cualidades 3756 11| los límites del deber, e inclinarle al respeto en todo lo que 3757 3| servido de escudo parece inclinarse del lado de nuestros enemigos. 3758 20| Últimamente, como don Juan había incluido en las condiciones su única 3759 35| cada frase, de las varias incoherentes que se escapaban de sus 3760 17| que puede llenar el vacío incomensurable de mi alma. Doña Blanca 3761 25| todas maneras sus disparos incomodaban extraordinariamente a los 3762 2| fondo de la verdad, son tan incompletas, que nos obligan a entrar 3763 20| asechanzas que durante su incomunicación absoluta con el mundo de 3764 29| alma y errante por el vacío inconmensurable del mundo, levantaba su 3765 15| castillo, acompañado del inconsolable escudero, y escoltado por 3766 3| mil casas y castillos, es incontrastable, y que harto tiene la orden 3767 Conc| sin embargo, es pequeño inconveniente, porque están situadas a 3768 12| por Robledo se le había incorporado, moviéronse de Carrión y 3769 28| sustraerse a las más exquisitas indagaciones por entre su revuelto laberinto. 3770 25| permaneció callado y como indeciso unos breves instantes, al 3771 24| protestaban que no se entregarían indefensos en manos de sus enemigos, 3772 8| inefable placer a aquellos indefinibles goces del espíritu que ofrece 3773 2| corona, parecían alejar indefinidamente semejante contingencia, 3774 2| mayor parte de los señores independientes. De Arganza lo había experimentado 3775 3| que robustez y fortaleza indestructible, porque en semejante edad 3776 18| desaliento y la melancolía, que indica tan claramente la unión 3777 37| un poco mejor ataviado, indicaba ser el principal, y los 3778 20| enemigo; pero su ligera indicación encontró tal acogida que 3779 18| acalorada conversación parecían indicar alguna resolución enérgica 3780 5| de su hija, bien quisiera indicarla algo, pero no se atrevía. 3781 12| tantos rayos de luz que le indicaron aquella noche como la señalada 3782 35| una cierta contracción, indicio de su padecimiento, y la 3783 2| hubiera podido descubrir indicios de un carácter apasionado 3784 30| Saldaña, antes de salir, indicó al señor de Arganza el mismo 3785 4| Alcántara y Santiago, plantas indígenas y espontáneas en el suelo 3786 13| probablemente no se libra de una indigestión. De todas maneras, la ignorancia 3787 8| noble figura de doña Beatriz indignada de su audacia; ya el venerable 3788 20| de sostener esa casa de indignidad y reprobación. Diciendo 3789 6| y mucho me temo que la indiscreta ternura de mi padre no me 3790 4| estima; y después de los indispensables comedimientos, se puso a 3791 34| obligación absoluta y puramente individual, no estaba sujeto a tiempo 3792 32| importante que la suerte de un individuo, y por otra penetrados los 3793 32| respetaban mucho a sus individuos, y no desmintieron la noble 3794 11| desdicha amarga y trueca las índoles mejores. Nada tengo ya que 3795 30| espectáculo de aquellos guerreros indomables y jurados enemigos de los 3796 4| nuestros días. Su número era indudablemente reducido, pero su espíritu 3797 29| tenía vibraciones y armonías inefables, y las religiosas, que muchas 3798 22| los unos para entregarse inermes y desvalidos en manos de 3799 4| ventajosamente las fuerzas inertes y pesadas que podía oponerles 3800 11| descubrimiento del abad y el inesperado cambio de doña Beatriz se 3801 3| difícil era, y sobre todo a la inexperiencia de la juventud, divisar 3802 33| noble y pundonoroso sujeto a infamantes penas, a la misma muerte 3803 33| su ánimo la sentencia más infamatoria que contra él llegase a 3804 15| cuerpo agangrenado con tantas infamias y abominaciones, a quien 3805 4| Era ésta la misma donde la infanta doña Sancha, hermana del 3806 25| los unos que componían la infantería de línea de aquel pequeño 3807 31| sitios, teatro de sus juegos infantiles, con un mal disimulado acento, 3808 35| cómo habrá podido serme infiel mi corazón? ¿Qué quiere 3809 33| hoja, servían de amparo a infinidad de ruiseñores, palomas torcaces 3810 3| pero su escudero que, en lo inflamado de sus ojos, en sus ademanes 3811 24| encomendaros -añadió con una inflexión de voz que revelaba con 3812 6| fijo si era esto lo que más influía en el mal humor del caballerizo, 3813 33| su felicidad. Poco podía influir en su ánimo la sentencia 3814 35| dintel mientras don Alonso se informaba, pero al punto volvió por 3815 32| respectiva un proceso de información, en el cual constaban las 3816 26| la espalda. Saldaña, bien informado del éxito de esta arriesgada 3817 9| deshacer lo andado para informarse, en cuyo caso toda la maraña 3818 26| asomaron inmediatamente con su informe pero sólida armazón por 3819 31| duración los accesos del mal. Informóse, sin embargo, de todo lo 3820 4| Bierzo, derramando sobre sus infortunios los tesoros de su corazón 3821 38| que suelen acompañar a la infracción de las leyes más dulces 3822 32| con la debida excepción. Infructuosos fueron, por lo tanto, los 3823 13| traslucir la alegría tal vez infundada y loca que con aquellas 3824 32| Comoquiera, el maestre infundía tal respeto por sus años 3825 25| su brazo como su ingenio infundían por todas partes el valor 3826 10| mancebo. Su semblante hubiera infundido sólo veneración a no ser 3827 32| el ánimo de los obispos, infundiendo recelos de discordias con 3828 33| de altas prendas para no infundir recelo a sus enemigos. ¿ 3829 15| con toda la sencillez e ingenuidad de su dolor, hasta que llegando 3830 19| el mismo tono irónico -. Ingrato sois, por vida mía, porque 3831 16| asomada, su alma se había iniciado en los misterios de la nada 3832 20| el premio de esta prisión inicua e injusta que me hacéis 3833 26| pues, a denostarlos con injuriosas palabras, a las cuales no 3834 28| avenido en tiempo alguno a las injustas pretensiones del conde. 3835 8| presunto esposo de una parienta inmediata de la superiora. La comitiva 3836 5| Así pues, un día de los inmediatos al suceso que acabamos de 3837 27| sabéis que según costumbre inmemorial y fuero de vuestros mayores, 3838 11| escena con su padre, y la inminencia del riesgo, le habían dado 3839 19| le amenazaba era de los inminentes después del ruin comportamiento 3840 38| sobradamente penetrada del riesgo inminentísimo de su señora, no apartaba 3841 25| castillo, cuyos caballeros, inmóviles como estatuas, reflejaban 3842 4| que adopta una resolución inmutable, le elijo: -¿Seríais capaz 3843 8| respondió doña Beatriz sin inmutarse es un señor no menos ilustre 3844 37| producido por aquel deseo innato de lo que no tiene fin; 3845 11| desechar toda reflexión inoportuna, se encaminó precipitadamente 3846 11| Beatriz de su distracción inquieta y dolorida. Llegó, por fin, 3847 18| enfermedad de Villabuena eran inquietas, y los sucesos posteriores 3848 24| mío -le respondió -, no os inquietéis por mí, pues ya sabéis que 3849 16| no sé qué de encendido e inquieto. Su carácter se hizo asimismo 3850 36| la contemplaba con ojos inquietos y vagarosos, mientras los 3851 30| sepulcro leyendo la sagrada inscripción, Nisi dominus custodierit 3852 3| algunos versículos sagrados inscritos en lápidas, tal cual símbolo 3853 34| secuestro, perdiese aquella insigne milicia la esperanza de 3854 16| persona que había logrado insinuarse hacía mucho tiempo en aquel 3855 12| alrededores, y que en vista de la insistencia del conde de Lemus, trataría 3856 30| mandaba tan funestas nuevas, insistiendo en la necesidad de dar pronto 3857 21| de misterio que le hacía insistir en su idea, porque nunca 3858 12| Núñez con su acostumbrada insolencia que no saldría de una tierra 3859 15| pesadez que después de tantos insomnios parecía pronóstico de un 3860 13| sacrificios y fatigas más insoportables! Doña Beatriz no conoció 3861 31| medio de la inquietud que inspiraban los templarios, aun después 3862 38| arrogante milicia había inspirado, y merced a la eficaz mediación 3863 8| fiador de la pasión que me inspiráis. Doña Beatriz disgustada 3864 10| animada por el fuego que inspiran todas las pasiones verdaderas 3865 28| castillo y que no dejó de inspirarle algunos temores. La misma 3866 23| aquellas. Con esto quedó Millán instalado en sus antiguas funciones, 3867 7| del sacrificio suele ser instintiva en semejantes caracteres, 3868 21| desechando por un involuntario instinto, la idea de su muerte, sólo 3869 2| esmerada de su hija emplease su instrucción poco común en aquella época, 3870 21| sorpresa al veros servir de instrumento a inicuos planes, deteniendo 3871 20| Ben Simuel, que conocía la insuficiencia de toda su habilidad para 3872 27| tardía, y que hacía más insufrible todavía la comparación que 3873 37| Aun ahora que un obstáculo insuperable me aleja de vos, mi corazón 3874 24| militaban en la otra la inteligencia de la guerra, la disciplina 3875 14| conservaba en el campo enemigo inteligencias y valimiento de que fiaba, 3876 25| buscar un abrigo contra la intemperie de la estación. La caballería 3877 12| alborotar a nadie a hora tan intempestiva, y con el objeto de recobrarse 3878 22| juicios como personas mal intencionadas derramaban en la plebe, 3879 1| nunca fueron espías, ni mal intencionados, a Dios gracias; que, al 3880 30| después de dar vado a su intenso dolor, contó a don Álvaro 3881 32| entró en aquel juicio que intentaba llevar por el mismo sendero 3882 38| planes de grandeza, había intentado la violencia de su hija 3883 28| Pero y si nos entran como intentan? -Tú y yo solos bastamos 3884 20| palabra de caballero de que no intentaréis salir de este encierro, 3885 9| hostias. -Pero ¿qué es lo que intentas? -preguntó su ama, admirada 3886 26| allí está Andrade, y al que intente dañaros le quitará el modo 3887 12| está vedado! Don Álvaro intentó disculparle. -No, hijo mío - 3888 23| falsa mi muerte, pero yo intercederé con mi tío para que te los 3889 8| arrugas, rastro de pasiones interesadas y rencorosas, no de la meditación 3890 28| coloquio que tanto debía interesarle. -Lo que es por falta de 3891 12| suponemos que no habrá dejado de interesarse un poco su buen corazón, 3892 Conc| lectores benévolos que se interesen. Por desgracia, no pocos 3893 36| y cuadros presentaban un interminable arabesco de matices vivísimos; 3894 10| Cúa, encubierto por las interminables arboledas y sotos de sus 3895 10| Villadepalos. Después se internó en la dehesa que ocupaba 3896 34| amargura de este fallo, ofreció interponer sus buenos oficios con la 3897 21| Don Álvaro -exclamó Lara interponiéndose, ¿es este el pago que dais 3898 19| viéndose de esta suerte interrogado: -De mis acciones a nadie 3899 37| ligera embarcación para interrogarle, y Martina, por su parte, 3900 18| tristísima mirada le dijo con voz interrumpida por los sollozos: -¡Oh, 3901 14| sólo logró algún reposo interrumpido y desigual; tales eran los 3902 18| todavía -dijo don Álvaro interrumpiéndola con un gesto duro e imperioso -. 3903 18| parece -le contestó ella interrumpiéndole con el mismo tono patético 3904 35| silencio como si temiesen interrumpir con sus palabras la calma 3905 28| Algunos de ellos quisieron interrumpirle, pero el anciano los acalló 3906 30| muerte del conde de Lemus sin interrupción se sucedían, iban dando 3907 22| cuadrados perfectos que se intersecan en ángulos absolutamente 3908 27| parecía poner en la demanda la intervención del abad de Carracedo, justamente 3909 12| mantenerse neutrales en la guerra intestina de que iba a ser teatro 3910 32| altanería con que desechó las intimaciones del difunto conde, y sobre 3911 25| órdenes que tenía del rey e intimándoles la rendición con amenazas 3912 8| derechos, y don Alonso entonces intimó a su hija su última e irrevocable 3913 34| más que suficiente a las intrigas y maquinaciones de aquel 3914 27| conmoción difícil de calmar introducida entre sus caballeros por 3915 10| castillo, y por allí podéis introducirla. En mis aposentos no entra 3916 16| su gloriosa orden, cuando introdujeron a Millán en su aposento. 3917 38| ardientes rayos del sol, inundaban el aire de aromas que llegaban 3918 15| las heridas y toda la cama inundada en sangre. Al principio 3919 35| impensado del lance, pero inútilmente, porque no volvía en sí 3920 Conc| restauración, después de la invasión sarracénica, pertenece a 3921 4| oponerse a las ilegales invasiones de un poder temporal, no 3922 13| se desató en reproches e invectivas contra la obstinación de 3923 30| primavera. El único obstáculo invencible que había lo he quebrantado 3924 24| cuando aquellos brazos invencibles tenían aún en la Península 3925 9| a qué estado me reducen. Inventa un recurso cualquiera..., 3926 3| credulidad y de ignorancia se inventaban para minar el poder del 3927 9| podía acomodarse al arbitrio inventado, su noble alma era incapaz 3928 12| obstáculo, ni se cansaría de inventar planes y ardides. Era doña 3929 25| y la acción de las aguas invernizas y que la cruzan en direcciones 3930 10| comendador que, según su inveterada costumbre, estaba en pie 3931 31| que por tanto tiempo había invocado como término y descanso 3932 19| con desaforados gritos, invocando todos los santos de su devoción; 3933 16| le conservaba una afición involuntaria a pesar de las desavenencias 3934 12| conocido le tengo; su alma iracunda y soberbia se ha exasperado 3935 27| recobrando sus naturales e iracundas disposiciones, le dijo rechinando 3936 3| siendo objeto, pero mañana irás a Carracedo, y entregarás 3937 5| ningún hombre. -Al claustro iréis -respondió don Alonso, fuera 3938 32| a Beltrán y sonriéndose irónicamente -, el miedo sin duda os 3939 19| Álvaro con el mismo tono irónico -. Ingrato sois, por vida 3940 5| sorpresa el resultado; flaqueza irremediable del pobre corazón humano 3941 16| de las cuales veía venir irremediablemente la ruina de su gloriosa 3942 19| trama infernal? El conde irritado ya con la ironía de don 3943 22| su negativa no haría sino irritar aquellos ánimos encendidos 3944 6| respeto, su orgullo se irritó sobremanera, si bien en 3945 12| fuerte. Repartió su gente por Iscar, Montejo y otros lugares, 3946 18| de fuego que guiaba a los israelitas por el desierto en mitad 3947 9| Capítulo IX~ ~ El parasismo de la infeliz 3948 15| maestre general ultramarino Jacobo de Molay había allanado 3949 10| que nos prepara el rey don Jaime por haber criado en nuestro 3950 13| todo encuentra fuerzas y jamas se cansa de los sacrificios 3951 33| montes los aromas de las jaras y retamas en flor; los lavancos 3952 33| aguardaba una ligera falúa con jarcias y banderolas de seda con 3953 33| he visto pasear por los jardines como otras veces... -Sin 3954 36| emparrado y cerca de un toldo de jazmines. Todas las flores estaban 3955 26| y cuando los respectivos jefes pronunciaban sus nombres, 3956 7| una voz detrás de ella. -Jesús mil veces -exclamó acercándose 3957 2| porción de ruiseñores y jilguerillos cantaban melodiosamente, 3958 10| sus cencerros, y un pastor jovencillo iba tocando en una flauta 3959 25| rodados oscuros, dengues y jubones del mismo color y un tocado 3960 16| los pocos días hizo abrir judicialmente el testamento de su señor 3961 11| conocéis el león con quien jugáis. Si tardáis, es capaz de 3962 6| a mí cuando os llevaba a jugar con mis halcones y perros 3963 7| conde Lemus, y de ser el juguete de una villana intriga, 3964 19| y todos nosotros somos juguetes de una trama infernal? El 3965 31| de yeguas con sus potros juguetones venían también a templar 3966 23| aquella ventura que puedes juiciosamente apetecer en esta vida. - 3967 33| gallinetas revoloteaban sobre los juncales y espadañales en donde hacían 3968 31| colinas sin cesar divididos y juntados por una mano invisible. 3969 29| concilio que dentro de poco se juntará en Salamanca, y al cual 3970 18| abrigado más deseo sino el de juntarme contigo. -Temed, doña Beatriz - 3971 30| señalado, muy de madrugada, juntáronse en la anchurosa plaza de 3972 34| nunca faltaría a la fe jurada a sus hermanos. Claro estaba, 3973 7| avisaré, pero hasta entonces juradme lo que os he pedido. Ya 3974 32| el infante don Juan, su jurado enemigo desde lo de Tordehumos. 3975 30| aquellos guerreros indomables y jurados enemigos de los infieles 3976 7| separaremos para siempre, si no me juráis por vuestro honor lo que 3977 11| un ministro del altar, el juramento que tengo ya hecho y de 3978 7| desobedeceré a mi padre. -No puedo jurároslo, señora -respondió el caballero -, 3979 7| pero es preciso que me juréis aquí delante de Dios, que 3980 22| plebe, y con los asesinatos jurídicos de Francia. Tanto, pues, 3981 19| profundo: -¡Beatriz! ¡Beatriz! ¡Justificaos, decidme que no me habéis 3982 32| recibir nuevas deposiciones y justificar finalmente una sentencia 3983 18| que os disculpéis, que os justifiquéis; ya que os pierdo, no quisiera 3984 33| suerte que en Francia? Harto justos son mis temores. Este pleito 3985 24| parecía animado de un ardor juvenil cuando se vio cerca de dar 3986 10| que un reflejo de sus días juveniles se pintaba en aquella figura 3987 8| acciones, y si mi padre juzga que tan reprensible es mi 3988 18| dirigiéndose a él -; Dios juzgará en su día entre los dos, 3989 25| medios de defensa antes de juzgarlos, pues claro estaba que la 3990 10| los perros de Mahoma para juzgarnos a nosotros, a quien todo 3991 12| ultramarino y demás caballeros, juzgaron prudente mantenerse neutrales 3992 15| cuanto os he dicho, y no me juzguéis sino como hasta aquí me 3993 5| suma importancia, soltó la labor y se puso a escucharle con 3994 31| todos los frágiles adornos y labores del gusto árabe se juntaban 3995 9| por ahora - respondió el labriego - tu ama habrá de perdonar, 3996 16| en su espíritu acabó de ladearla hacia la voluntad manifiesta 3997 25| estación. La caballería se ladeó hacia la izquierda y se 3998 30| abundancia, se cansarán de ladrar y de morder. -No, pues lo 3999 29| vedado. Pensad que el buen ladrón se convirtió en la hora 4000 16| de su hija y deshecha en lagrimas le decía: -No, hija querida, 4001 10| semejaban la superficie de una laguna, ora praderas fresquísimas 4002 6| encuentro con voces y alaridos lamentables besándole unos las manos 4003 11| pero, escuchadme no me lancéis esas miradas. -¿Queréis 4004 38| levantando hacia él su lánguida mirada, dijo a su esposo: -¿ 4005 24| sus miradas a un tiempo lánguidas y penetrantes, la flacura 4006 34| aquel cuerpo debilitado y lánguido, y que sus ojos recobraban